El mundo interno: mundo de pasiones

Por Víctor H. Ruiz

Mentalmente tenemos la posibilidad de sabernos conscientes: registramos lo que nos ocurre, recordamos nuestro pasado, comunicamos nuestros pensamientos, imaginamos el futuro; pero cada uno de estos procesos está determinado por la experiencia inconsciente, subjetiva, que tiene lugar psíquicamente. Es este aspecto el que nos hace individuos únicos. Lo podemos apreciar con claridad cuando a dos hermanos gemelos o con poca diferencia de edad se les pide que describan a sus padres o una experiencia que enfrentó la familia y de la que ellos formaron parte en su infancia; veremos que cada uno recuerda y describe aspectos distintos e incluso contradictorios. Esto ocurre porque la dinámica psíquica es singular en cada uno.

El funcionamiento psíquico, su estructura, cualidades, procesos y contenidos ha sido objeto de estudio del psicoanálisis, lo cual ha dado origen a distintos modelos teóricos que buscan aportar mayor comprensión del mismo. Fue Freud quien introdujo el concepto de “realidad psíquica”; en un primer momento pensó que las neurosis tenían su origen en eventos traumáticos reales, lo que conocemos como ‘teoría del trauma’. No pasó mucho tiempo para que desechara esta idea, pero ¿de dónde venían las narraciones de sus pacientes? La respuesta fue la realidad psíquica, tan contundente y eficaz como la realidad material, en la cual las pulsiones, deseos, y todas las pasiones ligadas a la sexualidad infantil imperan, ejerciendo una influencia constante en todos los niveles y áreas de la vida humana.

Algunos psicoanalistas han seguido y ampliado la metáfora de la puesta en escena; esto es, pensar la realidad psíquica como una compleja puesta en escena que ocurre en el mundo interno. Esta metáfora se puede rastrear hasta el caso de Anna O. en Estudios sobre la histeria de Breuer y Freud (1895), en donde se puede leer: “esta muchacha de desbordante vitalidad […] cultivaba sistemáticamente el soñar diurno, al que llamaba su ‘teatro privado’”.

Y ¿por qué como un teatro? Al igual que en una representación teatral, el funcionamiento psíquico sigue determinadas tramas guiadas por fantasías que marcan el guion de cada personaje. Dichos personajes internos van adquiriendo su papel desde el nacimiento. Melanie Klein, psicoanalista que exploró el funcionamiento mental de los infantes, consideró que las relaciones de objeto tempranas son fundamentales en la conformación del psiquismo porque dan forma a los objetos-personajes internos. El tipo de vínculo que se establece con la madre, o con quien cumpla su función, depende parcialmente de las características endógenas o constitucionales, psíquicas y temperamentales del bebé, siendo estas las que determinarán las ansiedades, los miedos y la manera en que se sobrelleven las pasiones.

Si observamos a dos o más recién nacidos atendidos con los mismos patrones de alimentación, cuidado y atención en general, muy pronto notaremos que los bebés muestran características únicas. Alguno llora con más intensidad cuando tiene hambre, otro come más, otro pasa inadvertido frente a algún ruido estridente, otro se calma fácilmente, otro no puede acomodar el pezón en su boca y lo rechaza. Es posible considerar, siguiendo la teoría de M. Klein, que el niño que llora constante e intensamente, que tiene dificultades para calmarse o comer y que se sobresalta con facilidad poblará su mundo interno de objeto-personajes hostiles, al contrario del niño que puede calmarse, disfrutar del alimento y del contacto con el pecho para después volver a dormir. En este caso, la realidad psíquica albergará, en su mayoría, personajes benignos.

En todas las configuraciones psíquicas posibles es la dinámica del mundo interno, de la puesta en escena inconsciente, la que establecerá si las pasiones (celos, rivalidad, exclusión, competencia, amor, querer saber) darán paso al retroceso, al estancamiento o al crecimiento mental. Joyce McDougall, psicoanalista francesa, ha empleado esta metáfora para desarrollar algunas de sus ideas. En su libro Teatros de la mente (1994) explica que “aunque raramente asumimos la responsabilidad de nuestras obras de teatro secretas, el director de escena está instalado en nuestra propia mente. Además, es este mundo interno con su repertorio repetitivo lo que determina la mayor parte de lo que nos ocurre en el mundo externo”.

Ahora podemos entender por qué la dinámica psíquica y los conflictos del escenario interno pueden ser el origen de las dificultades que algunos niños muestran para aprender, concentrarse o recordar. Ya sea que se trate de un bebé con dificultades para comer o sin ellas,  de un niño que no puede aprender o que va bien en la escuela,  de un adulto que pierde el control cuando se molesta o de otro que logra contener el embate de sus pasiones, es en el mundo psíquico en la posibilidad de reconocer, aprender y enriquecernos de nuestras experiencias pasionales donde mostramos lo más humano que tenemos.

En el Diplomado Psicología de las pasiones humanas: celos, rivalidad, posesividad, amores edípicos haremos un recorrido en el que profundizaremos en las distintas propuestas teóricas psicoanalíticas que han buscado explicar el funcionamiento psíquico y el lugar que en este ocupan las pasiones. Exploraremos los orígenes de las mismas, sus tramas y sus desenlaces, así como sus manifestaciones en la vida cotidiana y en la clínica.

Referencias

Freud, S. (2013). Estudios sobre la histeria. Obras completas de Sigmund Freud. Buenos Aires: Amorrortu. (Obra original publicada en 1895).

Klein, M. (1975). Envidia y gratitud. Obras completas de Melanie Klein. Buenos Aires: Paidós. (Obra original publicada en 1957).

McDougall, J. (1994). Teatros de la mente: ilusión y verdad en el escenario psicoanalítico. Madrid: Tecnipublicaciones.

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