Sonata de otoño y la complejidad de la relación madre-hija

Por Natalia Equihua

En el cine, el teatro, la literatura e incluso en nuestras propias vidas la imagen de la hija que confronta a su madre es bastante común; sin embargo, pocas veces nos es posible vislumbrar los pensamientos y situaciones que dan pie a tan compleja situación, la cual con frecuencia nos habla de amor y apego, pero también de un deseo de emancipación. Ésta es precisamente la premisa de la obra cinematográfica Sonata de otoño, escrita y dirigida por el director sueco Ingmar Bergman y que se estrenó en 1978.

La cinta se desarrolla casi como un paseo por los conflictos inconscientes de sus protagonistas: la tímida Eva, una ama de casa casada con un pastor, y su madre Charlotte, una reconocida y extrovertida pianista con una exitosa carrera profesional. Al inicio, nos ubicamos en el pequeño pueblo de Suecia en el que habitan Eva y su esposo Viktor. A modo de narrador, este último nos informa que Eva está por invitar a su madre Charlotte a una visita extendida, después de siete años de no verse. Esta introducción inmediatamente nos plantea una serie de preguntas, cuyas respuestas intentaremos comprender conforme se desarrolla la historia: ¿qué clase de relación tienen estas mujeres? ¿Por qué llevan tantos años sin verse? ¿A qué se debe la repentina invitación que Eva extiende a su madre? No hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de que ambas mujeres esconden problemas profundos.

Fuera del consultorio psicoanalítico, pocas veces tenemos la oportunidad de acercarnos a una conflictiva tan fundamental en la vida de las mujeres: el de una hija con su madre y viceversa. La riqueza de Sonata de otoño se debe precisamente a la paulatina revelación del abandono, dolor y enojo que ambas mujeres han intentado olvidar por años. Durante la película, estos personajes nos revelan sus pensamientos más profundos y heridas emocionales a través de extensos monólogos, los cuales, a su vez, nos demuestran que, en efecto, las apariencias engañan. Por un lado, al reencontrarse, Charlotte y Eva se muestran sumamente felices: se abrazan, intercambian palabras cariñosas y consideran la posibilidad de pasar varios meses juntas. Por el otro, ambas mujeres nos explican a nosotros, la audiencia cómplice, lo abrumadora que les parece la visita, y los viejos rencores empiezan a asomarse. A ello se le suman situaciones que dejan entrever la dificultad de mantener la ilusión de un feliz reencuentro: Eva sorprende a su madre con la presencia de su hermana inválida en su casa, a quien Charlotte tampoco ha visto en años. Más allá de una alegría y deseo de acompañar a su segunda hija, Charlotte se muestra incómoda y traicionada por tan repentina noticia. Asimismo, nos enteramos de que Eva y Viktor perdieron a su hijo pequeño años antes; lejos de una empatía e interés por el duelo de su hija, Charlotte desaprueba el apego desmedido que Eva tiene hacia su fallecido hijo. Es así como, en el aparentemente tranquilo pueblo sueco, la tensión entre madre e hija aumenta hasta culminar en una confrontación que pone al desnudo el dolor que conecta a estas dos mujeres.

Uno de los diálogos que mejor describe el enfrentamiento entre Charlotte y Eva, son las palabras que esta última dirige a su madre en respuesta a los años de abandono: “lograste herirme de por vida, de la misma manera en que tú estás herida”. El dolor es una de las emociones centrales de esta relación; pero, más allá del sufrimiento, lo que la cinta logra es mostrarnos la reacción frente al dolor afectivo. En el libro La política cultural de las emociones (2004), la autora Sara Ahmed analiza cómo se responde a la herida emocional y explica que “la respuesta al dolor, como una llamada a movilizarse, también requiere del enojo, de interpretar que ese dolor es malo, que es una atrocidad, y que algo debe hacerse al respecto” (p. 174). Así, Eva reacciona de manera inesperada y casi violenta contra Charlotte; no excluye ni reprime pensamiento alguno y genera una larga discusión que nos explica cómo se formó esta compleja relación. Al mismo tiempo, este intercambio de palabras y sentimientos deja entrever que Charlotte también ha sufrido como madre y como hija, y que el dolor que Eva siente es uno que se ha transmitido de generación en generación entre las mujeres de la familia. Como acertadamente sentencia Eva, la película nos obliga a preguntarnos: “¿acaso las penas de la hija son los triunfos de la madre?”.

Esta cinta no es un simple recuento de los posibles problemas que existen en cualquier relación madre-hija, sino una exposición del arduo y trabajoso proceso de darle sentido a esa dinámica y a las emociones que la rodean, trabajo que muchas veces se lleva a cabo en la terapia psicoanalítica. Toda relación maternal conlleva amor y apego, pero también rencor y mucho dolor; sobre todo para la mujer que busca forjar una vida diferente al de su propia madre. Al final, la historia de Eva y Charlotte es un crudo relato de aquellos pensamientos que quizá llegamos a tener sobre la propia madre: culpa, enojo, frustración, pero también alegría y la sensación y/o deseo de sentirnos protegidos, todos ellos sentimientos que forman nuestro carácter y orientan el desarrollo de nuestras vidas.

Sonata de otoño es un drama que no necesita de una utilería sofisticada, efectos especiales, cambios escenográficos o un reparto numeroso para mantenernos al borde del asiento y con la atención inmersa en las palabras de sus protagonistas. Por el contrario, este clásico del cine crea una tensión emocional con la que cualquier persona —hombre o mujer, hijo o hija— puede identificarse, pues subraya los afectos tan centrales y presentes en las relaciones con la madre y la posibilidad de dejar de sufrir pasivamente, para actuar en contra de ese dolor, oponerse a él, intentar eliminarlo y, encima de todo, llevarlo más allá de un proceso psíquico hasta lograr esa confrontación, a veces tan necesaria, con nosotros mismos.

Referencias

Ahmed, S. (2004). The Cultural Politics of Emotions. Nueva York y Londres: SAGE.

Bergman, I. (director y escritor). (1978). Sonata de otoño. Suecia y Alemania Occidental: ITC Entertainment.

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