Experiencia invaluable: lo que hacemos en el psiquiátrico infantil

Por Laura de la Torre

La mayoría de las personas que estudian psicología, al preguntarles qué motivó su elección de carrera, platican que la intriga y curiosidad que sienten respecto al funcionamiento de la mente humana fueron claves para su decisión. Saben, por tanto, que su objeto de estudio los llevará a trabajar con otros seres humanos y que eso requerirá de ellos un gran compromiso ético. Sin embargo, nada lo hace más evidente que el momento en que dan el salto de la teoría a la práctica y a la clínica.

Las materias prácticas brindan a los estudiantes la oportunidad de salir de los textos —sin dejar de lado la teoría—y enfrentarse al complejo mundo de la mente humana en acción. Al estar frente a frente con una persona aquejada por algún síntoma o trastorno mental, la teoría comienza a tener sentido. Se toma conciencia de la realidad detrás de todas esas páginas leídas de madrugada y de todos esos conceptos estudiados en clases a ratos tediosas o complicadas.

Ahora bien, no me malentiendan. Con esto no quiero decir que la teoría no sea importantísima, porque lo es y le sirve de brújula al alumno llevándolo a puerto seguro durante sus prácticas fuera del salón de clase. Es solo que la práctica implica poner sobre la mesa los conocimientos adquiridos y desarrollar la sensibilidad y la destreza necesarias para estar con la persona que acude a pedir ayuda. Es este saber estar sobre el que me gustaría hacer enfásis y apuntar que va más allá de la mera presencia física, pues para el psicólogo implica desarrollar una capacidad de escucha y de presencia emocional. 

El Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan N. Navarro (HPI), de carácter público, abrió sus puertas el 24 de octubre de 1966 para brindar atención a niños y adolescentes con problemas de salud mental y trastornos psiquiátricos. Este hospital ha brindado a los alumnos de Centro Eleia la oportunidad de formarse como psicólogos dentro de sus pasillos. En el hospital, los alumnos aprenden de la experciencia de estar con los pacientes y de observar a los profesionales que trabajan ahí día con día. Además, tienen la posibilidad de intercambiar puntos de vista y experiencias no solo con sus compañeros de clase, sino también con alumnos de otras escuelas y con los diversos profesionistas que coinciden en las instalaciones del Navarro. Así, esta experiencia representa un reto tanto personal como profesional para los alumnos al mostrarles la realidad de nuestro país y la enorme demanda de niños y adolescentes con recursos económicos limitados que requieren de atención psíquica de calidad.

Lo que se hace en el HPI, sin embargo, es mucho más que solo cumplir con el programa de materias. No hay teoría que sustituya la experiencia invaluable de entrar en contacto con los pacientes. Es al estar en el hospital —observando, experimentando y siendo testigo de lo que un tratamiento, un acompañamiento terapéutico y una escucha psicológica hacen por un niño, niña o adolescente— que los estudiantes adquieren un panorama más amplio de las implicaciones y compromisos que conllevan el ser psicólogo.

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