Intervenciones de apoyo e intervención en crisis

Por Cristóbal Barud Medrano

El encuadre psicoanalítico está diseñado para observar e investigar, de la mano del paciente, su propia mente. Sus condiciones en torno a la constancia y frecuencia permiten construir un clima de intimidad en el que se pueda hablar libremente, por lo que quedan en segundo plano las posiciones o posturas personales del terapeuta. No obstante, las limitaciones y situaciones de tiempo, economía y privacidad en ambientes institucionales o momentos de crisis, obligan a pensar en adaptaciones y recortes, sin contar con el pertinente cuestionamiento sobre la vigencia del método psicoanalítico en dichos espacios.

Si bien se mantuvo fiel a la idea de profundizar el análisis, con su frecuencia y regularidad, el propio Sigmund Freud habló sobre estas posibilidades en “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” y en “El porvenir de la psicoterapia psicoanalítica”. Agudo, como era el maestro vienés, pensaba que los preceptos básicos del psicoanálisis se adaptarían a una multitud de situaciones clínicas diferenciadas, más acotadas y menos dependientes del encuadre psicoanalítico en situaciones de limitación económica, temporal, etcétera. Estos textos, promisorios sin duda, anticiparon un periodo de trabajo clínico posterior, en donde los preceptos psicoanalíticos, entremezclados con las estrategias de las otras psicoterapias, como el apoyo, llevaron a la focalización de la terapia psicoanalítica, en el tiempo y, específicamente, respecto de objetivos puntuales.

Hoy, si bien no proponen el uso del encuadre clásico, las instituciones de salud y las organizaciones de asistencia nutren el trato de sus usuarios con la teoría psicoanalítica. Sin embargo, los conceptos técnicos del análisis, como la transferencia, la angustia como brújula que orienta al terapeuta y su engarce con la fantasía, favorecen una mirada amplia en el trabajo cotidiano en dichos espacios.

          Donald Winnicott fue uno de los pioneros de estas aproximaciones. Acuñó el término “consultas terapéuticas” para delimitar una serie de encuentros esporádicos, de duración variable con padres y niños que, por diversos obstáculos materiales, no pudiesen acudir con regularidad a donde él se encontraba. En ellas, empleaba el método del juego y aportaba sostén emocional a los padres aquejados por diversas dificultades en torno a sus hijos, sin descuidar su comprensión de las dinámicas inconscientes centrales que abonaban a la preservación del conflicto.

          Knight, por su parte, acotó el campo de la psicoterapia de apoyo. Pensaba en el modo en que los preceptos del psicoanálisis podrían orientar un trabajo terapéutico en situaciones puntuales, actuales, claramente delimitadas y con un carácter inmediato. De esta idea pionera surgieron diferentes aproximaciones basadas en la focalización del conflicto y la delimitación temporal. Knight piensa que la terapia de apoyo igualmente puede promover un cambio interno, no a través del esclarecimiento de la transferencia, sino mediante el fortalecimiento de ciertas funciones psíquicas que, de momento, se encuentran rebasadas por el conflicto. La definición del apoyo y su relación con los aspectos colaborativos de la transferencia ha sido el tema de estudio en estos enfoques.

Podría pensarse que las aproximaciones de apoyo y el análisis son una elección binaria: o lo uno o lo otro. Sin embargo, el apoyo es un concepto amplio que abarca diversas posturas y herramientas. Además, la oposición entre ambos tipos de postura es más didáctica que práctica, por lo que, en realidad, se trata de un continuo de estrategias que se emplean en toda psicoterapia. Así, la distinción entre apoyo y esclarecimiento hace referencia a una postura del terapeuta que varía a través de momentos del trabajo o puede constituir un enfoque de carácter estable. No obstante, para que una terapia de apoyo sea efectiva y eficaz, es fundamental la comprensión psicoanalítica. Al detectar los matices de la transferencia, es posible captar el tipo de angustia presente en sesión y entender lo que el paciente espera del terapeuta. De ese modo, se puede efectuar una intervención más cercana y descriptiva de la situación puntual. Como puede observarse, el apoyo abarca la posibilidad de ayudar a la enunciación de emociones y situaciones presentes. Esta tarea no es sencilla cuando la angustia de un momento complicado rebasa a un paciente.

          En el curso “Perspectivas psicoanalíticas en psicoterapia de apoyo e intervención en crisis”, revisaremos las formas en que el diagnóstico psicoanalítico agudiza la posibilidad de trazar un vínculo cercano con pacientes en situaciones de ansiedad y crisis. Asimismo, veremos más a fondo las diferentes herramientas técnicas en las psicoterapias de apoyo.

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