Lo indecible, la pulsión, el trauma, la muerte: lo real

Por Miguel Eduardo Torres Contreras

Ya en entregas anteriores hemos hablado, grosso modo, sobre el trayecto de Jacques Lacan con los tres registros u órdenes: lo real, lo simbólico y lo imaginario, publicado en Lo simbólico, lo imaginario y lo real (2005). En un inicio, Lacan aborda, de manera primordial, lo imaginario en “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia analítica” (1949); más tarde, se centra en el orden simbólico en “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953); y en la última fase de su obra, pone énfasis en el registro de lo real en el Seminario 22: R. S. I. (1974 – 1975) y en el Seminario 23: El Sinthoma (1975 – 1976). Para algunos, el ultimísimo Lacan es el centrado en dicho registro y, aunque hay buena parte de verdad en esto, también es cierto que el autor habló de lo real en un artículo temprano de 1936 titulado “Más allá del principio de realidad”. En dicho artículo, lo real es entendido como la cosa en sí, lo opuesto al reino de la imagen; a su vez, lo real pertenece al orden del ser, una noción filosófica vigente en ese entonces.

 

Aunque éste fue el punto de arranque de las reflexiones de Lacan sobre lo real, el término sufrió muchos cambios a lo largo de su obra. Dejó de mencionar este término hasta que, a inicios de los años cincuenta, retomó la idea de Georg Wilhelm Friedrich Hegel: todo lo real es racional y todo lo racional es real.

 

Es en 1953 en Lo simbólico, lo imaginario y lo real que Lacan plantea lo real como uno de los tres órdenes o registros con los cuales se pueden describir los fenómenos psíquicos, desde la perspectiva psicoanalítica. Los otros dos registros son lo imaginario y lo simbólico. Lo real ya no sólo es lo opuesto a lo imaginario, sino que ahora es también lo que está más allá de lo simbólico. En otras palabras, es lo que está fuera del lenguaje y no es posible simbolizar. Esto quiere decir que, si bien, el lenguaje sirve para expresar muchas cosas, no sirve para expresar todo. Así, lo real es aquello que no puede ser dicho por el lenguaje. Adquiere, entonces, un carácter de imposibilidad: es imposible imaginarlo y es imposible integrarlo en el orden simbólico.

 

Lo anterior provoca que lo real se convierta en algo traumático, precisamente porque no es posible que se integre en el orden de lo simbólico, ni es posible que se inscriba en el orden de lo imaginario. Esto tiene consecuencias importantes para la comprensión de la vida psíquica del ser humano, porque, si lo real es parte de los tres registros de la vida mental, entonces siempre habrá realidades que serán indecibles para nuestra especie; a su vez, siempre habrá vivencias traumáticas. En otras palabras, lo traumático es inherente, constitutivo de la vida mental.

 

Una faceta más de lo real en la propuesta lacaniana es que remite al goce. El goce no es el placer, el disfrute, el gozo o el deleite; el goce linda con el dolor, el sufrimiento, la muerte. Lo que sucede con sujetos adictos ayuda a entender el goce vinculado con lo real. Por ejemplo: la primera vez que consumió una droga, el sujeto adicto experimentó un orgasmo (químico), nunca antes sentido; esa primera experiencia se pierde para siempre, como se pierde la experiencia de placer del primer objeto en todo humano.

 

El sujeto adicto busca tener de nuevo esa experiencia primigenia, que nunca logrará experimentar de la misma manera que la primera vez. La experiencia siguiente será siempre menor, la siguiente menor y así sucesivamente, hasta llegar a experimentar un placer semejante a otras experiencias. Luego, experimentará cada vez menos placer, y menos, y menos, y menos, hasta llegar al dolor, lo que lo llevará a consumir para no sentir dolor.

 

El del adicto se trata de un dolor placentero, un placer sufriente, un placer negativo: esto, en Lacan, es el goce. Para el adicto, el consumo no es algo que le guste, sino algo que sufre; es un placer espurio. Este goce, que implica una destrucción, remite, a su vez, a la pulsión de muerte. Y sabemos que la pulsión de muerte significa destrucción, desagregación, vuelta a lo inanimado. Una obra cinematográfica que expresa de una manera magistral el goce es El imperio de los sentidos (Oshima, 1976).

 

Para finalizar, hay que decir que lo real no es sinónimo de la realidad, sobre todo de la realidad fáctica, externa. Y, por otra parte, como ya dijimos, hay una imposibilidad de definir lo real: sólo se puede esbozar, bordear, mirar al sesgo, como dice Žižek en Mirando al sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular (2013).

 

Referencias:

Evans, D. (1997). Diccionario introductorio de psicoanálisis lacaniano. Paidós.

Fink, B. (1997). Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano. Teoría y técnica. Gedisa.

Lacan, J. (1974 – 1975). Seminario 22: R. S. I. Versión privada.

Lacan, J. (2005). Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Versión privada. (Obra original publicada en 1953)

Lacan, J. (2006) Seminario 23: El Sinthoma. Paidós. (Obra original publicada en 1975-1976)

Lacan, J. (2009). Más allá del principio de realidad. En Escritos 1. Siglo XXI Editores. (Obra original publicada en 1936)

Lacan, J. (2009). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia analítica. En Escritos 1. Siglo XXI Editores. (Obra original publicada en 1949)

Lacan, J. (2009). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. Siglo XXI Editores. (Obra original publicada en 1953) Oshima, N. (Director). (1976). El imperio de los sentidos. Daiei-Kyoto Studios; Argos Films; Oshima Productions; Shibata Organisation. Žižek, S. (2013). Mirando al sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular. Paidós.

 

 

 

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