Meltzer y el trabajo contemporáneo con los sueños

Por Sara Fasja

 

Bion propone la siguiente premisa: soñar es pensar. Meltzer lo sigue en esta idea y genera una valiosa innovación para la comprensión actual de los sueños. Les asigna la categoría de experiencia vital real, a la vez que piensa que las emociones se encuentran en su base. Estas son anteriores al contenido de las representaciones. Piensa que en el inconsciente se encuentra el pasado, pero no solo como representaciones, sino como parte de la personalidad.

          Freud pensaba que el sueño elabora algo que estaba previamente en la mente y que el sueño es la forma de esconder la verdad frente a la censura. Bion concuerda con la idea de relacionar el pensamiento y el sueño, pero discrepa en el sentido que le otorga Freud, ya que piensa que en el sueño se le da forma al pensamiento naciente. Se crean nuevos significados (Meltzer, 1978). Comprende el sueño como un proceso creativo en el que se piensan las experiencias emocionales de un modo parecido a la evocación emocional que se siente al ver una película, leer un libro o contemplar una obra de arte. Al comprender el guion del sueño, se pueden comprender las vivencias emocionales que conlleva. Las emociones son su núcleo.

Desde esta postura más contemporánea, la diferencia entre el contenido del sueño y lo que este oculta no es lo que importa. Se pueden cerrar los ojos y tratar de apropiarse de la vivencia que el sueño implica. Imaginariamente, se puede pensar: ¿en qué mundo interno se entra?, o ¿en qué película se está metido? Para Meltzer, la experiencia emocional es esencialmente estética. En ella existen formas simbólicas para comunicar.

Según Meltzer, el sueño sigue siendo la vía regia al inconsciente, pero ahora desde una perspectiva de exploración y ya no de arqueología. El nuevo método tiene que ver con la cooperación en la tarea de pensar la mente. La interacción analista-paciente permite pensar sobre el pensar. La idea es desplegar un espacio imaginativo en el que uno sigue al paciente. Cuando el analista tiene una intuición, la aproxima al paciente y verifica qué hace este con ella. Esto construye el método. Hay una atmósfera emocional y una postura clínica distinta. Se convoca al trabajo mutuo y disminuye la presión en el terapeuta. La exploración se arma desde la intuición y la resonancia emocional del propio terapeuta al escuchar el sueño. Meltzer considera que se debe acercar al sueño desde la exploración, prolongando esta etapa y privilegiándola por encima de la interpretación.

Un breve poema puede transmitir una experiencia muy compleja; a veces una imagen captura significados y experiencias emocionales que al transformarse en palabras se empobrecen. De la misma manera, los sueños son el núcleo del proceso de pensar acerca de las experiencias emocionales y se estructuran de una forma artística que se enriquece por los recursos líricos y la metáfora, los cuales le dan forma y hacen del sueño toda una obra de arte que expresa una verdad emocional de forma aguda; luego, dicha verdad puede ser utilizada por la razón para enriquecerse.

Para Meltzer, un sueño sería como un experimento para solucionar un conflicto relacional interno. Sin embargo, nos advierte de evitar pensar que, por ser creativo, el sueño necesariamente es saludable. A veces el sueño es creado por partes más enfermas de la mente. Aun así, la capacidad de metaforizar en una imagen un proceso psíquico emocional sigue siendo un proceso creativo.

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Referencias

Meltzer, D. (1984). Vida onírica. Una revisión de la técnica psicoanalítica. Tecnipublicaciones.

 

Ortiz, E. (2019). Donald Meltzer. Vida onírica. Sueños, mente y pensamiento. Analytiké.

 

Wiener, A. (2000). El trabajo con sueños en el psicoanálisis contemporáneo. [Tesis doctoral.] Centro Eleia.

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