La fantasía, expresión fundamental de la mente humana y elemento esencial en el trabajo psicoanalítico

Por Kathia Cavazos

 

El concepto de fantasía se utiliza con frecuencia en la teoría y clínica psicoanalítica, pues su comprensión, en cuanto a la amplitud de cosas que abarca, permite un acercamiento profundo al psiquismo. Al tratarse de un término tan estudiado, existen diversas maneras de entender su significado, considerando que sus acepciones se han modificado con las aportaciones que diversos autores han hecho al respecto.

Convendrá iniciar con los planteamientos de Sigmund Freud, quien, de acuerdo con Elizabeth Bott Spillius, pensaba que “la fuerza motivadora básica para crear fantasías es un deseo inconsciente cuya consumación ha sido bloqueada” (2015, p. 33). Habrá que tener en cuenta que, cuando Freud desarrolló esta idea se privilegiaba la noción del modelo topográfico de la mente (sistemas consciente, preconsciente e inconsciente), hecho importante, ya que creía que las fantasías se originaban como sueños diurnos a nivel consciente o preconsciente, tratándose de un contenido mental más, que podía ser reprimido.

Freud pensaba, en aquellos años, que la fantasía era una expresión disfrazada y una satisfacción parcial de un deseo inconsciente. Es decir, aunque hay fantasías en el sistema inconsciente, la unidad básica de dicho sistema no es la fantasía, sino el deseo o la pulsión (Bott Spillius, 2015). Esto deja ver que, aunque se trataba de un aspecto importante para ahondar en la vida mental, junto con la idea que surge en 1916 sobre las fantasías originarias heredadas (escena primaria, castración y seducción de un adulto), la noción de fantasía no poseía el valor central que otros autores le otorgan más adelante.

Los aportes de Melanie Klein sobre el tema, sin duda, han sido fundamentales, pues ella pensaba que las fantasías eran siempre inconscientes, en contraste con lo que afirmaba Freud. La autora (según lo explica Bott Spillius) plantea que la fantasía es “una actividad mental básica presente desde el nacimiento en adelante en forma rudimentaria, y esencial para el crecimiento mental, aunque pueda ser utilizada defensivamente” (2015, p. 34). Se observa, entonces, que se trata de una significación más rigurosa y estructurada que aquella que Freud propuso a lo largo de su obra. Llama la atención que Klein considera protagónico el papel de la fantasía en la vida psíquica, pues la piensa como el motor del desarrollo mental. Pareciera que, retomando las ideas de Catalina Bronstein (2015) sobre la autora, Klein concebía la fantasía como sinónimo del pensamiento inconsciente.         

Años después, Susan Isaacs (1950) retoma las nociones freudianas y, sobre todo, las kleinianas, y agrega que todo el mundo tiene un flujo continuo de fantasías inconscientes, así como que la normalidad o anormalidad no descansa en la presencia o ausencia de éstas, sino en cómo se expresan, modifican y relacionan con la realidad externa. Estas ideas son muy valiosas, puesto que agregan al debate, de manera más específica, la posibilidad de pensar en la interrelación existente entre el mundo interno y lo real fáctico. La fantasía será, en tal caso, una suerte de anteojos con los que veremos, con mayor o menor claridad, lo que ocurre afuera a partir de lo que pasa adentro.

Vale la pena mencionar que, en términos clínicos, existen patologías graves en las que se ataca la posibilidad de crear fantasías; éstas se anulan debido a los contenidos destructivos y, por tanto, amenazantes que las conforman, dejando al sujeto muy empobrecido a nivel psíquico y con dificultades importantes a la hora de establecer vínculos con un entorno que se percibe también atacante.

Una vez abordadas estas teorizaciones clásicas para la comprensión del concepto, podríamos pensar en la fantasía como una capacidad de la mente humana, pues, precisamente, se trata de lo que permitirá la movilidad o el estancamiento interno, con su respectiva manifestación en lo externo, a través de conductas, síntomas, creaciones y reacciones diversas y únicas. Las fantasías, junto con las formaciones de compromiso, son palabras en el lenguaje de la vida psíquica.

La fantasía es, entonces, la expresión mental de lo que ocurre en el inconsciente, de los impulsos libidinales y agresivos, y de los mecanismos defensivos puestos en acción cuando de lo hostil se trata. Al profundizar en la multiplicidad de acciones inconscientes involucradas en la actividad de fantasear, se evidencia que se trata de una noción elemental para el trabajo psicoanalítico, puesto que, al igual que los sueños, su entendimiento brinda la posibilidad de hacer consciente lo inconsciente.

 

Referencias:

Bott Spillius, E. (2015). El concepto de fantasía, según Freud y Klein. En Bronstein, C. (Ed.). La teoría kleiniana. Una perspectiva contemporánea. Biblioteca Nueva.

 

Bronstein, C. (2015). Finding Unconscious Phantasy in the Session: Recognizing Form. International Journal of Psychoanalysis, 96(4), pp. 925-944. 

 

Isaacs, S. (1950). Naturaleza y función de la fantasía. Revista de psicoanálisis, 7(4), pp. 555-609.

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