¿Es posible evaluar la conducta de un recién nacido?

Por Laura De La Torre

 

Es curioso pensar cómo esos seres pequeños, neófitos en el mundo, sin habilidades lingüísticas, generan la búsqueda de otro tipo de indicadores para establecer un parámetro de desarrollo. Si bien, hay diversos psicólogos y psicoanalistas que se han especializado en este tema cautivador, en esta ocasión me decantaré por la psicoanalista polaca, Esther Bick. Ella se interesó por los estados mentales en los niños pequeños y abrió la posibilidad de tener una mirada psicoanalítica en las etapas más tempranas en el seno familiar. Bick planteó un método de observación de bebés que va de los cero a los dos años de vida. Este método le dio la oportunidad de proponer diversos conceptos clínicos con fundamentos psicoanalíticos para entender las ansiedades y defensas más arcaicas.

 

La técnica propuesta por Esther Bick consiste en que el observador debe acudir una vez a la semana a la casa de la familia del bebé. El o la observadora no podrá ser una persona cercana a la familia. La visita deberá ser siempre el mismo día, a la misma hora, y consistirá en observar sin tomar nota alguna en ese momento, pues esto interrumpe la observación. No se trata solo de mirar, sino de poner atención al bebé, a sus gestos, al lugar, así como a las personas que están implicadas en su cuidado. A su vez, no se deberá dar ningún tipo de juicio o recomendación, aunque la familia o cuidador primario lo pida; “simplemente observar”. Con esto, espero que no se malinterprete la actividad como algo sencillo de realizar, pues la difícil tarea que tendrá el observador será intentar no introducir distorsiones en el dinámica y seno familiar, y a la vez, sentirse parte de este para poder observar y recibir el impacto general que está presenciando.

 

Posteriormente, el observador asiste a un grupo de discusión donde hay un coordinador, una persona con más experiencia en el campo de la observación de bebés. Entre el coordinador y los demás miembros del grupo facilitan que el observador pueda ir rearmando, historizando y construyendo la trama psíquica de eso que observó. El grupo, además de facilitar el poner en palabras esa dinámica mayormente preverbal y cargada de emociones, sirve también como un continente para las emociones del OB (observador de bebés), pues además de observar, recibe.

 

Este método puede servir para la indagación e investigación de periodos muy tempranos, caracterizados por ser preverbales. Anteriormente, se creía que no sucedía nada al no haber un diálogo o una interacción más activa. El que observa psicoanalíticamente se vuelve un invitado a un lugar muy íntimo para presenciar los estadios de desarrollo psíquico de un ser humano y los cuidadores primarios. Es invitado al nacimiento del pensamiento y a situaciones que producen impactos emocionales intensos. Deberá aceptar las emociones y sensaciones que observa y que se despiertan en él sin intervenir. Por ejemplo, puede ver la desesperación de una madre primeriza, cansada por los desvelos del primer mes, al no entender la razón del llanto de su bebé y querer cargarlo rápidamente para que se detenga. Esta escena puede generar en el observador un deseo de explicar las hipótesis que se le ocurran, cosa que debe evitar a toda costa. En otras palabras, el OB deberá aceptar, sin intervenir, el sufrimiento de ver a la madre sin saber cómo cumplir su función. Solo así podrá recoger los datos libres de interpretaciones, tolerando y apreciando la construcción de ese vínculo temprano, y descubriendo junto con las madres cómo encuentran soluciones propias a los problemas emergentes en la díada.

 

A la pregunta de si es posible evaluar la conducta de un recién nacido, la respuesta es: sí. Hay una serie de pautas comunicativas preverbales que invitan a la madre (o cuidador primario) a responder para que en ese interjuego se constituya un aparato del pensamiento. Este aparato incipiente, poco a poco, irá adquiriendo la capacidad de metabolizar las experiencias que la desintegración experimenta, intensas pero necesarias que, con la ayuda de la madre, podrá integrar y, de esta forma, construir un aparato mucho más evolucionado. Las pautas de la observación de bebés no pretenden ser juicios de valor o etiquetar algo como “bueno o malo”. Mediante la observación de bebés, los observadores se entrenan para desprenderse de las ideas preconcebidas acerca del “manual de crianza de un bebé”, que es inexistente. Cada bebé posee una manera única de desenvolverse, a la vez que la madre tendrá una manera única de aproximarse e intentar resolver las problemáticas que su bebé le demande.

 

Este método permite las particularidades del comportamiento, significativas para la forma en la que determinado bebé experimenta sus relaciones objetales. El mundo externo y los miembros de la familia tendrán cierta libertad, a la vez que serán capaces de mostrar el proceso de lo visible del comportamiento (gesto o sonido) a lo invisible del pensamiento y su constitución. Así, se pone al bebé como un sujeto de observación, no un objeto. Esto da pie a la posibilidad de estudiar la comunicación primitiva y cómo se va constituyendo el espacio corporal.

 

Tempo Lineare es una institución italiana fundada a finales de la década de los años noventa. Parte del MOB (Método de Observación de Bebés), creando un lugar de encuentro donde los padres y los abuelos pueden jugar con sus niños, con la diferencia de que en este espacio pueden recibir el apoyo de psicoterapeutas y educadores. Es importante destacar que, por el tipo de modelo, el personal colabora con y no solo para los usuarios. Con ello, me refiero a que los terapeutas y educadores no se convierten en los expertos y la familia no delega la responsabilidad, sino que, más bien, participa activamente. 

 

Los objetivos básicos de dicha institución consisten en crear un ambiente terapéutico en el que los padres se vuelvan observadores de sí mismos y del vínculo e interacción que tienen con sus pequeños. Es decir, les invitan a volverse observadores de lo que sucede para que puedan sostener y reflexionar en torno a lo que miran. En paralelo se trabaja para que los pequeños puedan interiorizar el trabajo que padres, terapeutas y educadores están realizando.

 

Me parece importante rescatar que hay que aprender a observar antes de lanzar una evaluación, ya que esto permite que no se patologice una conducta del recién nacido y de la madre o padre. Si bien, es necesario tener pautas de desarrollo para poder intervenir tempranamente en problemas que se puedan estar presentando, la mirada de Esther Bick llama a la calma para entender que, algunas veces, la díada puede integrar esas angustias sin una intervención intrusiva.

 

Referencias

Bick, E. (2012). Notas sobre la observación de infantes en la formación psicoanalítica. En J. Magagana y C. Juárez (comp.). Observación de bebés. El método Esther Bick de la clínica Tavistock (pp. 23-41). Paidós. (Obra original publicada en 1967).

 

Pasquini, P. (2009). Escuchar y compartir la experiencia de crecimiento. Revista Colombiana de Psiquiatría, 2, pp. 3-33.

 

Mathelin, C. (2001). Psicoanálisis en neonatología. Clínica psicoanalítica con bebés prematuros (pp. 23-36). Nueva visión. (Obra original publicada en 1998).

 

Rustin, M. (2013). Esther Bick. Melanie Klein Trust [sitio web]. https://melanie-klein-trust.org.uk/es/writers/esther-bick-3/

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