Sobre la inhibición para escribir

Por Nadezda Berjón

 

Ya sea que se planee escribir una tesis, un relato de viaje o un correo, a veces no llega la inspiración y la hoja queda en blanco. La inhibición para escribir se ha mencionado principalmente respecto a los que se dedican a la novela; escritores como Donna Tartt (El jilguero) tardan diez años en publicar cada libro, mientras que otros, como Ian McEwan (El jardín de piedra) publican cada pocos años. Escribir es una batalla, y toma tiempo en llegar a su fin.

Expresar con palabras lo que se desea decir no es cosa fácil. No sólo se trata de organizar las ideas, lo cual implica un esfuerzo importante, ni de usar el lenguaje de manera adecuada, sino que también se suman posibles conflictos inconscientes que intervienen de modo latoso en esta actividad. Veamos algunas ideas psicoanalíticas que pueden ayudar a comprender la inhibición para escribir:

 

  • Inhibición por deseos sexuales y/o agresivos vinculados con la escritura
  1. Sigmund Freud (1926/2013) es el primero en mencionar que las inhibiciones pueden ser temporales o devenir en un síntoma (depende de su extensión; a veces sólo es cuestión de semanas para poner en marcha la escritura, pero en ocasiones demora años).

La inhibición se refiere a la restricción en una función del yo, es decir, de la agencia que moviliza y administra la vida psíquica, y se manifiesta para evitar el surgimiento de angustia generada por un conflicto respecto a los deseos (sexuales y/o agresivos). Se expresa en la limitación de una función como señal de autocastigo o por disminución de energía (duelo, enfermedad, maternidad; el yo es requerido para otras funciones).

En este sentido, no poder escribir puede vincularse con que la publicación de cierto texto represente (inconscientemente) un deseo rechazable, como colocarse por encima del padre (con una tesis, a modo de tener más potencia que éste); sentir que se usurpan funciones creativas (publicar muchos textos como rivalidad con el vientre fecundo de la madre); incluso el que en la fantasía inconsciente el trabajo se viva como caer en el exhibicionismo (por deseos de ser admirado, si el deseo reprimido es ese).

Por ejemplo, un joven no puede terminar la tesis, pues no hace las correcciones recomendadas por su director. Cada que se reúne con él, mientras le hace las indicaciones, tiene la sensación de hacerse chiquito, se confunde, sus oídos le zumban, y para el final de la junta se da cuenta de que no ha escuchado qué debía mejorar del trabajo, por lo que no avanza. La rivalidad con el padre trasladada al docente, lo lleva a inhibirse y quedarse, de hecho, pequeño, sin el grado deseado.

En un sentido similar, F. Dunbar (1939) presenta a una mujer con bloqueo del escritor. En este caso, se une un elemento de la psicosomática, en tanto la paciente presenta dolor en las articulaciones, produciendo agarrotamiento de las manos e imposibilidad de escribir. Sueña que un gato le brinca encima y le entierra las garras en el brazo derecho, ante lo cual piensa que se va a desangrar hasta morir. Cuando despierta, su brazo está paralizado. Por una parte, la analista descubre fantasías en las que lo femenino se vincula con el dolor, y cómo ella, siendo mujer, no puede hacer cosas que los varones sí pueden. Es decir, se vive castrada, limitada. Seguimos en la línea propuesta por Freud, pues la escritura  se vincula con deseos de potencia, quizá de tener lo que los varones/padre/hermanos poseen  y ella no.

 

  • Inhibición como dificultad para separarse del objeto original y devenir sujeto

En una revisión más actual, M. Adler (2008) toma la noción de espacio transicional propuesta por el psicoanalista D. W. Winnicott, que hace referencia a un tercer espacio  con gran potencial creativo entre lo interno (psíquico) y lo externo (ambiente). En este sentido, escribir (algo propio, no una copia o resumen) es evocar los objetos originales y crear algo intermedio entre estos y lo que uno comprende.

Para crear se requiere aceptar la separación del objeto original (la autora recurre a la evolución del lenguaje hablado en el infante, en donde nombrar a la madre y al mundo produce placer, evoca al objeto, pero también se juega y disfruta en la acción de articular un elemento de libido oral).

También es necesario aceptar la incertidumbre ante la expresión de lo individual (la propia voz, con las probables sensaciones de pequeñez, inadecuación o desamparo producto de generar un discurso propio, ajeno al de los que nos preceden, a expensas de objetos internos hostiles que critican y devalúan).

En este sentido, me hace pensar en cómo, al escribir un texto académico, podemos quedar muy pegaditos a los autores que se van nombrando, citando sus ideas, en vez de permitir que se construya un entretejido entre aquellos objetos originales (llámese Freud, Winnicott, Klein, por ejemplo) y lo que se piensa al evocarlos. Todo esto, dice Adler inspirada en J. Lacan, dentro del contexto de una cultura compartida (pues no se trata de escribir algo que sólo pueda ser entendido desde su autor: pertenecemos a un orden simbólico).

 

  • Inhibición y relación de objeto

Adler (2008) retoma a H. Segal respecto a lo complejo que es crear un escrito propio, en tanto requiere construir sobre las ideas de otros, apropiárselas, lo cual es vivido como un todo que es desmembrado y canibalizado, para ser usado por un nuevo creador. Esto puede generar fantasías de herir al objeto primario o retar al edípico, y las posteriores ansiedades de abandono y daño.

Las palabras se pueden convertir en armas que dañan, en vez de símbolos. También entran en juego los conceptos de simbolización (el símbolo no es la cosa, pero la representa en su ausencia) y la ecuación simbólica (Segal aclara que en ésta, el símbolo no representa, sino que es en concreto la cosa, por lo que no hay elaboración y separación del original). En conclusión, no basta con decidirse a escribir, sino que a veces es necesario explorar lo que constituye su dificultad.

 

Referencias:

Adler, M. (2008). The blank page: Creative imagination and its inhibitions. En Can. J. Psychoanal., (16) (1): 59-73.

Dunbar, F. (1939). Character and Symptom Formation—Some Preliminary Notes with Special Reference to Patients with Hypertensive, Rheumatic and Coronary Disease. En Psychoanal. Q., (8):18-47.

Freud, S. (1926/2013). Inhibición, síntoma y angustia. En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo XX. Amorrortu.

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