La transferencia y el comienzo del tratamiento

Por María Isabel Rojas 

 

 

Con respecto al fenómeno de la transferencia en el psicoanálisis contemporáneo encontramos diversas posturas y propuestas teórico-técnicas. Una de ellas es la que planteó Donald Meltzer en (1967). Sugirió estudiar el proceso psicoanalítico dividiéndolo en etapas de acuerdo con el desarrollo de la transferencia. Por ejemplo, al comienzo de cualquier tratamiento, el analista ayuda al paciente a entender su función y el objetivo del tratamiento. A esta etapa la llamó “despejar la transferencia preformada”, donde también se lleva a cabo la recolección de la transferencia.

¿A qué se refiere con estos dos conceptos? Recordemos que desde la perspectiva freudiana la transferencia es una repetición de los conflictos inconscientes, afectos y deseos infantiles del pasado con la persona del analista y que las personas actuales funcionan principalmente como representantes de las figuras reales más importantes de la infancia, como papá, mamá y hermanos. Melanie Klein amplió este concepto al considerarlo no sólo una repetición del pasado en el presente, sino como una puesta en escena de las relaciones con los objetos primarios que habitan nuestro mundo interno. Es decir, el paciente reproduce con el psicoterapeuta la relación con la imagen que tiene de su madre en la mente, no con la madre real. Por su parte, Meltzer, influido por esta corriente de pensamiento, piensa que la transferencia es un fenómeno universal que sucede todo el tiempo y que podemos distinguir en el tratamiento desde que comienza. 

Denominó “transferencia preformada” al fenómeno que ocurre en el primer encuentro con el psicoanalista o el psicoterapeuta y sugiere que durante las fases iniciales de un análisis es crucial interpretar y neutralizar estas transferencias que surgen incluso antes de la primera entrevista. Observó que tanto los niños como los adultos tienden a confundir la figura del analista con varias otras personas de la vida cotidiana: un padre que alecciona, un cura con quien se va a confesar, una maestra que reprende o una madre que consiente, entre otras. Subraya la importancia de observar e interpretar estas transferencias para que el paciente pueda diferenciar gradualmente al analista y comprender su función. Por ejemplo, hacer intervenciones del tipo “cuando me cuentas esto, pareciera que no estás muy seguro si te voy a regañar o voy a emitir un juicio, o lo hago para que juntos podamos comprender cómo funciona tu mente”. Este proceso, según el autor, puede durar algunas semanas o prolongarse por varios meses y es un período crucial para conocer, comprender e interpretar las ansiedades predominantes en los pacientes al principio de cualquier proceso analítico, evitando así que estas ansiedades tengan un efecto de resistencia. 

La noción meltzeriana de la “recolección de la transferencia” surge de la necesidad de crear un espacio terapéutico que se entienda como algo distinto al externo para que verdaderamente se instaure el trabajo analítico, y esto se logra a partir de la interpretación de las ansiedades, los deseos y los conflictos que tiene el paciente; es decir, cuando le hablamos de sus emociones. Es así que poco a poco el paciente podrá darse cuenta de que el analista apunta hacia un tema que no es el que la persona vive habitualmente en el mundo de la realidad externa y podrá establecerse un vínculo con el que comienza a formarse una figura transferencial como la madre, el padre, el hermano, un maestro, el médico, etcétera. Desde esta relación podremos observar las distintas conflictivas que tiene el paciente con sus objetos y comprenderlas en el vínculo con nosotros.

 

Tal es el caso de Erik, un hombre de 50 años que llega a terapia debido a la angustia que le produce la enfermedad de su madre, la cual sufrió un ataque cerebrovascular. Él es el encargado de cuidarla; esta situación (el deseo y la culpa de tenerla sólo para él) lo llena de ansiedad. Relata que ella fue una madre muy ausente debido a las múltiples actividades que tuvo mientras él era pequeño. Durante su niñez y adolescencia se sintió muy solo. Tiene la imagen de un padre de carácter débil y pasivo. A lo largo de los primeros tres meses del tratamiento, Erik despliega, como es de esperar, la transferencia de sus objetos internos. En ocasiones me vive como la madre que lo abandona para irse con sus otros hijos (pacientes), una madre más preocupada por ganar dinero que por estar con él. En la primera interrupción por vacaciones, se presentó con mucha ansiedad diciendo:

 

“Soñé que estoy en una montaña rusa de locos. Estuve pensando cómo fue la infancia de mi esposa, con una mamá muy dedicada y un papá que fue su héroe. Mientras que yo a mi mamá casi nunca la veía y mi papá fue muy “equis”; no me trataba mal, pero nunca sentí su apoyo. Siempre estaba metido en sus cosas y no le importaba lo que yo sentía”.

 

Con ello trata de transmitir que en su mente hay objetos idealizados (la madre dedicada, el padre héroe) y otros que no miran, que no atienden y que no dan lo mismo que ofrecen los ideales. La interpretación en estas sesiones se dirige hacia la recolección de la transferencia:

 

“Me parece que esa montaña rusa de locos es el estado de angustia que te invadió durante las vacaciones. Te sentiste solo y abandonado, como cuando mamá se iba. Y esa figura del papá débil y pasivo que tuviste en la infancia se parece a mí cuando me voy de vacaciones, soy débil, pasiva y ocupada en mis cosas”. 

 

Ante esta interpretación respondió: “Tuve un par de sueños muy raros”.

 

Primer sueño: 

“Soñé que mi esposa y yo nos encontrábamos en un comedor muy grande. Todo era blanco, como muy limpio. Nos íbamos a tomar un jugo de color rojo, como si fuera de remolacha (betabel); me parecía extraño. Cuando mi esposa le va a dar el trago, le dije ‘¡No, cuidado! ese jugo se ve raro’. Lo analicé y era sangre. No lo tomamos”. 

 

Segundo sueño: 

Estábamos en una casa de campo. Un tipo me decía que me subiera a un caballo. No quería aceptar porque el caballo me daba desconfianza y no quería dejar sola a mi esposa. Me convenció. Mientras yo me montaba, veía cómo el tipo le coqueteaba a mi esposa. No podía bajarme del caballo para protegerla; estaba encabritado. Me acercaba a ella montado en el caballo, y, le decía: “cuidado con este tipo, no me da confianza”. 

 

Nuevamente la interpretación se dirige a la recolección y al despeje de la transferencia:

 

“Pienso, Erik, que los dos sueños transmiten un sentimiento de desconfianza. Podemos pensar que quizá ahora que regresamos de vacaciones, te enojaste conmigo por abandonarte. Por eso temes que yo me haya vuelto alguien en quien no se puede confiar. Es decir, me convertí en una mala mamá que en lugar de darte algo bueno, como el jugo, en realidad, te ofrece algo malo como la sangre. Tal vez una parte de ti siente que te quiero engañar como mamá cuando se iba y no regresaba; que te quiero dar sangre en lugar de jugo. En el segundo, tienes que domar un caballo encabritado mientras vigilas que no te lastime, al mismo tiempo que desconfías del hombre. Este sentimiento radica en que dudas de mis intenciones; la terapeuta que se va de vacaciones se transforma en tu mente en una mamá con malas pretensiones.”

 

Siguiendo a Meltzer, la parte que los pacientes expulsan a través de la identificación proyectiva puede ser devuelta por medio del proceso de descripción que apunta a la comprensión. La tarea del analista es aceptar la identificación proyectiva y el dolor que la acompaña sin permitir que esto lo controle. En este sentido, Meltzer resalta la importancia del estado mental del analista y la atmósfera que se crea en el consultorio entre él y su paciente, subrayando que la actitud analítica se caracteriza por la receptividad, la introyección, el autocontrol, la disposición, la escucha, la paciencia, la bondad y el humor del analista, quien se cuida de tomar una postura superyoica, juiciosa o punitiva. Estas dos maniobras técnicas son muy útiles para instaurar el método e introducir al paciente en la comprensión de nuestra función. 

El Doctorado en Clínica Psicoanalítica del Centro Eleia tiene como objetivo afinar este tipo de habilidades técnicas en los profesionales de la salud mental. Esto se logra a través del estudio comprometido de la teoría, así como el análisis puntual de las situaciones clínicas en los grupos de supervisión que le permiten al terapeuta en formación agudizar su comprensión clínica.

 

Referencias

Fano, S. (2007). Introducción a la obra de Donald Meltzer. Ciudad de México: Scripta.

Meltzer, D. (1967). El proceso psicoanalítico. Buenos Aires: Ediciones Hormé.

Tabbia, C. (2020). Clínica del significado. El vértice Bion/Meltzer. Buenos. Aires: APA Editorial

 

Compartir: