Las distintas técnicas psicoanalíticas actuales

Por Karina Velasco

 

En la actualidad, muchas personas tienen algunas ideas, a veces claras y otras no tanto, de lo que es el psicoanálisis y cómo se lleva a cabo un tratamiento de inspiración psicoanalítica. Desafortunadamente, incluso después de muchos años de su origen, la teoría y la práctica psicoanalítica son continuamente tergiversadas y malinterpretadas. La gente tiende a pensar que se trata de tratamientos que no tienen fin y que son muy costosos; que no atienden lo inmediato sino los conflictos de la historia infantil y que, por lo tanto, no sirven para resolver los problemas de la cotidianidad; que el terapeuta no habla, es frío y distante; que genera dependencia; que sus fundamentos carecen de baluarte científico; que el psicoanálisis ya está pasado de moda; y –el mito más burdo de todos–, que todo lo que se habla en la sesión remite al sexo.

El psicoanálisis es, por el contrario, una teoría y un método vivo y en constante evolución. Desde su nacimiento a principios del siglo XX hasta la fecha, las aportaciones de grandes psicoanalistas han robustecido la que hoy es la teoría más profunda y vasta que existe sobre el funcionamiento psíquico. Asimismo, el psicoanálisis es también un apasionante instrumento de investigación de la personalidad y el método terapéutico que mejor ha podido dar cuenta de la complejidad de la mente humana. A diferencia de lo que se piensa, un tratamiento de orientación psicoanalítica se gesta en una relación de igualdad y respeto que no atiende los convencionalismos sociales ni la moda, sino la búsqueda de la verdad, la verdad del inconsciente.

Es cierto que, en un principio, la aspiración de Freud con respecto al psicoanálisis era que éste se convirtiera en un procedimiento científico y cercano a la medicina para curar la neurosis. No obstante, con el paso de los años, grandes analistas –los mismos discípulos de Freud– fueron poniendo a prueba el método con otro tipo de pacientes; por ejemplo, con niños, latentes y púberes, así como con pacientes a los que se les consideraba inanalizables como aquellos que presentaban una fuerte tendencia al acting y episodios delirantes, melancólicos, perversos o francamente psicóticos. Si bien los resultados terapéuticos con éstos últimos fueron, si acaso, modestos, los alcances de la terapia de juego infantil y las ganancias en términos de comprensión del funcionamiento mental y el desarrollo emocional fueron francamente incalculables.

Otro ejemplo de la operatividad del psicoanálisis lo podemos encontrar en el trabajo con pacientes psicosomáticos, aquellos cuya dificultad de procesar las emociones en conjunto con otros factores, incluyendo los genéticos y ambientales, los hacen proclives a desarrollar distintos tipos de enfermedades. Una psicoterapia psicoanalítica o un análisis propiamente no tienen como objetivo curar la enfermedad ni desentrañar el origen de ésta. En cambio, lo que busca es la comprensión y el desarrollo de la personalidad en su totalidad, lo que implica, dentro de muchas otras cosas, que la persona sea capaz de registrar, discriminar y elaborar sus emociones y de dotar sus experiencias de un significado simbólico, incluyendo aquellas ligadas al cuerpo. Como resultado, a veces hay remisiones completas, otras veces, aunque no haya o no sea posible una remisión, el paciente enferma menos o de formas menos graves y su calidad de vida mejora ampliamente, se cuida mejor y toma mejores decisiones con respecto a su salud.

Esto que acabo de describir no es distinto a lo que en la actualidad uno podría pensar y esperar de un tratamiento de orientación psicoanalítica con todo paciente que llega a nuestros consultorios: el desarrollo de la personalidad. El objetivo de estudio del psicoanálisis es siempre, más allá del diagnóstico del paciente, la realidad psíquica y, además de la cura de los síntomas, se propone el crecimiento mental, lo que implica lograr modificaciones en el carácter y en la forma en la que la persona se percibe a sí misma, a otros y al mundo en general. Las relaciones de pareja, familiares y sociales mejoran; se puede hacer frente a la angustia, la culpa y a las separaciones de una forma más saludable. Sin embargo, quizá lo más relevante y valioso que puede brindarle un buen y extensivo tratamiento psicoanalítico a una persona es la facultad de autoanálisis vía la identificación con la función del analista, es decir, el mejor recurso para una genuina autonomía. En ese sentido, y porque su campo de acción es la transferencia y la contratransferencia, el psicoanálisis es un método que echa mano del pasado, pero se conduce en el “aquí y el ahora”.

Norberto Bleichmar y Celia Leiberman, fundadores y directores científicos de Centro Eleia piensan, en concordancia con analistas de otros países, que el psicoanálisis es mucho más cercano al arte que a la ciencia, pues, finalmente, quienes mejor entienden y pueden expresar de forma simbólica las pasiones humanas son los literatos, los pintores, los escultores, los cineastas. Gracias a grandes pensadores como Klein, Lacan, Winnicott, Bion, Meltzer, etc., hoy sabemos que el ejercicio analítico no es una labor intelectual ni científica, sino una experiencia emocional que exige un vínculo profundo e íntimo que, si bien atiende las comunicaciones, asociaciones libres, sueños, lapsus y actos fallidos del paciente, también involucra necesariamente una observación de inconsciente a inconsciente.

La amplia gama de teorías que conforman el campo psicoanalítico da cuenta de la complejidad del acontecer psíquico de los seres humanos. Cada una de estas teorías se dirige predominantemente al estudio e indagación de una pieza de la vida emocional. Son paradigmas –formas de observar y pensar un hecho psicológico– que nos orientan como analistas, en nuestra manera de apreciar la estructura del paciente, el vínculo terapéutico y la forma en la que intervenimos en el diálogo analítico. En la actualidad, más que apostar por las desavenencias, existe un mayor interés por entablar un intercambio sobre las coincidencias y las diferencias entre distintas teorías que motiven a una nueva comprensión sobre la mente, la patología y la labor interpretativa (Bleichmar y Leiberman, 2013).

En el Diplomado “Las distintas técnicas psicoanalíticas actuales” estudiaremos a profundidad, a través de la mirada experta de analistas y docentes de Centro Eleia y de otros países, las propuestas y diferentes perspectivas teórico-clínicas que durante más de un siglo han enriquecido la práctica psicoanalítica desde su concepción en la mente de uno de los pensadores más influyentes de la historia. ¡No te lo pierdas!

Referencias bibliográficas

Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2013). Sobre el psicoanálisis contemporáneo. Paidós.

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