Transferencia y contratransferencia: pilares fundamentales de la técnica psicoanalítica

Por Sara Rodas

En el corazón del psicoanálisis y la técnica psicoanalítica reside la noción de que gran parte de la experiencia humana, incluidos los pensamientos, las emociones y las motivaciones, está influenciada por fuerzas inconscientes. Estas fuerzas operan de manera oculta y totalmente desconocida para la persona. Por ende, la técnica psicoanalítica se basa en una comprensión profunda de esos procesos inconscientes para desenterrar los conflictos internos y promover un autoconocimiento.

En sus escritos, Freud (1905/1987) discutió la importancia de la transferencia en la relación terapéutica. Al inicio pensó que esto era un obstáculo, pero con el tiempo llegó a la conclusión de que era un fenómeno fundamental para entender la problemática inconsciente del paciente. Por ejemplo, en el Caso de Dora, argumentó que el abandono prematuro del tratamiento fue porque no interpretó la transferencia (p. 101). Años después, otros autores, como Racker en su escrito Los significados y usos de la contratransferencia (1957/1960) y Etchegoyen en su libro Los Fundamentos de la técnica psicoanalítica (1986/1988) estudiaron la transferencia y la vincularon con la contratransferencia. Para ellos, ambos fenómenos se presentan en la relación terapéutica. Estos aspectos que se desarrollan en la relación entre el paciente y el terapeuta son fundamentales para la exploración y el tratamiento de los conflictos emocionales subyacentes.

La transferencia se refiere al proceso mediante el que sentimientos, deseos y conflictos inconscientes del paciente se proyectan en el terapeuta. Esta proyección puede tomar diversas formas, desde idealizar al terapeuta, hasta experimentar emociones de rivalidad o enojo hacia él. Un paciente puede ver al terapeuta como una figura autoritaria similar a una figura parental o puede verlo como un amigo o pareja. Estos sentimientos reflejan dinámicas o vínculos pasados del paciente con figuras significativas de su vida.

Por ejemplo, un paciente de 38 años llega 20 minutos tarde a su sesión, se acuesta en el diván y dice: “Disculpa que llegué tarde a la sesión. Se me pasó el tiempo, no me regañes”. Luego añade entre risas: “Normalmente soy un niño bien portado”. Esto se puede interpretar desde diferentes ángulos o teorías, pero si lo pensamos desde la transferencia, es muy probable que el paciente se sienta preocupado o culpable por su falta de compromiso. Tal vez piensa o cree que la terapeuta lo va a regañar, así como una mamá que regaña a su hijo cuando llega tarde a casa. Al mismo tiempo, cuando el paciente dice entre risas que es un niño bien portado, provoca en la terapeuta una sensación conmovedora, esperando que ella no lo regañe. De esta manera, el paciente ocupa la posición de niño bueno/paciente bueno, como un niño que le ruega a mamá, que llora y que la ve con ojos de ternura para intentar convencerla de su inocencia. Aquí el paciente deposita sus preocupaciones y a la vez despierta algo en la terapeuta: simpatía y comprensión. Hay una transferencia del paciente hacia la terapeuta porque la coloca como esa figura autoritaria que le puede dar el privilegio de verlo como el niño bueno. La terapeuta puede reconocer esta manifestación en la sesión, y así comprender los conflictos internos, identificar los patrones de relación y el funcionamiento psíquico del paciente.

La contratransferencia se refiere a los sentimientos y reacciones inconscientes del terapeuta hacia el paciente. Por ejemplo, un terapeuta puede sentir simpatía hacia un paciente porque activa sus propios conflictos o despierta sus propias inseguridades. La contratransferencia puede perjudicar el tratamiento si el terapeuta no se da cuenta y no lo interpreta, lo cual puede causar que éste actúe en la sesión. Es decir, si el terapeuta llegara a sentir enojo y no lo interpreta, puede que, durante la sesión, de forma inconsciente sea hostil hacia el paciente. El paciente podría abandonar prematuramente el tratamiento o tal vez discutir durante las sesiones, lo cual perjudicaría el avance. En cambio, si el terapeuta interpreta ese enojo como algo que el paciente le causa, entonces puede abrir las puertas a un nuevo tema o material inconsciente.

Otro ejemplo es el de una paciente de 15 años que comenta durante la sesión que su familia no le presta atención y que ella tiene que resolver todo sola. La terapeuta puede estar de acuerdo con la paciente, o sentirse enojada y pensar que la familia es irresponsable y desobligada. Si la terapeuta reconoce ese sentimiento, puede interpretarle a la paciente que ella se siente muy enojada porque su familia la excluye. También le puede interpretar la soledad o la tristeza que podría sentir. Otra interpretación que se le puede dar a la paciente es que ella intenta armar una alianza con la terapeuta, esperando que las dos puedan hablar mal de los padres. Por ende, esto desviaría la atención del conflicto inconsciente de la adolescente. Tal vez valdría la pena que la paciente y la terapeuta puedan pensar cómo es que la adolescente colabora o toma parte en esos conflictos en la familia y reflexionar sobre su propia situación. Esta información ayuda en la interpretación y en el trabajo analítico, a diferencia de que la terapeuta exprese su enojo y le diga a la paciente que está de acuerdo con ella cuando dice que su familia es irresponsable. En este caso, la terapeuta le estaría dando mucha importancia a la realidad externa y no lograría desenterrar el material inconsciente. El trabajo terapéutico no sólo es escuchar al paciente o entender la problemática, sino prestar atención a los procesos inconscientes, a la transferencia y a la contratransferencia para ofrecer una interpretación acertada y puntual. Cuando logramos esto, el paciente tendrá una mayor comprensión de sí mismo, se facilitará el insight y se fortalecerá la relación terapéutica.

En el Diplomado “Las distintas técnicas psicoanalíticas actuales” estudiaremos a profundidad las propuestas y diferentes perspectivas teórico-clínicas de estos dos fenómenos en la técnica psicoanalítica a través de la mirada experta de analistas y docentes de Centro Eleia y de otros países.

Referencias:

Etchegoyen, H (1988) Segunda parte: De la transferencia y la contratransferencia, Los Fundamentos de la técnica psicoanalítica, (pp. 93-259). Amorrortu. (Obra original publicada en 1986).

Freud, S. (1987) Epílogo. Fragmento de análisis de un caso de Histeria (Dora), Obras Completas, Vol. VII (pp. 98-107). Amorrortu. (Obra original publicada en 1905).

Racker, H (1960) Los significados y usos de la contratransferencia, Estudios sobre técnica Psicoanalítica (pp. 222-295). Paidós. (Obra original publicada en 1957).

 

 

 

 

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