Los juguetes en la infancia. Una herramienta para expresar emociones

Por Ana Livier Govea

¿Por qué jugamos?

Desde hace algunos años, disciplinas como la Psicología y la Pedagogía han reconocido el papel que desempeña el juego en la vida del niño. Ambas ponen énfasis en la importancia de rescatar al juego de los lugares donde, cotidianamente, lo habían colocado los adultos: el juego es sinónimo de pérdida de tiempo, de ocio, o implica desordenar el espacio donde se juega, entre otros. Pensar la actividad lúdica de este modo entorpece la posibilidad de comprender el cúmulo de beneficios y posibilidades que el juego le ofrece al niño (y al adulto). Existen distintas teorías que tratan de explicar las razones que tenemos para jugar. Unas lo explican desde el punto de vista biológico y otras desde el psicológico e incluso psicoanalítico.

Una aproximación biológica, a grandes rasgos, consideraría al juego como una actividad importante para el fortalecimiento muscular y óseo del niño, la cual le permite desarrollarse motrizmente y adquirir pericia en sus movimientos y fuerza corporales, agudizando su percepción, coordinación y reflejos. Una aproximación psicológica sería la propuesta por Lev Vygotsky, quien define al juego como una función social en la que la cooperación, la adquisición de roles, el establecimiento de normas y las reglas lo vuelven una actividad cultural. Asimismo, considera que el niño es capaz de transformar objetos cotidianos mediante su imaginación, atribuyéndoles un significado personal (juego simbólico). Sin embargo, existen otros autores que lo consideran como algo distinto. Tal es el caso de Sigmund Freud, quien lo concibe como una manifestación de impulsos eróticos y agresivos, los cuales necesitan ser comunicados y expresados para, posteriormente, ser interpretados en su contenido simbólico.

El juego es el lenguaje del niño; es una actividad catártica y comunicativa que provee la posibilidad de neutralizar ansiedades, por lo tanto, el juego cumple con la función de elaborar situaciones conflictivas, traumáticas, dolorosas o incómodas para el niño, con la posibilidad de asignarle a los aconteceres (por más dolorosos que sean) otro final. El niño juega para construir y representarse el mundo, juega para poder asimilar la realidad, para darle orden a sus fantasías, expresar sus afectos y emociones; el niño juega para descargar angustias y para poder metabolizar sus propias vivencias. Por medio del juego, el niño se fortalece de manera física, emocional y psíquica, lo que le brinda la posibilidad de autoafirmarse y ganar autonomía.

Los juguetes

Los juguetes son un reflejo de la cultura; indican cambios sociales y las tendencias del momento, sin embargo, no queda duda del importante papel que han desempeñado en la vida del niño desde tiempos inmemorables y su propósito siempre ha sido el mismo: ser el vehículo que le permite al niño, mediante su manipulación, descargar y representar su mundo interno, el cual se pondrá en escena mediante juego.

Los juguetes son herramientas que, junto con la actividad lúdica, crean oportunidades para desarrollar el aprendizaje y la creatividad; un juguete puede ser cualquier objeto exento de sofisticación y tecnología: una rama de árbol, un bote o una pelota es todo lo que el niño necesita para transformarlos ya sea en una varita mágica, en una nave espacial, o bien, para él mismo convertirse en el mejor jugador de futbol. La función del juguete es ser un auxiliar en el desarrollo de múltiples aspectos del niño, tanto físicos, como psicológicos. Es, además, un mediador que le permite al niño explorar sus emociones, manifestarlas y simbolizarlas.

El juguete es un objeto de recreación, de formación, de aprendizaje, un auxiliar en la maduración y estimulación intelectual, psicológica, sensorio-motriz y de convivencia social. Y ¿por qué no?, un objeto imprescindible para la diversión.

Referencias

Aberastury, A. (2010). El niño y sus juegos. Buenos Aires: Paidós.

____________ (2006). Teoría y técnica del psicoanálisis de niños. Buenos Aires: Paidós.

Axline, V. (1975). Terapia de juego. México: Editorial Diana.

O’Connor, K.J., Schaefer, C.E. y Braverman, L.D. (2017). Manual de terapia de juego. México: Editorial El Manual Moderno.

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