Infoxicación
Por Laura De La Torre
El concepto de infoxicación fue acuñado en 1999 por el físico Alfons Cornellá. Curiosamente, este término apareció antes de la popularización de Internet y el auge de las redes sociales. Sin embargo, en la actualidad, el exceso de información es un fenómeno que todos experimentamos en nuestra vida diaria. Con la llegada de Internet y la democratización del acceso a una gran cantidad de datos, se ha facilitado tanto el consumo como la producción de contenidos. Esto ha llevado a una saturación en los medios y en nuestras pantallas, generando un nuevo tipo de “enfermedad” propia de la era digital. Esto es una metáfora sobre cómo el exceso de información puede llegar a intoxicarnos.
Así podemos entender que el concepto de infoxicación se refiere a la dificultad de filtrar y procesar grandes volúmenes de contenido a los que estamos expuestos. En un mundo hiperconectado, es común escuchar términos como sobrecarga informativa o desinformación. A menudo, esta abundancia nos hace sentir, paradójicamente, más desinformados que nunca. Lo anterior puede desencadenar estrés, ansiedad y otros problemas de salud mental.
Este suceso tiene consecuencias diversas. Una de ellas es la tendencia a compararnos constantemente con los demás. Es necesario recalcar que lo digital o el contacto con las tecnologías no produce la comparación; esta es inherente al ser humano. Entonces, se podría argumentar que las tecnologías son un catalizador que abre un menú infinito de opciones con las cuales podemos compararnos. Por ejemplo, en el ámbito laboral, esta comparación es capaz de llevar a bloqueos creativos, ya que nos enfrentamos a un sinfín de contenidos que dificultan nuestra capacidad para discernir lo verdaderamente relevante. En las redes sociales, esta situación se intensifica con el concepto “FOMO” (Fear of missing out/miedo a perderse algo), lo que tiene el potencial de afectar el autoestima y bienestar emocional.
La sobreabundancia nos distrae y complica nuestra concentración. Muchos nativos digitales enfrentan diversas dificultades, como dispersión y procrastinación, lo que convierte la búsqueda de productividad en un desafío constante. Ante esta realidad, se han desarrollado herramientas para ayudar a filtrar el ruido digital, pero el problema persiste. Esto también altera nuestros hábitos diarios; la recepción incesante de información superficial agota nuestra energía y afecta nuestros patrones de sueño. Curiosamente Reed Hasting, CEO de Netflix, al ser cuestionado sobre cómo las plataformas de streaming competían por el interés del público, mencionó que su competencia no era ni con HBO ni otra plataforma de streaming: el verdadero enemigo es el sueño: «Cuando ves una serie de Netflix y te enganchas, te quedas hasta tarde. Realmente, al final, estamos compitiendo con el sueño» (Himitian 2017). Esta lucha por la atención destaca cómo el consumo continuo de contenido digital interfiere con nuestras necesidades básicas, como el descanso. Además, esto implica la renuncia a otras actividades que solían ser placenteras, como la lectura, impactando así el bienestar general. Inclusive, puede mermar la curiosidad y el descubrimiento de otras ocupaciones.
Afortunadamente, hay formas de mitigar el impacto de la infoxicación. Es esencial elegir cuidadosamente nuestras fuentes y ser conscientes de nuestro entorno y de los contenidos que consumimos. Una sugerencia es empezar con una reflexión sobre nuestros hábitos y cómo afectan nuestro bienestar socioemocional. A pesar de que la democratización de la información tiene sus ventajas, también conlleva riesgos que podemos evitar con atención y precaución. Es una situación compleja, pero al ser conscientes de sus efectos y aplicar estrategias para gestionar nuestro consumo de conocimientos, podemos mejorar nuestra salud mental y calidad de vida. En un mundo donde el contenido abunda, la clave está en darse un tiempo para pensar, seleccionar, eliminar y organizar; en pocas palabras ser precavidos con lo que consumimos. Aunque la tecnología y sus innovaciones ofrecen beneficios para nuestra cotidianidad, es igualmente importante atender los sinsabores digitales para mantener una mejor relación con la información disponible en la web.
Referencias:
Cornella, A. (1999). “Cómo sobrevivir a la infoxicación”. Disponible en: <http://www.upd.edu.mx/PDF/Libros/Infoxicacion.pdf>
Carrión, J. (2021). “La velocidad de la tecnología atropella nuestros cerebros” The New York Times [en línea]. 14 de marzo. Disponible en: <https://www.nytimes.com/es/2021/03/14/espanol/opinion/tecnologia-desigualdad.html?campaign_id=42&em-c=edit_bn_20210316&instance_id=28093&nl=el-times®i_id=72146835&segment_id=53493&te=1&user_id=be28ee8fb9c709f5ff312294cd115dd9>
Himitian, E. (2017). “Desvelados: por las series, casi el 75% de los porteños le quita horas a su descanso” La Nación [en línea]. 31 de octubre. Disponible en: <https://www.lanacion.com.ar/sociedad/desvelados-por-las-series-casi-el-75-de-los-portenos-le-quita-horas-a-su-descanso-nid2049892/#:~:text=%22El%20sue%C3%B1o%20es%20nuestro%20mayor,enganch%C3%A1s%2C%20te%20qued%C3%A1s%20hasta%20tarde>
Organización Panamericana de la Salud (OPS). (2020). “Entender la infodemia y la desinformación en la lucha contra el COVID-19” Hoja informativa (5) [en línea]. Disponible en: <https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/52053/Factsheet-Infodemic_spa.pdf?sequence=14&isAllowed=y>