Mientras agonizo de William Faulkner: pérdida, duelo y la muerte de la madre

Natalia Equihua

La muerte y el duelo son temas que, en general, tratamos de evitar. Si bien existen culturas, como la mexicana, en donde la muerte es parte de una festividad y una celebración de la vida, en la cotidianidad de la mayoría de las tradiciones occidentales –todas con una gran influencia judeocristiana– el deceso de una persona amada se trata con cautela, solemnidad, tristeza y sigilo. Preguntar sobre lo que alguien siente en el luto es un ejercicio difícil y la respuesta puede ser tumultuosa o incluso imposible de enunciar. Asimismo, la muerte es un suceso que puede provocar gran curiosidad; después de todo, y a pesar de las explicaciones que existen en torno ella, la muerte es aún algo misterioso y desconocido.

Con el desarrollo de las teorías psicológicas, entre ellas el psicoanálisis de Sigmund Freud, hemos podido acercarnos y dar sentido a los sentimientos que surgen con el fallecimiento de una persona amada. Hoy en día sabemos que existe un proceso de duelo y un sentimiento de pérdida, así como un cuestionamiento sobre la fragilidad que significa estar vivos. No obstante, en las primeras décadas del siglo XX, la muerte y el duelo eran indudablemente situaciones que se enfrentaban en silencio, sobre todo en aquellas sociedades que se rehúsan a hablar abiertamente sobre ellos. En este contexto fue que el autor estadounidense William Faulkner escribió la desafiante novela Mientras agonizo, una obra literaria cuya premisa central es desentrañar cómo se vive la muerte de un ser amado; en este caso, la madre.

La historia transcurre en Yoknapatawpha, un condado ficticio ubicado en el sur de los Estados Unidos, en los años treinta. Lejos de esa nación moderna y con delirios de grandeza, llena de grandes ciudades y modernizada gracias a los últimos avances científicos y tecnológicos, la zona rural que se describe en esta novela está rodeada de campos de cultivo, pequeños pueblos en donde todo se sabe de todos y en el cual la pobreza es una presencia constante para las familias que viven de sus pequeñas granjas. Aquí, los Bundren, una de estas desafortunadas familias, nos dan acceso a su realidad y a sus pensamientos justo en el momento en que la madre de familia, Addie Bundren, está por morir. La trama gira en torno a la decisión de Anse, el esposo y padre, de enterrar a Addie en su pueblo natal de Jefferson, un trayecto que les tomará al menos un día de recorrido a caballo, así como las reacciones y pensamientos del resto de la familia: los cuatro hijos –Cash, Darl, Jewel y Vardaman– y la única hija –Dewey Dell. Más allá de un relato sobre el camino que recorren obstinadamente para cumplir la promesa a la fallecida Addie, el viaje de los Bundren es una exploración de dos aspectos importantes: primero, devela cómo, para esta familia, aceptar la muerte del ser amado y vivir el duelo es un proceso tanto físico como psicológico; y segundo, como irán descubriendo los personajes, la pérdida de la madre es, también, la pérdida de su estabilidad emocional y familiar.

Como muchos autores del periodo moderno, Faulkner tuvo una clara influencia del psicoanálisis freudiano; en particular, el autor retomó la idea del inconsciente y lo mucho que éste puede revelar sobre nuestra forma de ser y actuar. Un ejemplo claro es la estructura misma de la novela: el libro está dividido en 51 secciones, cada una de las cuales narra la muerte y el peregrinaje desde la perspectiva de un personaje diferente, que puede ser los miembros de la familia Bundren, el médico, los vecinos e incluso la fallecida Addie. El resultado nos coloca a nosotros, los lectores, en la posición de reconstruir lo sucedido e intentar dar sentido a las acciones de los personajes a partir de lo que narran sobre sí mismos y sobre aquellos con quienes interactúan.

Entre los principales pensamientos que describen, encontramos reflexiones sobre el significado de la partida de Addie, ira, enojo, incomprensión, confusión, indiferencia e intentos desesperados por dar sentido a su muerte, a lo que llevó a ella y a lo que sigue ahora que estará ausente. Esta mezcla de sentimientos se resume en la reacción de Vardaman, el más pequeño de la familia, quien se pregunta si su madre es ahora un pez y aterrorizado observa cómo su hermana Dewey Dell fríe la pesca del día para alimentar a su padre y al médico que acaba de confirmar la muerte de su madre. Darl, por su parte, contiene el llanto, incapaz de enunciar palabra alguna. Y Dewey Dell medita sobre su reciente y subrepticio encuentro con un muchacho del pueblo y la consecuencia de esa relación sexual, situación que debe confrontar sola, ya que ahora ella es la única mujer de la familia. Así, el duelo ocupa las mentes de los Bundren y el dolor que sienten los confronta con los conflictos que también existen en sus vidas: la culpa, el olvido, los secretos y la rebelión.

La familia también vive la muerte de Addie como una tragedia física. Al inicio de Mientras agonizo, encontramos al hijo mayor, Cash, serruchando y martillando rítmicamente pedazos de madera para construir el ataúd de su madre, quien, aún viva y agonizando, observa silenciosamente el contenedor en el que muy pronto descansará. Los vecinos y trabajadores que llegan a casa de los Bundren observan la escena con disgusto e incredulidad: ¿cómo se atreven a invocar la muerte de alguien que sigue viva y consciente? La crudeza de ese instante se transforma en empatía al darnos cuenta de que la pobreza les impide embalsamar el cuerpo antes de velarlo y la determinación de Anse por llevar a su esposa a su pueblo natal hacen necesario que el ataúd esté listo tan pronto como Addie muera. No así, la familia enfrenta una serie de infortunios al intentar completar su objetivo. Tres días transcurren antes de que puedan partir hacia Jefferson, pues deben reparar la carreta que los transportará hacia su destino; mientras tanto, el cuerpo de Addie se descompone rápidamente. Al mismo tiempo, las condiciones climatológicas son un terrible determinante de su travesía: en los días previos y posteriores al deceso, una fuerte tormenta se desata con tal magnitud, que el río aumenta su caudal y la fuerza destruye los puentes necesarios para completar su viaje. Lo que la familia esperaba que fuera un viaje corto para enterrar a la madre y esposa y así poder continuar con sus vidas, se torna en un camino sinuoso. Conforme el cuerpo de Addie se pudre en el ataúd, los Bundren describen las dificultades de afrontar la pérdida de un miembro de la familia cuando se es pobre y granjero; asimismo, su historia sirve como una metáfora sobre el proceso del duelo, el cual es sin duda un camino lleno de obstáculos y difícil de recorrer.

Una de las características centrales del duelo es que éste lo desata la pérdida de un ser amado. Por lo tanto, es necesario interrogarnos quién es Addie Bundren y por qué su partida causa un dolor tan profundo y desestabilizante en su familia. En Mientras agonizo, la madre está físicamente ausente, pero psicológicamente se hace presente en los pensamientos de sus hijos. Desde que inicia la construcción del ataúd, hasta que parten en su travesía, sus cinco hijos nos revelan el papel central de Addie en la formación de la identidad de cada uno. A través de monólogos, Faulkner deja entrever que se trataba de una madre ambivalente y parcial, quien se sentía sumamente apegada a Cash y Jewel, mientras que a los otros los rechazaba. A lo largo de la historia, el silencio y aparente indiferencia de esos dos hijos contrasta con la extrema tristeza y desorientación de los que nunca tuvieron el amor materno y que, por el contrario, perdieron a la madre mucho antes de que ésta falleciera. Aún más, Addie continúa su legado tras fallecer, pues su existencia y sus actitudes permean las decisiones de sus hijos, sus personalidades y la forma en que se relacionan con lo demás.

Mientras agonizo es un macabro y crudo relato sobre la muerte, uno que con gran maestría profundiza en los confusos sentimientos de ser hijo, padre o madre en el Estados Unidos rural de principios del siglo XX. Por encima de todo, nos adentra en el sinuoso camino y la ardua labor de procesar la pérdida de la madre y lo mucho que influyen los lazos que se crearon, o no, las palabras que se intercambiaron y el futuro que se vislumbra. Las palabras del Dr. Peabody, médico del pueblo, son las únicas de la obra que le dan un poco de sentido a esta muerte y, en realidad, a cualquier otra: “recuerdo cómo, cuando era joven, creía que la muerte era un fenómeno del cuerpo; ahora sé que es simplemente una función de la mente y de las mentes de aquellos que sufren el duelo” (p. 18).

Referencias

Faulkner, W. (2004). As I Lay Dying. Londres: Random House.

Adamowski, T.H. (1980). “Meet Mrs. Bundren”: As I Lay Dying – Gentility, Tact, and Psychoanalysis. University of Toronto Quarterly 49(3), pp. 205-227.

Compartir: