Algunos beneficios de la atención psicológica en Centro Eleia

Por Mariana Castillo López

 

El cuidado y preservación de la salud mental toma cada día más relevancia. Muestra de ello es lo ocurrido en la presente edición de las olimpiadas con la gimnasta estadounidense Simone Biles, quien abandonó la competencia para dar prioridad a su atención emocional. Dicha nota, que dio la vuelta al mundo, pone la mirada en el trabajo imprescindible de psicólogos y terapeutas. En México, el acceso a servicios de atención psicológica ha crecido considerablemente en los últimos años. Sin embargo, es una realidad que, para la mayor parte de la población, contar con un espacio de esta índole es difícil, muchas veces por razones económicas y otras, por la dificultad de encontrar profesionales comprometidos con su tarea.

 

Las afecciones emocionales y la atención profunda a la conflictiva natural de la vida cotidiana se ha posicionado como un interés y una necesidad de todo ser humano. Hace no mucho, el acceso a un tratamiento psicoanalítico se consideraba como un lujo al que pocos podían recurrir. La salud mental se extiende al compromiso social y al problema de poder ofrecer atención psicológica de calidad, que sea accesible a toda persona interesada en comprender profundamente sus conflictos y su funcionamiento mental.

 

Centro Eleia es una institución que cuenta con más de 30 años de experiencia en la formación de psicoterapeutas con orientación psicoanalítica que, como parte de su entrenamiento, prestan sus servicios a miles de pacientes al año. Para ser exactos, se recibe un promedio de 400 pacientes al mes, que son derivados a 180 analistas inscritos de la Ciudad de México, el Estado de México, el área metropolitana y otros estados como Morelos, Veracruz, Puebla y Yucatán. Es decir, el alcance y cobertura de atención es cada vez más amplio. En el último año y medio, la situación ocasionada por la pandemia produjo, a su vez, una oportunidad para hacer uso de los medios tecnológicos y poder traspasar fronteras.

 

Pasando de los datos duros a la experiencia subjetiva y personal de cada paciente que se beneficia de un espacio terapéutico, existen millones de historias de procesos psicoanalíticos que han tenido un impacto, una fuerza de cambio y transformación no solo en la persona atendida, sino en su entorno. Por ejemplo, es común que los padres consulten, solicitando atención para sus hijos, quienes a veces son portavoz de un síntoma familiar. Es posible que, a través del análisis del niño, los padres puedan irse haciendo cargo de los conflictos que les pertenecen. En ocasiones, como parte de la indicación terapéutica, se incluye la recomendación de que otros miembros de la familia acudan a tratamiento.

 

En otro sentido, cuando una persona acude a una psicoterapia psicoanalítica, está en posibilidad de mejorar sus relaciones de pareja, laborales y familiares como resultado de un arduo trabajo que permite vivir las experiencias externas con un sentido de responsabilidad psíquica, es decir, pudiéndose hacer cargo de las motivaciones e implicaciones individuales en lo que nos sucede. Un motivo de consulta, tan frecuente como los celos y las dificultades derivadas de ellos, puede comprenderse mejor a través del trabajo con el analista, al identificar las fantasías que se juegan en estas expresiones emocionales.

 

Muchas personas atraviesan por serios sufrimientos y perturbaciones emocionales y existen muchos tipos de psicoterapia. Entre ellas, el psicoanálisis ofrece un método de alcance profundo y potente que requiere de mucho trabajo por parte del paciente y del analista. Lejos de buscar producir un cambio en la conducta, espera ayudar a quien lo emprende a averiguar una versión de su verdad y de las innumerables motivaciones de sus conflictos, en compañía del analista.

 

Detrás de la intimidad de la consulta del paciente, está el respaldo de docentes y supervisores, quienes trabajan de cerca en la formación de cada terapeuta, y orientan en la labor de valorar y derivar adecuadamente a los pacientes para intentar que cada uno de ellos reciba el tratamiento más benéfico para su condición. Así mismo, el equipo de supervisores acompaña al analista en la comprensión del desarrollo del proceso analítico, siempre enfocados en conservar los valores éticos de la práctica y salvaguardando la identidad del paciente.

 

La atención psicológica inicia una cadena de beneficios mutuos que permite a los analistas construir un consultorio y adquirir experiencia clínica, mientras que con su trabajo aportan una labor muy valiosa, representada en la escucha atenta y comprometida con cada caso. Construir un servicio de atención psicológica con estas características es un trabajo arduo que solo puede mantenerse a través de la interacción de todas las partes. Sin duda, en los próximos años este seguirá creciendo y consolidándose.

 

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