Atención de terapeutas en la clínica: lineamientos psicológicos básicos para tratar por teléfono a personas en crisis de ansiedad durante la contingencia por el coronavirus

Por Ana María Wiener

La ansiedad es una emoción que promueve el movimiento psicodinámico y psicológico de nuestras estructuras psíquicas, para resolver situaciones conflictivas internas y externas.

La ansiedad y el estrés son parte de nuestras vidas y algunos de los momentos en que los experimentamos son cuando tenemos que adaptarnos a nuevas condiciones. En el contexto actual, debido a la pandemia, la mayoría de la población exhibe niveles de ansiedad mayores a los acostumbrados, pero es gracias a esta ansiedad (que algunos llaman “estrés”) que nos cuidamos y que tomamos las precauciones necesarias, observando las medidas de higiene establecidas y quedándonos en casa.

La ansiedad puede resultar incómoda, pero no podemos desaparecerla de nuestras vidas. Sin embargo, dependiendo de la capacidad individual para tolerar el dolor mental, esta se manifiesta con diferentes niveles de intensidad, los cuales oscilan en un espectro que va desde lo imperceptible hasta lo excesivo. En este último caso, la ansiedad puede paralizar al sujeto; generarle reacciones físicas indeseables como palpitaciones fuera de lo normal, colitis, gastritis, dolores de cabeza, migrañas o insomnio; o reacciones emocionales como el llanto o un aumento de la impulsividad ‑por ejemplo, fumar, comer o beber en exceso, o tener respuestas agresivas que conducen a pleitos‑, entre otras posibilidades.

Es un hecho que la COVID-19 provoca niveles de ansiedad elevados y que, en algunos casos, dicha ansiedad llega a alterar el estado de ánimo de las personas, para convertirse en un estresante crónico que altere su capacidad normal para responder ante las circunstancias cotidianas. Puede, incluso, alcanzar niveles extremos y representar un trauma que llegue a perturbar la vida y la salud de una persona.

Cuando una persona se comunica con uno de los psicoterapeutas de la Clínica Eleia solicitando apoyo psicológico temporal por crisis de ansiedad, lo primero que realiza el terapeuta es presentarse con el interesado y averiguar su nombre y edad. Luego, se sugiere que siga los pasos que desgloso a continuación.

 

1. Evaluar el nivel de ansiedad

El terapeuta evalúa el nivel de ansiedad que tiene el individuo considerando que la ansiedad es parte de nuestro funcionamiento mental normal y sano.

Para poder disminuir niveles de ansiedad elevados conviene que el terapeuta:

a. Averigüe lo que la ocasiona. Valora los pensamientos catastróficos que el sujeto piensa compulsivamente porque esos serán los puntos de acción del terapeuta. Es muy importante entender la naturaleza de lo que provoca la ansiedad. En caso de trauma, provocado, por ejemplo, por la pérdida de un ser querido debido a la enfermedad de COVID-19, conviene que el terapeuta averigüe cuánto apoyo y contención puede recibir el paciente por parte de familiares durante el resto del día.

b. Descubra desde cuándo se padece. ¿Se ha repetido en otras ocasiones o es la primera vez que se presenta? Si el paciente ya la ha presentado antes, ¿cómo la resolvió? También conviene valorar si hay otros factores preexistentes a la contingencia; si lo angustiaban otras cosas antes de que sucediera la emergencia sanitaria.

c. Sepa si el paciente tiene otros síntomas además de los atribuibles a la ansiedad. Si la persona está muy ansiosa, tanto que no pueda hablar, conviene ayudarla a respirar despacio haciendo pequeños ejercicios de inhalaciones y exhalaciones repetidas junto con ella: contar despacio 1, 2, 3 para inhalar y 1, 2, 3 para exhalar. Conviene hacer esto varias veces, hasta escuchar que se normaliza la respiración del paciente.

Los ejercicios de respiración requieren concentración por parte de la persona y así empezará el proceso de calmarse. Cuando esto haya sucedido, el terapeuta puede explicarle la razón del por qué sentimos ansiedad para que comprenda lo que le sucede: decirle que es un sistema de alerta que prepara a nuestra mente y cuerpo para responder ante una situación que nuestra mente considera como peligrosa, externa o internamente. Hecho esto, conviene hacerle ver cuánto está sobreestimando la situación y menospreciando sus recursos para enfrentarla o para recuperar su balance emocional.

En todo momento es muy importante que el terapeuta hable despacio, con un tono amable y cálido.

 

 2. Conocer al paciente

Una vez que la persona nos da la primera información, entonces conviene averiguar un poco de su vida y de su salud: con quién vive, cuáles son sus actividades cotidianas y profesionales, qué está haciendo actualmente, cómo se encuentra el resto de su familia. Un objetivo importante es detectar si la persona se está cuidando o no para evitar contagiarse (y si su familia se cuida, también).

Al escuchar todo esto, el terapeuta toma en cuenta lo que el individuo ha sido capaz de hacer, qué retos ha enfrentado y cómo ha resuelto las dificultades en su vida para ayudarlo a considerar que lo puede hacer de nuevo si ya lo hizo antes.

 

3. Angustia que no cede

Si a pesar de hablar con el terapeuta, la persona no logra detener los pensamientos que la angustian, se le puede pedir que busque tener rutinas diarias bien establecidas. Se sugiere revisar con él o ella cómo son sus actividades cotidianas y, si no la tiene, proponerle la manera en cómo establecer una rutina. También puede animársele a incluir activadades nuevas que impliquen un reto y que le lleven a concentrarse en ellas.

 

4. La importancia de otra perspectiva

Es importante convencer a la persona de la importancia de tener otra perspectiva de la situación, una que le permita ver los recursos con los que cuenta y que le reste negatividad a sus acciones e ideas. Por ejemplo, si la persona tiene miedo a enfermarse, se le puede preguntar si ha estado en su casa, si ha tenido contacto con otros individuos, si ha hecho todo lo indicado… y comentarle que de esa manera es imposible contagiarse debido a que ha seguido paso a paso las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias.

 

5. Enfoque en actividades

Se sugiere preguntar qué tipo de actividades realiza la persona para observar si lleva a cabo ocupaciones positivas, acompañado de las personas con las que comparte la cuarentena (jugar juegos de mesa, leer, cocinar, hacer ejercicio, contactar con amigos por medios digitales) o si realiza acciones negativas como escuchar todo el tiempo en la televisión noticias sobre la pandemia. En ese caso, es preciso sugerirle que se cuide, que no escuche las noticias por un tiempo hasta que se sienta bien, y luego que las oiga o lea solo una vez al día. También es recomendable mencionarle la importancia de que duerma bien, que no trabaje excesivamente, que descanse, que coma bien, que se ejercite y se mantenga activo.

 

6. Certezas contra la incertidumbre

A muchas personas les produce mucha ansiedad la incertidumbre. En esos casos, se recomienda ayudarlas a pensar en lo que sí pueden solucionar y en distinguirlo de aquello que está fuera de su control y que no pueden arreglar, sino solo aceptarlo como es. Se sugiere animarlas a que se centren en lo que sí pueden hacer para salir adelante y que eviten concentrarse en lo que escapa de sus manos.

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