¿Cómo saber si un programa académico en psicología es bueno?

Por Fernanda Aragón

 

La elección vocacional es todo un reto, que implica grandes cuestionamientos sobre las habilidades con las que se cuenta y el gusto por determinada actividad. No sólo se trata de decidir qué estudiar, sino la manera en que se ganará la vida, día a día.

Sin duda, el conocimiento de uno mismo permite discriminar afinidades y repeles: aquello que disfruto y me genera deseo por seguir conociendo, de aquello que no tolero, me disgusta o no tengo interés en aprender. Esto no quiere decir que, por ejemplo, si no soy ágil a la hora de escuchar a otros, entonces no debo estudiar psicología. Más bien, un buen programa académico me debería permitir detectar cuáles son las áreas sobre las que es necesario que realice un arduo trabajo para poderlas desarrollar.

Al elegir estudiar psicología, uno se ve interesado en comprender cómo funciona la mente, en tratar de averiguar las motivaciones que llevan a una persona a actuar con cierta intencionalidad o los afectos que matizan sus relaciones. Ante esa curiosidad, el estudio de las distintas teorías de la psicología se torna en un pilar para una buena formación profesional. Aprender con detenimiento la teoría y los métodos que aplica el psicoanálisis, el humanismo, el conductismo, entre otras, dota de distintas perspectivas y facilita la futura especialización en alguna de ellas.

Otro elemento indiscutible dentro de un buen programa académico es el pasaje de lo aprendido teóricamente a la práctica. Hacer psicología significa usar las habilidades de escucha, comprensión, atención y comunicación para entender cómo se desenvuelve el ser humano en distintas áreas: dentro de una escuela, en el departamento de recursos humanos, en un hospital, etcétera.

Contar con prácticas en los distintos terrenos laborales le permite al alumno en formación tener la experiencia vivencial de adentrarse, por ejemplo, con la población infantil, adolescente, adulta y en la vejez. Esto siempre bajo el marco y supervisión del profesor a cargo, que debe contar con experiencia en las distintas ramas, lo cual enriquecerá el aprendizaje.  

Gracias a que se realizan prácticas es que el psicólogo en formación puede decidir a qué campo de la psicología desea dedicarse, en cuál de ellos le gustaría emplearse y comenzar a trabajar. Si su interés está puesto en la atención a problemas emocionales y psicopatológicos, entonces la psicología clínica le será apasionante: hará entrevistas, conformará expedientes clínicos, realizará intervenciones psicológicas en hospitales o clínicas, entre otras actividades.

Quizás el interés puede estar en la psicología organizacional, realizando reclutamiento y selección de personal, detectando el clima laboral o analizando perfiles de puestos. Inclusive dentro de una escuela, el contacto con los alumnos y las entrevistas de nuevo ingreso o seguimiento son fundamentales para prevenir ciertos obstáculos en el aprendizaje y en las relaciones interpersonales.

Como se puede ver, estudiar psicología ofrece un amplio campo laboral, no sin implicar un esfuerzo constante de estudio, de autoconocimiento y de tolerancia a no saber. Si el programa académico de tu interés ofrece prácticas en diferentes terrenos de la psicología, además de brindarte la posibilidad de estudiar las diversas teorías de la personalidad, y cuenta con materias que integran lo biológico, lo psicológico y lo social, te acercas a una excelente formación profesional.

 

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