¿Qué hacer con un adolescente con problemas de alimentación?

Por Magaly Vázquez

 

En la adolescencia, la imagen corporal tiene que modificarse para incluir en ella la sexualidad: las dimensiones de un cuerpo diferente al infantil, que ahora está capacitado para la reproducción y las relaciones sexuales. Existen varias implicaciones y fantasías que se despiertan en torno al cuerpo sexual, por lo que no todos los adolescentes logran tolerar las ansiedades o experiencias emocionales involucradas en su transformación. Es entonces cuando pueden aparecer los trastornos de alimentación.

 

Es importante hacer hincapié en la participación de una variedad de factores sociales, familiares, culturales, biológicos y psíquicos en la aparición de estos trastornos, de los cuales los principales son la anorexia, la bulimia y la obesidad.

 

A través de la psiquiatría, podemos tener una noción descriptiva sobre cada uno de ellos. La anorexia, por ejemplo, es descrita por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) como la restricción del consumo energético necesario, que conlleva un peso corporal muy bajo. Asimismo, se presenta un miedo intenso a ganar peso, a convertirse en obeso, o se muestra una conducta persistente para evitar ganar peso, incluso llegando a estar por debajo del ideal y, finalmente, involucra una alteración en la percepción del propio cuerpo. Aunque se retiró el criterio de la amenorrea (ausencia de menstruación), esta se presenta de forma muy común.

 

A pesar de lo anterior, al ser únicamente síntomas descriptivos, no nos ayudan a comprender qué sucede de forma interna. Lo que nos interesa en el psicoanálisis es pensar qué hay detrás de estos síntomas, por qué son trastornos tan comunes durante la adolescencia y qué puede llevar a un(a) adolescente a desarrollar dichos trastornos.

 

Todos los adolescentes van a sentirse, a ratos, incómodos con sus cuerpos; se percibirán gordos, flacos, chaparros, altos, con alguna parte del cuerpo más grande o más pequeña de lo que quisieran; así como angustiados por los cambios puberales que le dan al cuerpo las características sexuales que se mencionaron al comienzo del presente escrito. Algunos intentarán hacer dietas, otros practicar algún deporte o hacer ejercicio, otros subirán de peso porque comen más debido a la ansiedad o la depresión que se experimenta, por momentos, también como parte de la adolescencia.

 

Comúnmente, se piensa que las adolescentes desarrollan un trastorno alimenticio debido a los medios de comunicación y a las redes sociales que venden ciertos estándares de belleza, en donde los cuerpos admirados son delgados, con proporciones perfectas y sumamente curvilíneas, o musculosos, en el caso de los hombres. Aunque son factores sociales y culturales que participan del fenómeno, no alcanzan para explicar por qué se desarrolla un trastorno como tal.

 

Desde la perspectiva psicoanalítica, el acento está colocado en el mundo interno, el cual es subjetivo. Es decir, lo trascendental dependerá de la estructura mental del adolescente que tenemos enfrente; la cualidad de las fantasías y motivaciones inconscientes será muy diferente en cada caso, aunque las conductas o síntomas sean descriptivamente similares.

 

Si pensamos en las chicas que padecen anorexia, ellas poseen un cuerpo sumamente delgado que puede remitir al cuerpo de una niña, además de presentar uno de sus principales síntomas, la amenorrea. Entonces, pensaríamos que, en el caso de este trastorno, una de las motivaciones inconscientes es perpetuar el cuerpo infantil para negar la sexualidad y la femineidad, debido a que se viven como muy amenazantes y peligrosas por los conflictos edípicos. Aquí, estamos frente a los casos menos graves. En los casos más graves, el alimento puede representar algo maligno que envenena y hace daño, en lugar de alimentar y nutrir, lo que, a su vez, puede ser la representación interna de una madre que envenena, en lugar de una madre que cuida. Existen muchas manifestaciones observables de este trastorno y, por lo tanto, también otras motivaciones como, por ejemplo, la dificultad para separarse de la madre y la fantasía de fusionarse con ella o controlarla.

 

En otros casos, las conductas obsesivas y restrictivas pueden ser pensadas como un intento de controlar lo que por dentro es incontrolable, como ciertos deseos y emociones en relación con lo sexual y lo placentero, o con emociones como la voracidad. Son adolescentes que pueden mostrarse sumamente demandantes o dependientes, perfeccionistas y exigentes consigo mismas; se empeñan en ser las mejores en todo: las mejores alumnas, las más bonitas, las consentidas. Quizá estos son los casos más neuróticos. Otras adolescentes se muestran, más bien, desconectadas, ausentes debido a la sensación de fragilidad y falta de sostén interno, lo cual hablaría de otro tipo de estructura mental, una más grave.

 

Por otro lado, la bulimia se caracteriza por momentos de atracones, seguidos por vómitos.  Son adolescentes que pueden confundir los estados emocionales con comida, es decir, el vómito puede representar una expulsión mental: no se cuenta con el sostén interno que pueda contener y procesar las emociones ligadas al proceso adolescente, por lo que se evacuan. Después de los atracones, se experimenta mucha culpa y ansiedad porque sienten que tienen algo dentro que les hace daño. Las afectadas muestran poca tolerancia a la frustración, una urgencia por la satisfacción, e idealizan un estado sin preocupaciones. Debido a que también se relaciona con los vínculos tempranos respecto de la madre, pueden portarse tiránicas, dependientes, vulnerables y con fuertes deseos de control y envidia. Asimismo, tanto el atracón como el vómito pueden tener significados distintos, dependiendo de cada mente: pueden ser deseos voraces o de rivalidad; algunas de estas chicas comen y vomitan para descargar la ira y la ansiedad, o experimentan una sensación de vacío que hay que llenar.

 

En el caso de la obesidad, también podemos comprenderla como una defensa frente al crecimiento y el cuerpo sexuado, pues se niega la sexualidad mediante un cuerpo que cubre las características sexuales. El cuerpo se convierte en una coraza protectora, sosteniendo la ilusión de mantener un cuerpo infantil que protege de la sexualidad y de su impacto. También existen otros tipos de fantasías, como el de mantenerse como un bebé alimentado por la madre, conservando el cuerpo de un bebé regordete.

 

La motivación y la gravedad de cada uno de estos trastornos solo pueden evaluarse por un grupo de expertos en la cuestión, ya que, al ser fenómenos con multiplicidad de factores, atenderlos también implica una intervención multidisciplinaria: médicos, nutriólogos, terapeutas especializados e incluso psiquiatras.

 

Referencias

Brady, M. (2016). Invisibility and Insubstantiality in an Anorexic Adolescent: Phenomenology and Dynamics. The Body in Adolescence. Routledge.

 

Brady, M. (2016). ‘Pro-Ana’ Web Sites through an Adolescent Development Lens. The Body in Adolescence. Routledge.

 

Wiener, A., Salazar, J., Puig, M. y Bolaños, P. (2017). Historia de Florencia. Anorexia y conflictos con la feminidad. La sexualidad (pp. 433-452). Eleia editores.

 

 

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