Entre la salud y el mundo interno existe una estrecha relación

Por Raquel Vega

 

Cuando hablamos de psicosomática, no solo nos referimos a enfermedades concretas como la colitis, gastritis o dermatitis. Hablamos del complejo entramado que existe entre la mente y el cuerpo y también de cómo las emociones y las fantasías inconscientes que dominan en nuestra mente tienen un impacto no solo en las enfermedades que desarrollamos, sino en los cuidados alrededor de los temas de salud.

Leiberman y Bleichmar (2001) refieren que en cuanto a la mente y el cuerpo hay tres situaciones que podemos distinguir:

  • conflictos emocionales que repercuten en el individuo y producen enfermedades físicas,
  • las consecuencias emocionales que produce una enfermedad física,
  • los problemas emocionales que impiden que la persona cuide adecuadamente su salud.

En el primer caso podemos pensar en situaciones en las que un estado emocional, muchas veces provocado por una experiencia, rebasa nuestra capacidad psíquica de elaborar o atravesar dicha situación. Por ejemplo, si uno se encuentra deprimido, el sistema inmune también deja de funcionar adecuadamente, por lo que será más fácil contraer algún resfriado o enfermedad intestinal. Cabe aclarar que todos podemos padecer una enfermedad física a causa de un conflicto emocional y que en ciertas ocasiones todos podemos llegar a somatizar. Pienso en una mujer joven que se entera de que una persona muy cercana y querida ha recibido el diagnóstico de VIH; al día siguiente ella presenta un episodio de colitis muy intensa que no le permite si quiera poder salir de casa. Aunque ella no es una paciente con un funcionamiento psicosomático predominante, cuando ella cuenta lo sucedido, en realidad no conecta el impacto emocional de la noticia que recibió con su episodio de colitis; sin embargo, con apoyo del analista va comprendiendo la posible conexión que tienen estos sucesos.

En cuanto a las consecuencias emocionales que produce una enfermedad física podemos pensar en las ansiedades, fantasías y actitudes que se ponen en juego al momento en que una persona recibe el diagnóstico de una enfermedad. Aquí en realidad la gravedad de la enfermedad es un factor importante y se le suma la particularidad del mundo interno del individuo, que le dará cierto significado a su enfermedad e influirá en el manejo cuidadoso de su enfermedad.

Podríamos pensar en una mujer joven que tiene un diagnóstico de diabetes. La diabetes tiene sus riesgos y complicaciones. Los adecuados cuidados oportunos mejoran notablemente el pronóstico. Sin embargo, para esta mujer, recibir el diagnóstico de diabetes es una situación incapacitante, una sentencia de muerte que está esperando se ejecute a la menor provocación.

Con el mismo diagnóstico de diabetes podríamos pensar también sobre la idea de cómo los problemas emocionales pueden impedir que una persona cuide de su salud adecuadamente. Si lo que domina en la cabeza es la omnipotencia y la desmentida, podríamos encontrarnos frente a una persona que, a pesar de saber que tiene diabetes, se toma un refresco diariamente porque puede haber una fantasía de invulnerabilidad en la que, aun a sabiendas de que se está enferma, imagina que no le va a pasar nada. También podríamos pensar en conflictos infantiles en los que un aspecto de la mente toma las riendas y no se encuentra dispuesta a renunciar a los placeres del azúcar, mientras que el aspecto adulto que da cuenta de las limitaciones no puede tomar el comando de las acciones.  

Incluso podríamos considerar que estos conflictos emocionales se ponen en juego mucho antes de enfermar y son lo que de hecho nos encarrilan al deterioro de nuestra salud. En un contexto más vigente, podemos ver cientos de personas que han hecho a un lado la realidad que los rodea, se han llenado de sentimientos de omnipotencia e invulnerabilidad o han tenido poca capacidad de tolerar las limitaciones actuales y terminan descuidando su salud y contrayendo COVID-19. 

Pensar en las consecuencias que tienen las emociones, las fantasías inconscientes y las identificaciones sobre los cuidados a nuestro cuerpo y salud física es algo central a trabajar en la práctica clínica;  incluso nos puede ayudar a realizar un trabajo preventivo, el cual, en un contexto en donde el sistema de salud está rebasado, se vuelve sumamente importante y valioso.

En el Diplomado “Psicosomática: perspectivas teóricas y enfoques clínicos” abordaremos este apasionante tema de la mano de textos clásicos, contemporáneos y viñetas clínicas, donde pensaremos de forma amplia y compleja la particular relación entre el mundo emocional y las enfermedades físicas.

 

Referencias

Lieberman, C. y Bleichmar, N. (2001), “Lo psicosomático”, Las perspectivas del psicoanálisis, México, Paidós.

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