Sobre la interpretación: ¿cuándo, cómo y qué interpretar?

Por Gabriel Espíndola

 Cuando trabajamos con una persona dentro del consultorio en psicoterapia psicoanalítica o bien, dentro de un proceso analítico, utilizamos herramientas diversas para favorecer en ella un mayor conocimiento de sí misma. La interpretación es importante para lograr este propósito, sin embargo, no es todo lo que hacemos o decimos en una sesión, pues algunas veces señalamos, otras confrontamos o solicitamos información por medio de preguntas, además de ofrecer información que beneficia al paciente. Todos estos son instrumentos de la psicoterapia, pasos preliminares y complementarios de la interpretación, pero, ¿qué y cómo se interpreta y por qué es tan importante esta herramienta?

Para comenzar a responder estas preguntas, recordemos que en psicoanálisis y en psicoterapia psicoanalítica el cambio en las personas se piensa como un producto de la investigación que realizan sobre sí mismos, sus emociones y fantasías inconscientes, todo esto en colaboración del terapeuta. El alivio se produce como resultado del autoconocimiento y no tanto porque sea el objetivo primario que busca el tratamiento; en ese sentido, la pregunta que se debe hacer el terapeuta no debe girar en torno a cómo curar a las personas, sino a cómo llevarlos a explorar sus procesos inconscientes.

El inconsciente es una forma de vida dentro de cada uno de nosotros que opera de manera permanente, es el mundo interno que llena de significado nuestra percepción. Cada persona interpreta la realidad con base en sus experiencias, biografía, impulsos agresivos y amorosos, sus libretos infantiles, sus vínculos más significativos y tempranos, así como de las identificaciones que ha realizado a lo largo de los años y el lugar donde le ha tocado vivir. No se trata de un solo elemento, sino de una serie de vértices que ofrecen perspectivas diversas sobre el sujeto. Así, para interpretar, se puede observar como si se estuviera dentro de un polígono, desde múltiples ángulos, pues no es lo mismo mirar la pirámide desde arriba que desde la base.

Celia Leiberman y Norberto Bleichmar, apoyados en el pensamiento complejo posmoderno, aportan la noción de cubismo clínico como una forma de aproximación a la mente que se desprende de las artes plásticas; de esta forma, la mente pasa a ser un espacio con planos superpuestos que pueden ser vistos desde diversas posiciones y ofrecer desde cada una de ellas visiones diversas de la realidad. La consecuencia técnica de esta noción de la mente es la búsqueda de interpretaciones complejas.

Freud pensó que la interpretación debía hacer consciente lo inconsciente. Esta postura sigue vigente, pero ahora se entiende que aquella fue una aproximación propia de una época permeada por el positivismo y por tanto,  inclinada hacia la búsqueda del significado oculto, de una respuesta capaz de resolver el enigma cuya manifestación era el síntoma.

Actualmente el psicoanálisis no busca resolver un enigma o descifrar un único significado, sino ampliar las posibilidades de compresión para descubrir una forma de funcionamiento que da cuenta de nuestros estados mentales. La intención terapéutica tiende menos a la cura y más a la búsqueda de vidas llenas de significado mediante el análisis de la personalidad total, del carácter y de los síntomas como resultado de esa forma de vivir.

La interpretación no es un concepto dado y unívoco, sino una herramienta que ha cambiado con el tiempo y que ha ido adquiriendo diversas cualidades y clasificaciones. Hay interpretaciones del pasado de la persona, del conflicto actual, en el aquí y ahora, en la transferencia y fuera de ella. Dependiendo de la formación del terapeuta, tenderá más a la reconstrucción del pasado mediante el presente o bien, a entender el aquí y ahora,  es decir, el pasado que se hace vigente mediante el vínculo terapéutico, proceso que denominamos transferencia.  Las posturas dependen de la formación, el análisis personal, la supervisión y una manera propia de aproximarse a la realidad, sin embargo, una cosa es clara, las diferentes perspectivas son convergentes.

Cuando interpreto, lo que hago es ofrecer a la persona una información que le pertenece pero desconoce. Etchegoyen sugiere que debe ser una hipótesis desinteresada, oportuna, veraz y pertinente: desinteresada, en tanto que nuestra labor es mostrar lo que ahí sucede, sin intención alguna o dirección –de esto forman parte la neutralidad y abstinencia del terapeuta-;  oportuna porque atiende al tiempo y espacio, al momento en que una persona puede entender o está cercana a comprender lo que le mostramos; veraz, pues atiende a la relación de lo que decimos con la verdad; así, el conjunto de estas cualidades define su pertinencia.

Interpretar implica hacer una hipótesis de la realidad que el terapeuta percibe sobre su paciente, después de tener en cuenta una serie de materiales que son propios de la sesión tales como el lenguaje, entendido en su dimensión verbal y no verbal, por ejemplo, el tono de voz y la velocidad con que se expresa.

El lenguaje del paciente es uno de los aspectos del vínculo analítico y la sesión es el escenario donde la relación se vuelca para poner de manifiesto a los personajes que habitan la mente de una persona. El terapeuta es sujeto e intérprete de la transferencia, es decir, de la puesta en escena que las personas hacen de su mundo interno; de ese modo, el analista tiene la oportunidad de mostrar pasado y presente, realidad y fantasía, así como consciente e inconsciente. La transferencia da vigencia a los sentimientos y lugar a la interpretación.

Otro aspecto importante a considerar es el clima de la sesión, o lo que Meltzer denominó temperatura y distancia, al igual que la capacidad del terapeuta para comprender las emociones que resuenan en él como resultado del contacto con el paciente. Esto último es lo que denominamos contratransferencia.

El analista es como un artesano que cuenta con una serie de materiales disponibles para trabajar y crear; de ese modo, los elementos que proporciona una sesión, sumados a la inspiración y la técnica, le permitirán construir y comunicar una interpretación.

Veamos cómo funciona este trabajo a partir de un ejemplo. Una mujer se queja de la manera que, a su consideración, su hija fue rechazada de un empleo por su aspecto físico y por ser mujer, asunto que la tiene muy molesta. Durante la sesión asocia ese rechazo con ser la única mujer y la menor entre sus hermanos, considera que su madre la ha dado preferencia al mayor de los varones y que su padre se acerca a ella como una compensación.

En la relación terapéutica ella se percibe como poco favorecida y tal vez se encuentre celosa cuando siente que su analista atiende mejor a otras personas, como asume que los padres lo hacen con los hermanos. Por otro lado, también es probable que si se le muestra algo que ella no ha pensado, pudiera experimentarlo como un rechazo. Al mismo tiempo, es posible que la paciente busque en su terapeuta el alivio de sentirse bien recibida, no discriminada, como una hija querida por encima de los hermanos. Paralelamente, su analista puede pensar que ella es quien siente celos y un consecuente rechazo a la hija por ser mujer, tal vez por ser joven, quizás por su aspecto físico, de modo que una parte de la paciente se identifica con quien rechaza. Sin embargo, ¿no podría de igual modo identificarse con su hija como la nena rechazada del vínculo entre sus padres y hermanos? Las posibilidades son muchas y cambiantes en todo momento.

Pienso que a esta paciente se le podría decir: “Cuando usted me cuenta esta experiencia pasan varias cosas al mismo tiempo en su mente; por un lado debe sentirse lastimada por ver a su hija pasar por un trago amargo, y me cuenta esto con la finalidad de que usted y yo hagamos un equipo con la hija y contra el jefe, como un club de hermanos que pelean con los padres por su injusticia o como unos padres que rechazan al jefe-varón. También creo que busca alivio, comprensión y probablemente tema sentir rechazo si le expreso una visión distinta a la suya, como una nena que se percibe menos querida; esa parte suya es la que puede sentir la vivencia de su hija como propia, como un rechazo de papá y mamá, tal vez por celos  al considerar preferencia a los  hermanos, a los varones provocando malestar con ser femenina, mujer. Pero hay varias posibilidades, le planteo algunas y veamos qué piensa usted”.

Mediante este ejemplo, se puede notar que hay muchas formas de entender lo que sucede en la sesión y de abordar el material, pero se ofrecen algunas perspectivas para considerar. Lo importante, es tener en mente que han de ser propuestas siempre abiertas y en constante cambio; la misma situación puede ser pensada distinto la siguiente sesión puesto que han surgido nuevos materiales, y un significado no obstruye al otro, sino que lo complementa y complejiza.

Crear interpretaciones es una mezcla de conocimiento, sensibilidad, técnica e inspiración, y en todo ello radica la belleza del método analítico.

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