Los sueños: un campo fundamental en el entrenamiento psicoanalítico

Por Elena Ortiz

 

Estudiar el Doctorado en Clínica Psicoanalítica en el Centro Eleia es una estimulante y enriquecedora experiencia. En Eleia, pensamos que la formación en esta disciplina es un ejercicio que requiere de una actualización permanente. Resulta fundamental transitar por el mundo del psicoanálisis contemporáneo con un enfoque plural, que permita valorar la multiplicidad de vértices que existen para abordar el estudio de la mente humana.

 

El estudio de los sueños, desde el origen del psicoanálisis, es central para la comprensión del psiquismo. Una de las grandes aportaciones de Freud fue mostrar que los sueños significan y desarrollar un método de investigación para estudiarlos y comprender cómo se construyen. Sin embargo, Freud ancló su trabajo en la neurofisiología y en concepciones cuantitativas. Para él, los símbolos oníricos se comprendían como una sustitución, una traducción sin alteración ni aumento de significado. En otras palabras, el trabajo del sueño no construye un significado, sino que este viene dado de antemano, y no implica la construcción de algo original; entonces, los pensamientos oníricos tienen una existencia previa al sueño y los sueños no dicen nada nuevo.

 

También, Freud pensó que los sueños eran producto de un movimiento regresivo (regresión tópica) hacia formas más primitivas del funcionamiento mental. En el sueño priva lo que denominó proceso primario. El sueño sería una producción que se organiza desde un polo arcaico del aparato mental y donde el funcionamiento es menos sofisticado.

 

Para quien se forma en la atención de pacientes desde el psicoanálisis, es básico comprender las aportaciones que son pilares de la investigación sobre los sueños, pero también estudiar a fondo los cambios teóricos y clínicos que se han dado a más de cien años de que Freud escribió La interpretación de los sueños.

 

Autores como Wilfred Bion, quien despliega una nueva metapsicología proponiendo la teoría del pensamiento, dan a los sueños un estatuto aún más central que el que Freud les confirió. Estas perspectivas aportan las bases para comprender los sueños como auténticas y vívidas manifestaciones del drama de la vida emocional, y también consideran que lo onírico es el eje del trabajo analítico.

 

Junto con Bion, Donald Meltzer piensa que los sueños se generan gracias a funciones altamente creativas, tanto poéticas —principalmente la metáfora— como plásticas —imágenes—. Lo más sofisticado de la mente humana estaría en el núcleo de la constitución del sueño. Los sueños son el núcleo del proceso de pensar acerca del sentido de las experiencias, y los recursos con los que se edifica el sueño son artísticos.

 

Los sueños son el centro de articulación de los significados. Estar frente a un sueño es ser testigo de un proceso vivo, dinámico, no solo expresivo, sino constructivo de significado, mediante el cual se imprime sentido a la experiencia.

 

Hay muchas consecuencias clínicas y técnicas que se desprenden de esta teoría contemporánea de los sueños. Por ejemplo, en el trabajo clínico con los pacientes, Meltzer piensa que los sueños vienen al rescate del analista frente a su propia pobreza simbólica. El analista quisiera ser un poeta, un artista para poder captar y contribuir a generar riqueza de significados, pero no lo es. Los sueños del paciente le aportan las metáforas que busca en su intento de comprensión y, también, facilitan el desarrollo de un lenguaje propio entre paciente y analista.

 

Otra consecuencia técnica es el interés en el componente estético de las interpretaciones. Lo estético queda profundamente vinculado a los procesos de pensamiento y al desarrollo simbólico. La metáfora no solo es un recurso para expresar, sino también para construir. Los procesos creativos de tipo poético y plástico son lo que se pone en marcha para construir significados que dotan a la vida de sentido. Desde esta óptica, Meltzer piensa que estos recursos también debieran ser usados por los analistas para desplegar un diálogo con el paciente que impulse la creación de sentido.

 

Si el analista intenta acercarse al modo más creativo en que la mente opera, utilizará interpretaciones donde hay metáforas sencillas para señalar aspectos del self, objetos internos, mecanismos de funcionamiento mental o estados emocionales; entenderá que conviene evitar las intervenciones repetitivas, clichés y rutinarias, y preferirá las coloquiales, sencillas y descriptivas que tienen un efecto emocional más fuerte, que resultan más vivas y más auténticas.

 

El entrenamiento que se adquiere en el Doctorado en Clínica Psicoanalítica se dirige hacia puntos como este: incrementar las capacidades clínicas del trabajo con los sueños, adquiriendo estrategias refinadas para comprender e intervenir sobre ellos.

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