Aportaciones de la Psicología al ámbito laboral

Por José Cohen

En un mundo globalizado, la productividad representa para las empresas uno de los desafíos más importantes; ya no es cuestión solamente de competir con otras del mismo país, sino que es indispensable alcanzar estándares internacionales. Para conseguirlo, la creación de un ambiente laboral donde los recursos propios de cada participante puedan ser aprovechados de manera óptima, juega un papel fundamental. La tarea del psicólogo consiste, precisamente, en facilitar la generación de condiciones que motiven y hagan posible para cada uno de los integrantes de la empresa la mejor aportación profesional y personal. Para esto hay algunas ideas que pueden ser útiles.

El tiempo invertido en la integración de grupos y equipos de trabajo, se ahorra en el cumplimiento de las tareas. Esto implica que el primer paso en cualquier organización consiste en unir a sus participantes de tal manera que puedan avanzar en el proyecto asignado como un conjunto, privilegiando la cooperación sobre la competencia. El psicólogo en la empresa puede echar mano de programas y actividades que permitan a las personas ir más allá de las máscaras convencionales o de los puestos para conocerse dentro de un ambiente que invite a la colaboración: reconocer las ventajas de compartir los puntos en común, honrando las diferencias como una riqueza y no como un obstáculo que los separe.

Al ascender en la escala de jerarquía de cualquier empresa se recibe una retribución mayor por pensar, más que por hacer; es decir, se paga por organizar la ejecución de las tareas. El pensamiento creativo, por tanto, se convierte en un recurso poderoso e indispensable para estos cargos. En tanto que la capacidad para pensar depende en gran parte del estado emocional, resulta evidente la necesidad de dedicarle atención. La vida emocional está determinada por el tipo y la calidad de los vínculos que el individuo establece, de sus relaciones interpersonales. Por eso el trabajo del psicólogo es primordial, porque aporta la posibilidad de revisar, establecer, modificar o fortalecer los lazos cotidianos entre los integrantes de la empresa. Así, colabora con la creación de estados emocionales equilibrados y armónicos, adecuados para pensar con mayor objetividad.

Ante la tendencia común de las empresas de buscar resultados inmediatos, el psicólogo tiene el desafío de establecer frente a la dirección lo que su trabajo representa: una inversión altamente redituable, que requiere tiempo, atención y recursos suficientes. Esto es lo que Stephen Covey llama “afilar la sierra”; es necesario crear consciencia de la necesidad de darse un tiempo, periódicamente, para “afilar la sierra”, para entrenar, para capacitar, para mejorar las habilidades y los vínculos en los grupos de trabajo.

En su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, este autor afirma que: “No hay nada como el éxito para tener éxito”, refiriéndose a la importancia de proveer los recursos y las condiciones necesarias a los participantes en un grupo, con la intención de que puedan alcanzar el éxito en su objetivo y que dicho éxito funcione como acicate para otros mayores. Una de las herramientas principales con las que cuenta el psicólogo en una empresa es esa posibilidad de hacer llegar al personal los recursos materiales y emocionales necesarios para conseguir las metas en calidad, cantidad, tiempo y costo, los cuatro parámetros empresariales por excelencia. A partir del logro, puede detonarse la dinámica del “éxito para tener éxito”, como una espiral en beneficio de cada uno de los participantes y de la organización misma.

Por su parte, Fernando Savater en su libro El valor de educar, define la educación como “la revelación de los demás”. Esa es, precisamente, una de las funciones principales del psicólogo: revelar a cada uno de los integrantes de la empresa la existencia de los demás como personas y también como el recurso que cada uno representa para el logro compartido de las tareas. Esto deja las puertas abiertas para que cualquiera pueda acudir a solicitar a otra persona el apoyo necesario –laboral o emocional– y para fortalecer el sentido de corresponsabilidad en el equipo.

Los conceptos de posmodernismo y de pensamiento complejo enriquecen mucho el ámbito laboral al asumir que no hay una verdad absoluta y que la tarea –más que buscar esa inexistente verdad única– será adquirir múltiples vértices, diferentes perspectivas frente a un obstáculo. Sumar utilizando más la “y” que la “o” para incorporar puntos de vista y nuevas posibilidades de solución a los problemas. William Hazlitt en su libro Sobre el conocimiento del carácter dice que la mirada de un hombre es el trabajo de años, enriquecer nuestra mirada implica una labor permanente.

El quehacer creativo requiere de una comunicación eficaz, algo difícil de conseguir en cualquier ámbito: implica crear consciencia de que el punto de vista propio no siempre corresponde con el de los demás y que, para establecer puentes entre esas diferentes maneras de considerar el mundo, es necesario un esfuerzo de claridad y una disposición permanente para mantener abiertos los canales de comunicación entre los integrantes del grupo.

Existe un amplio menú de dinámicas útiles para que el psicólogo pueda compartir estos conocimientos con los integrantes de la empresa de una manera lúdica. Esto es importante desde el punto de vista del aprendizaje significativo, donde la experiencia antecede a los conceptos teóricos y les da un pleno sentido. El psicólogo tendrá que negociar con la dirección de la empresa los tiempos y los lugares adecuados para organizar estas dinámicas, facilitando que las ideas sean asimiladas y aplicables en el día a día.

Aunque tener es el objetivo fundamental de la empresa, sin duda es más importante lo que somos que lo que hacemos o lo que tenemos, pues es a partir de lo que somos que vamos eligiendo los quehaceres y logrando los objetivos propios. Por ello, la intervención del psicólogo en la empresa debe partir del ser, sobre los valores, para dirigirse luego al quehacer y al tener. La visión debe ser completa, para entonces fortalecer integralmente a cualquier grupo de trabajo, en aras de lograr sus objetivos.

Ahora es más evidente que nunca: en este mundo globalizado, la economía ocupa un lugar central para el desarrollo de los países, de las comunidades, de las empresas y de las personas. La labor del psicólogo en una empresa puede enriquecerla desde sus bases, al fortalecer sus recursos humanos y expandir creativamente el abanico de las posibilidades para lograr sus metas.

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