Mitos sobre la carrera de psicología

Por Andrea Méndez

 

¿Los psicólogos somos como nos pintan en la tele, en series o en el cine? Esa figura misteriosa que, por un lado, se queda callada escuchando a su paciente mientras toma notas y, a lo mucho, expresa un “Mmm…”; o por el otro, logra que el personaje principal por fin se enamore y progrese. También está la imagen del que sabe leer las microexpresiones faciales y ayuda a resolver crímenes: “Si movió el ojo izquierdo es porque está mintiendo; él es el asesino…”.

Me vienen a la mente algunos personajes ficticios. Por ejemplo, en la serie 13 Reasons Why, el psicólogo de la escuela está encargado de escuchar a los alumnos, pero la historia da a entender que no les hace mucho caso y no le interesan; en la película de Analízame, el jefe de la mafia italiana busca ayuda porque tiene síntomas que lo hacen sentirse avergonzado frente a sus compañeros, pero el terapeuta termina involucrado en la vida personal del paciente; en la serie El mentalista, el personaje principal es un hombre tan intuitivo que parece que lee la mente de la gente, es arrogante, pretencioso y nadie le puede poner límites.

 

Pero ¿todos esos personajes son psicólogos? ¿Qué es lo que realmente hace un psicólogo? ¿Pueden medicar? ¿Cuáles son las herramientas que utilizan? ¿Dónde trabajan? ¿Todos los psicólogos atienden pacientes y usan bata o diván? Estas son algunas de las dudas más comúnes sobre la carrera de psicología y, en general, sobre el día a día de los psicólogos.

 

De los personajes ficticios que mencioné anteriormente, algunos representan a psiquiatras, otros a psicólogos, y otros a psicoanalistas. La diferencia entre ellos es que el psicólogo, al egresar de la carrera de psicología, puede hacer diagnósticos psicopatológicos y aplicar distintas pruebas (de inteligencia, proyectivas, vocacionales, de personalidad). Tiene las bases para dar terapia breve y de contención, y puede trabajar en cualquiera de las ramificaciones de la psicología, como son la organizacional, la educativa, la social y la clínica, entre otras. Esto quiere decir que un psicólogo puede laborar en el área de reclutamiento y selección de una empresa, en capacitación y desarrollo, gestión del talento, o en cualquiera de recursos humanos, donde generalmente utilizará sus habilidades para entrevistar y seleccionar a la persona adecuada para un puesto. También trabaja con los vínculos que se crean en la organización y busca estrategias para mejorarlos.

 

Sin embargo, si lo que le interesa es la observación y la investigación del desarrollo infantil y del adolescente, entonces puede trabajar en escuelas, ya sea como maestro, orientador vocacional, o en la parte administrativa de planes y programas de estudio. A veces, si el psicólogo educativo logra generar un estado emocional de confianza, se convierte en una especie de consejero y guía de los alumnos, lo que no pasa en la serie de 13 Reasons Why.

 

Si su interés es trabajar con distintos padecimientos mentales, conocerlos a fondo y poder tratarlos para ayudar al paciente a sentirse mejor, entonces la psicología clínica le resultará un camino enriquecedor. El psicólogo clínico puede trabajar en cualquier organización del área de la salud, ya sean hospitales, instituciones psiquiátricas o clínicas. Es común que, hoy en día, los pacientes tengan un acompañamiento psicológico pre y postoperatorio. En realidad, solo en estos casos es cuando usamos bata como lineamiento del hospital.

 

Por otro lado, los psicólogos no podemos recetar. La figura del experto en salud mental que escucha los padecimientos del paciente y le manda un psicofármaco en realidad es la del psiquiatra; es decir, un médico que se especializó en psiquiatría y estudia el sistema nervioso central y las afecciones de este. Lo cierto es que, como psicólogos, trabajamos muy de la mano con los psiquiatras y es fundamental que conozcamos y estudiemos, tanto los distintos manuales diagnósticos de salud mental, como los principales psicofármacos que se recetan hoy en día. Necesitamos saber qué son, para qué sirven y cómo funcionan en el paciente, esto sin importar si decidimos dedicarnos a la psicología clínica, organizacional, educativa o cualquier otra rama.

 

La imagen del paciente acostado en un diván hace referencia a la terapia psicoanalítica. Para ser terapeuta, es necesario que, después de la carrera (generalmente psicología, pero no es obligatorio que sea así) se especialice en terapia psicoanalítica, una de las muchas terapias psicológicas que existen (están también la cognitivo-conductual, la conductista, la Gestalt, la humanista y la sistémica). Los psicólogos no leemos microexpresiones faciales y mucho menos la mente; tampoco acompañamos físicamente a nuestros pacientes a los lugares en donde se sienten angustiados, pero lo que sí hacemos es profundizar en la mente humana y leer el discurso entre líneas del otro. Aprendemos distintas técnicas en la carrera para poder trabajar con algo tan complejo como la mente humana, las emociones y la conducta. 

 

Si quieres ahondar más en estos temas, en el blog de Eleia existen muchos artículos que abordan distintos contenidos relacionados con la mente y el trabajo psicológico y psicoanalítico.

 

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