El impacto de la adolescencia en los padres

Por Marcela Barruel Oettinger

La adolescencia es una etapa compleja donde ocurren cambios importantes en la mente de los jóvenes, que también impactan en la dinámica familiar. Puede resultar un período complicado y lleno de conflictos, pero cuando se conoce mejor el proceso es posible cursarlo de una mejor manera, de modo que, al atravesar la turbulencia de la adolescencia, se pueda también gozar de la vitalidad y del descubrimiento que los jóvenes hacen del mundo.

Los cambios, las transformaciones y la pérdida de la idealización paterna

En la adolescencia comienza la pérdida definitiva de la condición infantil. Dentro de los cambios más evidentes se encuentran las transformaciones físicas, de gran impacto para todos. Los adolescentes suelen vivir los cambios corporales como impuestos y fuera de control. El nuevo cuerpo los aproxima de manera vertiginosa al mundo de la sexualidad adulta. Se trata de una imagen nueva que proyecta miradas diferentes, asimismo genera intensas sensaciones que en muchas ocasiones los sobrepasan. Parte del trabajo mental que tienen que hacer los jóvenes en esta etapa es el duelo por la pérdida del cuerpo infantil. También tienen que aprender a conducirse con una apariencia diferente que despierta emociones desconcertantes tanto en ellos como en los demás. El desarrollo físico en la adolescencia implica no sólo el manejo del erotismo y la sexualidad adulta sino todo un replanteamiento de la identidad, lo cual conlleva un monto de ansiedad importante.

Las transformaciones emocionales no son menores en esta etapa. El proceso de convertirse en adulto consiste en formar una identidad nueva y original; una vida propia muchas veces distinta a la que sus padres eligieron. El adolescente tiene que ir separándose del modelo de vida que le ofrecen, o en ocasiones, le imponen sus padres. Para lograrlo, es necesario que cuestionen lo que los adultos les han enseñado hasta ese momento. Asimismo, disminuye la idealización que ellos habían hecho de los padres. En la infancia se hace necesario pensar que los padres son omnipotentes y sabios, debido a la gran vulnerabilidad que implica el ser niño; pero a medida que los niños crecen y van adquiriendo mayores capacidades físicas, emocionales e intelectuales, dan paso al doloroso descubrimiento de los verdaderos padres, con sus virtudes y defectos. Así, comienzan a darse cuenta que los padres reales no son tan poderosos ni tan sabios como lo creían de niños. Bajo la percepción del adolescente, los padres empiezan a convertirse en personas vulnerables, que ya no ofrecen el refugio y la seguridad anteriores, sumiéndolos muchas veces en un profundo desamparo.

El desprendimiento de los padres y el papel de los amigos

El desprendimiento que hacen los adolescentes de sus padres va acompañado de emociones que oscilan entre la tristeza, el enojo y la desilusión. También suelen alternar entre el deseo de ser adultos independientes y las reacciones de temor que los llevan a desear volver al mundo de protección y seguridad que les brindaba la infancia.

Las reacciones maniacas son las defensas que predominan ante las pérdidas que enfrentan los adolescentes. Así, la rebeldía, el oposicionismo, la inconformidad, el desprecio y las quejas son la manera en que los adolescentes enfrentan el proceso de separación de los padres.

En contraste, algunos adolescentes se sienten tremendamente inseguros y confundidos, llenos de sufrimiento optan por aislarse e incluso llegan a francas reacciones depresivas. Pareciera que huyen de la vida para refugiarse en la inactividad, lejos del contacto social y de las exigencias de la vida adulta.

Todos estos cambios y contradicciones pueden confundir tanto a ellos mismos como a los adultos que los rodean. Sin embargo, son actitudes necesarias, relacionadas con la búsqueda de nuevos modelos de identificación que ayudan a la autoafirmación y a la creación de una personalidad adulta y diferenciada. El cuestionamiento implacable que hacen los adolescentes de la vida y la manera de ser de los adultos puede ser a veces agresivo y violento, esto provoca en los padres emociones de dolor y consternación difíciles de enfrentar. Es más fácil tolerar el comportamiento exigente, violento y errático de los adolescentes cuando los padres logran desengancharse e identificar en la conducta de sus hijos una gran necesidad de poner distancia y diferenciarse de ellos.

En este momento se vuelve muy importante el grupo de amigos. Los pares muchas veces suplen la función paterna perdida. Los amigos se convierten en el modelo a seguir y aportan el refugio y la seguridad que ya no ofrece la familia.

La exploración del adolescente y el control de los padres

Este período también se caracteriza por ser una etapa de búsqueda y exploración que puede darse en los ámbito intelectual, social, religioso, estético, político, etc. La búsqueda de nuevas aventuras y formas de vida resulta apasionante y enriquecedora pero en ocasiones conlleva riesgos importantes, como el abuso de sustancias, el manejo disfuncional de la sexualidad, los actos impulsivos, peligrosos y hasta delictivos. Aquí los padres tienen que hacer un manejo equilibrado entre la comprensión y los límites, que no siempre resulta sencillo.

El exceso de control puede bloquear la búsqueda de los jóvenes, pero el exceso de libertad puede exponerlos a situaciones peligrosas o crear mucha angustia en ellos, ya que aún no tienen los elementos de juicio necesarios para autoregularse. Los adolescentes necesitan la presencia, la guía y a veces hasta la vigilancia de los padres. También requieren de reglas claras, consistentes pero a la vez flexibles, de acuerdo al grado de responsabilidad que vayan demostrando. Lo mejor es que este difícil equilibrio pueda darse a través de la negociación y el diálogo, haciendo un esfuerzo por escuchar las demandas de los jóvenes más que llenarlos de consejos, ya que ellos suelen vivirlos como imposiciones.

Por su parte, los padres también tienen que hacer un trabajo emocional que consiste en el duelo por la pérdida del niño y por la pérdida de su status de héroe ante él. Tienen que enfrentar toda la agitación que implica la búsqueda de una identidad. Además, tolerar el rechazo de sus hijos, siendo sensibles a la vez ante sus regresiones a la dependencia infantil. También tienen que trabajar la envidia que puede provocar crecimiento y el florecimiento de su sexualidad de su hijo, que coincide con la pérdida de la propia juventud.

A pesar de que esta etapa de la vida plantea conflictos a resolver para los padres y para los hijos, existe una parte creativa dentro del proceso que puede convertirlo en una oportunidad de crecimiento y evolución para ambas partes. Es el momento en que los padres tienen que encontrar una nueva manera de relacionarse con sus hijos, de adulto a adulto. Es también el momento en que los padres comienzan a sentir la satisfacción por los aciertos en el trabajo de crianza y pueden comenzar a disfrutar algunos frutos en su labor de padres.

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