Psicosomática y emociones

Por Kaori Ríos

 

El estudio de la relación entre el cuerpo y la mente es complejo. Ha sido objeto de debate para la filosofía, la psicología y la medicina. Mientras que el cuerpo se refiere al aspecto físico, la mente engloba aspectos emocionales y cognitivos. El primero se asocia con lo que resulta médicamente “medible”, como niveles altos de colesterol, de glucosa en sangre, trastornos digestivos, etcétera. El segundo se encarga de la comprensión del mundo interno. Así pues, es una tarea compleja comprender la influencia que puede tener un área en la otra. Sin embargo, a lo largo del tiempo, autores de diversas disciplinas se han enfocado en el estudio de esta materia.

El estudio de la relación entre la mente y el cuerpo en el psicoanálisis se originó a partir de las ideas de Sigmund Freud, quien exploró la conexión entre los conflictos psíquicos y los síntomas histéricos. Posterior a Freud, el recorrido teórico ha sido diverso, donde diferentes autores han estudiado la manera en la que existe una permeabilidad entre el soma y la psique, y han hecho aportes que hoy en día son sumamente valiosos para la tarea de la práctica clínica.

Autores como Pierre Marty y Michel D’Muzan (en Aisenstein, 2008) de la escuela psicosomática de París, teorizan acerca del pensamiento operatorio y la mentalización (operaciones de representación, simbolización y abstracción) y Peter Sifneos expone sobre la alexitimia. Estas características se presentan en pacientes que tienen un discurso poco imaginativo y apegado a la realidad externa, con una gran dificultad para poder encontrar un lenguaje adecuado y describir lo que sienten. Son pacientes en quienes se percibe un tinte mecánico o automático en el relato de sus experiencias.

Joyce McDougall (en Leiberman y Bleichmar, 2008) menciona que ensordecer el dolor psíquico de manera constante puede crear una ruptura entre el cuerpo y la psique, lo cual abre camino fértil para que entonces surjan las eclosiones somáticas patológicas, en lugar de una labor psíquica deseable. Expone un término que, a mi parecer, es fundamental para la comprensión del paciente psicosomático: la pseudonormalidad. Esto quiere decir que son pacientes normópatas, es decir, son quienes padecen de mucha “normalidad”. Pareciera que nada ocurre, que alguna emoción en particular no les afecta y que, aparentemente, todo está bien. Esta situación es esencial en la práctica clínica, donde el profesional debe crear el puente entre lo somático y lo emocional, y así ayudar al paciente.

Wilfred Bion (en Leiberman y Bleichmar, 2008), por su parte, habla de la función alfa de la madre al poder dotar de significado la experiencia que el bebé no comprende. Ella abre la brecha a formas de funcionamiento temprano que resultan esenciales en la compresión de la psicosomática. En este caso, la madre funge un papel que el bebé no puede llevar a cabo por sí solo, además de que describe la experiencia que el pequeño desconoce y responde ante la necesidad que tiene.

La imposibilidad de poder dotar de significado las experiencias emocionales y su impacto en el cuerpo no ocurre de manera consciente. Es común escuchar que, por estar estresado o porque uno “no controla las emociones”, entonces uno “se provoca” la enfermedad. Este es un proceso que pasa por el inconsciente y no tiene que ver con alguna capacidad cognitiva, sino con una imposibilidad que viene desde etapas tempranas. A lo largo del estudio de la psicosomática, resulta claro que existe un déficit, por lo tanto, las experiencias emocionales no pueden pensarse ni metabolizarse.

Hoy en día es prácticamente imposible no encontrarse en la consulta pacientes con padecimientos psicosomáticos. Todos somatizamos en algún momento de nuestras vidas. Si de pronto presentamos más angustia por alguna situación en particular, es más probable que puedan surgir resfriados, trastornos digestivos, migrañas, etcétera. Por ello, es importante que, cuando alguien está pasando por alguna situación vital importante, como puede ser el duelo de un ser querido, un divorcio, una migración u otro motivo, entonces se le pueda advertir al paciente que tiene que estar más pendiente de su salud, puesto que la propensión a poder enfermar llega a ser alta debido a la cantidad de cuestiones emocionales que hay que digerir.

 

Referencias:

Calatroni Marta T. (1999). Pierre Marty y la psicosomática. Editorial Amorrortu

Pierre, M. (2013). La psicosomática del adulto. Editorial Amorrortu

Aisenstein, M. (2008). Travail psychanalytique et maladie grave. Le Carnet PSY, 126 https://doi.org/10.3917/lcp.126.0029

Lieberman, C. y Bleichmar, N. (2001). Lo psicosomático. Las perspectivas del psicoanálisis. Paidós.

Ulnik, J. (2000). Revisión crítica de la teoría psicosomática de Pierre Marty. Aperturas Psicoanalíticas: Revista de Psicoanálisis, 5, 6. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1233387

 

 

 

 

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