Muere André Green la tarde del 22 de enero en París

Por Dra. Yolanda del Valle

Ya en Illusions and disillusions of psychoanalytic work[1] Green nos permite intuir la proximidad de su muerte; tal vez ésa sea la razón por la que este texto encierra un precioso legado. Precisamente era ésa, su última publicación, la que se encontraba en mi escritorio sobre el atril, cuando leí el mensaje que me enviaron por mail anunciando su muerte. El mensaje informaba que Green murió en París la tarde del 22 de enero. Su lectura me provocó un sentimiento doloroso. Se trataba de la pérdida de uno de esos personajes que, siendo completamente ajenos a la vida personal, resultan entrañables porque han sido presencia viva en la reflexión y el pensamiento durante muchos años.

El psicoanálisis contemporáneo pierde a un autor de gran inteligencia y sensibilidad. En 1999[2], como un homenaje por su setenta aniversario, Gregorio Kohon editó una compilación de trabajos de diferentes autores sobre la madre muerta, el ensayo más conocido de Green. El primer capítulo[3] consiste en una larga entrevista en la que André Green nos entrega una semblanza cálida y sincera acerca de su familia, su formación, los autores que más influyeron en su pensamiento, su opinión acerca de las diferentes corrientes psicoanalíticas y sus expectativas a futuro para el psicoanálisis. Nos dice que nace en El Cairo en 1927, lugar al que sus familias emigraron de España asimilándose a esa cultura con importante influencia francesa. Uno de sus tíos toma la decisión de cambiar el apellido familiar Gren por Green, porque resultaba más familiar a los europeos. Judío sefaradí, se describe profundamente judío pero nada religioso. Al nacer él, su hermana mayor sufre de una enfermedad grave que forzaba a la madre a viajar a Francia dejándolo a cargo de otras personas por temporadas largas. Un poco más tarde, a sus dos años y medio, una tía muere quemada, lo que provoca en su madre una depresión importante, experiencia de duelo temprano cuyo impacto descubre en su análisis con Catherine Parat[4]. A los diecinueve años, en 1946, va a estudiar Medicina a París. Influido por los acontecimientos familiares de su niñez temprana, decide estudiar psiquiatría y en 1953 ingresa al Hospital Santa Ana, centro de discusión, debates y encuentros, donde se forma con el psiquiatra más reconocido de ese momento: Henry Ey, quien fomenta su pasión por la polémica lo que acaba por transformarse en un rasgo característico de su forma de abordar el conocimiento. Cuando Ey decide retirarse, ofrece a Green que continúe con su trabajo docente pero éste ya ha optado por estudiar psicoanálisis. Su formación como psicoanalista se caracteriza por su carácter plural en la medida en que corre de manera paralela entre Lacan y algunos analistas de la escuela británica, fundamentalmente Winnicott, además de Klauber y Rosenfeld. Esta formación plural sobre una base esencialmente freudiana, imprime una particularidad a su pensamiento y un sello original a su obra. Pese a ello, algunos autores lo toman como postlacaniano mientras que otros lo señalan como postkleiniano; sin embargo, una lectura atenta de su obra confirma que Freud es el eje central de su pensamiento y que éste pone de manifiesto la influencia tanto de Lacan como de los británicos .El propio Green reconoce con frecuencia y de manera explícita la influencia de Lacan, Winnicott y Bion. Confiesa a Kohon que si tuviera que reconocer a una figura paterna, ésta sería Ey, y dentro del psicoanálisis Bion. Considera que Winnicott es el mejor psicoanalista que ha existido y reconoce la genialidad de Lacan, a quien admiraba, pero su relación con él fue más bien horizontal.

Mantiene una actitud crítica y fundamenta sus desacuerdos con argumentos que se inscriben en la línea de sus convicciones, pero en ocasiones exterioriza sus diferencias con autores o corrientes en forma mordaz. Consciente del gran atractivo de Lacan y convencido de algunas de sus ideas, sus discrepancias acaban por imponer una ruptura. A diferencia de Lacan, Green sostiene la importancia del afecto y de las raíces biológicas de la mente, y no cree que el inconsciente esté estructurado como lenguaje porque en Freud el inconsciente se encuentra constituido nada más por representaciones-cosa, en clara oposición al preconsciente, que es al que corresponde lo relativo al lenguaje. Critica que los británicos consideren al psicoanálisis como un tratamiento, discrepa de ellos en cuanto a la frecuencia de las sesiones y a la interpretación sistemática de la separación de fin de semana; le parece que es excesiva la importancia que confieren al desarrollo infantil y a considerar lo que ocurre en las etapas más temprana como explicación recurrente. Sostiene que han reducido la temporalidad a desarrollo, maduración y genética, y han restado importancia a la atemporalidad del inconsciente, las fantasías primarias, la diferencia entre la atemporalidad y la compulsión a la repetición y a la teoría de las pulsiones. En su posición frente a los autores de la psicología del yo, sostiene que les resultaba muy complicada la concepción de Freud sobre la atemporalidad del inconsciente por lo que decidieron observar, pero lo observable excluye todo aquello que escapa a la observación, como es lo intrapsíquico. Insiste en que la teoría psicoanalítica no nace de la observación sino de la experiencia analítica basada en la transferencia.

Green se refiere a sí mismo como “uno de los últimos creyentes en Freud” pero reconoce que Freud es insuficiente para responder a las necesidades de la actualidad. Se da a la tarea de cubrir los vacíos en el entramado de la teoría freudiana que quedaban sin elaborar. Tal es el caso de los conceptos de “narcisismo de vida” y “narcisismo de muerte”, que resultan de pensar el narcisismo de 1914 a la luz de las pulsiones de vida y muerte que Freud propone en 1923.De la misma manera, sin moverse del territorio freudiano, integra ideas de otros autores además de crear conceptos originales, cuidando siempre la consistencia de la dimensión metapsicológica. Este mismo cuidado puede apreciarse en el momento en que da respuesta a las nuevas necesidades de la clínica, como es el caso de pacientes no neuróticos que muestran incapacidad para tolerar ciertos aspectos del encuadre. Green propone para ello algunas modificaciones: adecuar un encuadre pensado para pacientes neuróticos a pacientes no neuróticos pero con permanencia de lo esencial. Esto es porque el psicoanálisis y la terapia psicoanalítica mantienen el mismo objetivo: llevar al paciente a reconocer lo que su inconsciente le dirige, él ignora, y quiere seguir ignorando por medio de la resistencia. En ambos casos el proceso se apoya en la transferencia y la interpretación[5].

Convencido de la necesidad de intercambio y discusión de conceptos teóricos y necesidades de la práctica clínica actual entre psicoanalistas de diferentes corrientes, Green trabaja por su realización. Finalmente encabeza seis encuentros que se llevan a cabo en París durante tres años, uno al semestre. Se trata de un grupo formado por ocho analistas de diferentes corrientes, provenientes de cuatro regiones distintas: Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Latinoamérica[6]. El objetivo consiste en estudiar los trastornos no neuróticos dando especial atención a la contratransferencia por el papel sobresaliente que ésta tiene en el trabajo con pacientes que no tienen posibilidad de simbolizar los traumas tempranos. Pese a que se presentaron algunas dificultades para completar el proyecto, la investigación arroja material muy interesante y permite observar áreas de franco desencuentro entre las diferentes escuelas y apreciar otras en las que el intercambio se hizo posible de manera favorable[7].

En relación al conjunto de la obra de Green, Fernando Urribarri presenta una visión panorámica de la misma, dividiéndola en tres períodos[8]: 1. Los inicios. De 1960 a 1970. 2. Las décadas de madurez. De 1980 a 1990. 3. Período tardío: el punto de cambio del 2000 y el paradigma contemporáneo. Es una semblanza detallada que toma en cuenta diferentes publicaciones del autor de 1960 a la fecha. Por mi parte, menciono sólo algunas de sus aportaciones: el modelo sobre frontericidad, la clínica del vacío, el duelo blanco, las funciones objetalizante y desobjetalizante, narcisismo de vida y narcisismo de muerte. Están también tres grandes manifestaciones relacionadas con las estructuras no neuróticas a las que dedica una de sus obras de madurez:[9] el quiasmo entre estructura histérica y estado límite, la analidad primaria y la posición fóbica central. El trabajo de lo negativo[10] es una aportación metapsicológica que cruza su obra de muy diferentes formas, algunas más sencillas como la alucinación negativa y otras de mayor complejidad como la estructura encuadradora. De hecho, su última conjetura[11] se refiere de nueva cuenta al trabajo de lo negativo. En ella Green defiende la idea de lo que llama un negativo unificado que asume diferentes formas. En una de ellas la inversión de los valores de la vida es de naturaleza inconsciente, mientras que la otra es una búsqueda deliberada de complicidad a favor de causas que garanticen el dominio. Es la negatividad que proviene del exterior y ataca la verdad interna. Se trata de dos formas de ataque a la mente, entendiendo que la mente es una y no puede reducirse a compartimientos en los que se oponen lo individual y lo colectivo.

El pensamiento de Green es de una gran complejidad; característica que habla tanto de su riqueza como de la dificultad para su comprensión. A quienes nos ha interesado estudiar su pensamiento a lo largo de los últimos años, no deja de asombrarnos lo que ofrece con gran generosidad, tanto para el pensamiento clínico como para la comprensión de los aspectos más difíciles de la práctica con los pacientes. Es ésa una de las razones por lo que lamentamos mucho su muerte, celebramos la fecundidad de su vida y agradecemos su legado.


[1] Green, A. (2011) Illusions and Disilllusions of Psychoanalytic Work. Psychoanalytic Ideas and Applications. Karnac Books Ltd.

[2] Kohon, G. (editor) (1999). The Dead Mother. The work of André Green. London, Rouledge.

[3] The greening of psychoanalysis. André Green in dialogues with Gregorio Kohon.

[4] Esta experiencia en su proceso analítico le brinda la posibilidad de descubrir una serie de características que presentan algunos pacientes, entre las que sobresale lo que llama: “depresión de transferencia”, una forma de depresión que experimentan únicamente en el consultorio y en la que reviven una depresión temprana asociada a un duelo que vivió su madre en aquel entonces a causa de una pérdida repentina. Llama a este cuadro: “el complejo de la madre muerta”, expresión del narcisismo de muerte en el terreno del duelo.

[5] Green, A. (2004) Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Desconocimiento y reconocimiento del inconsciente. Buenos Aires: Ed. Amorrortu.

[6] El grupo estuvo conformado por André Green, William I. Grossman, Otto F. Kenberg, Gregorio Kohon, Jaime M. Lutenberg, Jean-Claude Rolland, Elizabeth Bott Spillius y Fernando Urribarri.

[7] Green, A. (2009 [2007]) Resonance of suffering: Countertransference in Non-Neurotic Structures . IPA: The International Psychoanalysis Library.

[8]Urribarri, F. Postscript. Clinical passion, complex thinking: towards the psychoanalysis of the future . En: Green, A. (2011) Illusions and Disilllusions of Psychoanalytic Work. Psychoanalytic Ideas and Applications. Karnac Books Ltd.

[9] Green, A. (2010 [2003]) El pensamiento clinico. Buenos Aires: Amorrortu editores.

[10] Green, A. (1993) El trabajo de lo negativo. Buenos Aires: Amorrortu editores.

[11] Green, A. II) Hypotheses concerning the negative beyond clinical findings. En: Green, A. (2011) Illusions and Disilllusions of Psychoanalytic Work. Psychoanalytic Ideas and Applications. Karnac Books Ltd.

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