El desarrollo de la teoría sexual en el psicoanálisis freudiano y postfreudiano (parte 2)

Jorge Salazar

 Sexualidad y psicoanálisis

Desde la perspectiva psicoanalítica (Laplanche, 1969) es posible sostener que no hay acontecimiento personal, vivencia psíquica o experiencia emocional en el transcurso del ciclo vital en el que la sexualidad no esté concernida; esta constituye el núcleo del deseo y la motivación principal de las acciones humanas. La sexualidad es indisociable del sujeto y su investigación es el objetivo de la indagación psicoanalítica. Aunada al amor y al erotismo, conforma una triada anhelada por toda persona cuyo logro proporciona sentido a su existencia. La sexualidad es —por cierto, pero no solo— el vínculo erótico con el otro y el mecanismo biológico de reproducción exclusivo en el género humano. La sexualidad está al servicio de la vida y de la propagación de la especie. Asimismo, es un componente insoslayable de las relaciones afectivas y un atributo central de la identidad individual.

En la teoría freudiana, la sexualidad es la fuerza impulsora para el desarrollo de la personalidad así como la causa primordial de las afecciones neuróticas, de las perturbaciones del carácter y de las inhibiciones funcionales debido a la lucha defensiva que el individuo también emprende en contra de ella. Finalmente, de acuerdo con Freud, el inconsciente dinámico está conformado por contenidos sexuales y estos contribuyen a dotar de significado a las fantasías psíquicas. Es así como la sexualidad impregna la vida entera, es motivo de placer tanto como de displacer y proporciona la pasión con la que se vive de verdad mediante su participación en cada una de las experiencias sensibles. Sin embargo, la sexualidad no es la única fuerza constitutiva de la mente; compite con la agresión por alcanzar la primacía psíquica.

La noción psicoanalítica de la sexualidad humana es más abarcadora que la de la sexología. Aquella comprende las características que son investigadas por esta, pero va más allá al incluir las propiedades psíquicas de la vida sexual que la sexología omite considerar por sus propias premisas epistemológicas. Por eso es que el psicoanálisis no es una “ciencia sexual”, ni constituye la prolongación natural de esta y tampoco es una de sus ramificaciones. Como veremos más adelante, la inclusión de los aspectos psíquicos —en especial, el deseo y la fantasía inconscientes— y, junto con ellos, los atributos sociales y culturales —vínculos intersubjetivos e identificaciones grupales— en la noción psicoanalítica de sexualidad, le confiere a esta su carácter específico que trasciende las fronteras del ámbito natural (biológico) para insertarla de lleno en la cultura. De ahí que, en rigor, la sexualidad humana es siempre psicosexualidad (Freud, 1905), es decir, la sexualidad es impensable sin las representaciones sociales y culturales que históricamente han acompañado su estudio e investigación.

La disponibilidad de una mayor cantidad de información de contenido sexual, los hallazgos científicos recientes sobre el tema y la penetración de los cambios socioculturales en sectores más grandes de la población, tienden gradualmente a modificar las cargas simbólicas en la representación subjetiva de la sexualidad con la finalidad de liberarla de ansiedades, temores y culpas, así como a desatarla de prejuicios. Las nuevas representaciones subjetivas de la sexualidad podrán ser quizás más acordes con el bienestar emocional y el funcionamiento integral del individuo, pero nunca prescindirán de los significados subjetivos que la acompañan y que, además, son irreductibles a la investigación y al conocimiento objetivos.

Con la denominación psicosexualidad, más apropiada para sus fines, el psicoanálisis se desmarca desde su nacimiento de la sexología y de la psiquiatría en la indagación que emprende sobre la sexualidad por un camino inexplorado hasta entonces y construye gradualmente una teoría original de gran complejidad con base en conceptos novedosos surgidos de la mente genial de Freud. Por otra parte, es necesario reconocer que aun cuando haya un mayor liberalismo sexual en nuestros días, este coexiste con un puritanismo rancio en la misma sociedad que aboga por coartarlo. Las prácticas sexuales introducen nuevos hábitos y costumbres, pero no necesariamente se traducen en cambios internos significativos. Estos últimos, más que aquellas, son el objeto de investigación de la penetrante mirada psicoanalítica. A pesar de la tendencia liberal, la sexualidad sigue siendo causa de malestar, conflicto y sufrimiento. Más aún, la conquista de la libertad sexual también se refleja en mayores preocupaciones personales y sociales, en ansiedades y frustraciones, en desconcierto e incertidumbre. Las recientes modificaciones en las prácticas sexuales posibilitadas por los cambios sociales y tecnológicos de los últimos años, generan varias inquietudes en los individuos, así como un nuevo malestar social.

Este es un extracto del artículo: Salazar, J. (2017). El desarrollo de la teoría sexual en el psicoanálisis freudiano y postfreudiano”. En Wiener, A. M., Salazar J., Puig M. et al. La sexualidad. Ciudad de México: Centro Eleia.

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