Lacan: el trayecto del retorno a Freud

Por Miguel Eduardo Torres Contreras

Sin duda, uno de los psicoanalistas posteriores a Sigmund Freud más creativos y polémicos es Jacques Lacan. Psiquiatra de origen, Lacan ingresa al estudio del psicoanálisis por medio de la paranoia. Podríamos decir que, si Freud entra por la neurosis, en especial por la histeria, Lacan lo hace por la psicosis, en particular por la paranoia. En efecto, su tesis doctoral de 1932 se titula De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad; luego, en su artículo “Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin” (1933) retorna al tema.

En su tesis doctoral incluyó el estudio de una mujer a la que llamó Aimée, quien intentó acuchillar a la famosa actriz parisina, Huguette Duflos, hecho que tuvo gran resonancia en la prensa francesa. Asimismo, como resultado de su estudio de la paranoia en este texto, acuñó el término paranoia de autopunición. Todo este primer momento de su desarrollo ─lo que llamaríamos después “el primer Lacan”─ desembocó en el planteamiento del primero de los tres registros: el registro de lo imaginario.

Ya desde estos textos iniciales surgieron temas que serían centrales en su obra posterior: el narcisismo, la imagen, el ideal, la mirada. Para Aimée, Huguette Duflos representaba su ideal, lo que ella aspiraba a ser y, al mismo tiempo, esa imagen ideal se convertía en un peligro para ella y su hijo. El mismo objeto es susceptible de admiración y de odio. En el caso de las hermanas Papin, éstas mataron a sus empleadoras ─madre e hija─, después de que ellas mismas provocaran, accidentalmente, un apagón eléctrico en la casa. Las empleadoras llegaron y se dieron cuenta del hecho. No se sabe qué les dijeron con exactitud a las Papin, pero de inmediato realizaron el crimen: “Sobre la forma del ataque, es difícil admitir otra versión que la que han dado las hermanas, a saber, que fue repentina, simultánea y llevada de golpe al paroxismo del furor: cada una se apodera de una adversaria, le saca viva los ojos de las órbitas (hecho inaudito, según se ha dicho, en los anales del crimen) y luego la remata” (Lacan, 1933, p. 2). Destrozan los cuerpos con los instrumentos que encuentran, los lavan y, luego, se suben a dormir a su recámara, acostándose juntas en la misma cama.

En su breve estudio sobre este crimen, Lacan habla del “mal de ser dos”: el otro soy yo, pasión que acaba en la muerte. Se odia al otro, que representa el ideal de sí mismo, y este odio genera una necesidad de autocastigo. La cárcel, en ambos casos, no es sino el autocastigo buscado.

El siguiente paso que Lacan da, en esta línea, es en el Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA por sus siglas en inglés), realizado en Marienbad en 1936, con su tesis del “estadio del espejo”. Estaba leyendo su texto cuando fue interrumpido por Ernest Jones, quien conducía la reunión, lo cual fue un presagio de lo que vendría después: la ruptura entre la IPA y Lacan, en conjunto con sus seguidores. En 1938 escribe un artículo sobre la familia para L’Encyclopédie Française, donde vuelve a abordar el tema del estadio del espejo.

Finalmente, en el Congreso de Zúrich de 1949, presenta su célebre texto El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. El infans (el que aún no habla) entre los seis y los dieciocho meses, ve su imagen en un espejo y queda fascinado con ella. Mientras su vivencia es fragmentaria por su falta de maduración, su imagen en el espejo es acabada, completa, una Gestalt. Ante tal imagen, el infante experimenta un júbilo anticipatorio, pues es una imagen ortopédica de sí mismo, total y completa, con la que se identifica, dando origen a un yo ideal. Así, el infante queda “atrapado”, enajenado en esa imagen ideal. Por tanto, el yo se constituye mediante una identificación alienante. Este es un momento estructurante que tendrá como resultado que todos los seres humanos queden marcados para siempre, con una imagen de sí mismos que, en realidad, no son.

Esta comprensión de Lacan sobre la formación del yo fue una de las razones por las cuales entró en conflicto con la escuela norteamericana de la psicología del yo y la IPA. Si lo que existe es un yo alienado, hacer una alianza con ese yo, que se cree imaginariamente lo que es, constituye lo más antianalítico que pueda existir, ya que le quita al psicoanálisis su carácter subversivo. Por tanto, en 1951, Lacan inicia un seminario semanal en el que propone su consigna del “retorno a Freud”. Hay que estudiar a Freud a fondo y recuperar el talante revolucionario y subversivo del psicoanálisis.

 

Referencias:

Lacan, J. (2007). Escritos (vol. 1), Siglo XXI. (Obra original publicada en 1966).

Lacan, J. (1933). Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin. Le Minotaure, núm. 3/4, pp. 25-28. Recuperado de https://psicopatologia1unlp.com.ar/bibliografia/seminario-lacan/Motivos%20del%20crimen%20paranoico.pdf

Hernández, V. (2012). La personalidad: una perspectiva psicoanalítica, Ediciones Navarra.

Leader, D. y Groves, J. (2008). Lacan para principiantes, Era Naciente.

 

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