¿Se puede prevenir el suicidio?

Por Marta Bernat

 

En la actualidad, el suicidio se considera un grave problema de salud pública; solamente en 45 años, la tasa ha aumentado 60% y se calcula que cada año se quitan la vida 800 mil personas en el mundo, es decir, una cada 40 segundos. Además, la mayoría de estos casos ocurren después de varios intentos fallidos. Debido a lo anterior, la Asociación internacional para la prevención del suicidio, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha promovido que el día 10 de septiembre sea reconocido como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Estos organismos apuntan a evitar que este fenómeno siga ocurriendo mediante una adecuada y oportuna intervención.

El suicidio es un tema complejo en el que intervienen factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y ambientales, por lo mismo, no se puede hablar de un solo elemento como desencadenante principal. No obstante, el psicoanálisis ha contribuido con sus aportaciones para tratar de comprender la complejidad de este.

Por un lado, Carlos Moguillansky (2006) comenta que puede ocurrir en cualquier etapa de la vida, aunque, con mayor frecuencia, sucede en la adolescencia y en la vejez. Piensa que más que hablar de suicidio se tendría que hablar de suicidios, porque hay de muchos tipos y cada uno con distintas motivaciones e intenciones. Asimismo, señala que los pensamientos suicidas son comunes en todos, pero especialmente en los adolescentes, por lo que es importante diferenciar una fantasía suicida de un intento realmente efectuado, ya que muchos de los que piensan atentar contra su vida no lo llevan a cabo.

Por su parte, Moses Laufer (1998) piensa que es siempre una señal de patología seria y que el acto ocurre durante un episodio psicótico transitorio. A su vez, Moguillansky lo llama una pérdida brutal del sentido de realidad, donde se anula el pensamiento simbólico y queda el pensamiento concreto. Aunado a esto, ocurre de bastantes formas y se presenta en todas las estructuras patológicas, por ello los suicidas tienen rasgos diversos y es difícil englobarlos en un grupo en específico. No se puede afirmar que todos los casos tienen que ver con un estado mental psicótico, ni todos los que sufren una depresión severa se matan.

Laufer comenta que en los adolescentes suicidas hay ausencia de las funciones de cuidado y de autoconservación, las cuales debieron haber aprendido de unos padres amorosos, sin embargo, no es así, porque tienen unos padres internos duros, críticos, con el instinto asesino hacia su self y hacia su cuerpo, que les provocan el deseo de eliminar los aspectos que sienten como malignos y defectuosos. En consecuencia, la ira, la desesperación y la impotencia los llevan a tener la certeza de que matar su cuerpo es la única solución para deshacerse de los aspectos que odian de sí mismos. La mayoría de estos jóvenes no quiere morir, solamente eliminar algo que está dentro de ellos, es ahí donde está la confusión: piensan que, si matan el cuerpo, ellos van a sobrevivir.

Ahora bien, experiencias relacionadas con pérdidas, desastres, violencia, discriminación, abusos físicos, emocionales y sexuales, crisis de identidad, abuso de substancias, son elementos estrechamente vinculados a conductas suicidas. Moguillansky comenta que, en gran parte de los casos, hay un hecho detonante agudo: una profunda desilusión, una ruptura amorosa, la pérdida de un ser querido, un fracaso académico o laboral, entre otros. No obstante, este es un solo factor, ya que existe una prehistoria muy compleja, en otras palabras, hay una serie de elementos que se conjugan para que el suicidio se lleve a cabo. Laufer (1998), por otro lado, piensa que la mayoría de los adolescentes que intentan suicidarse presentan un breakdown, es decir, un derrumbe psicológico en el cual el joven no ve alguna salida, se siente sin alternativa ni esperanza e incapaz de recurrir a sus padres internos amorosos, pues los ha aniquilado en su mundo interior.

Si los padres, familiares, maestros y amigos detectan cambios en la personalidad y en la conducta de la persona, encuentran indicios de un intenso sufrimiento que se puede expresar en ira, depresión, insomnio, sentimiento de indefensión, poca valía, culpa excesiva, aislamiento, desesperanza, miedos, poca tolerancia a la frustración, conductas autodestructivas y otros elementos que los hagan pensar que están en riesgo de suicidio, es importante considerar la intervención en forma inmediata y conveniente. Se recomienda un enfoque multidisciplinario donde trabajen en forma conjunta los padres, los terapeutas, psiquiatras y terapeutas familiares. Es difícil detectar el adolescente que está en riesgo de atentar contra su vida y el que no, pero a pesar de esto, no se debe ignorar una amenaza de suicidio, sin importar que, previamente, haya manifestado varias veces sus intenciones de cometerlo y no lo haya concretado.

Actualmente, existe la preocupación e interés por prevenir el suicidio, pero se ha visto que, en muchas ocasiones, a pesar de una eficaz intervención, la persona logra quitarse la vida. Si lo que predomina en el individuo son los impulsos hostiles, un intenso odio y envidia, este atacará y destruirá no sólo la bondad y la función creativa de quienes desean ayudarlo, sino también su propia mente y con ello impedirá comprender lo que le pasa, estará imposibilitado para dar un sentido y significado distinto a sus experiencias emocionales y, finalmente, aniquilará toda esperanza de que la vida puede ser de otra manera.

Laufer señala que, en última instancia, se trata de un ataque hacia los padres internos en el que la intención es llevar a cabo una venganza y triunfar sobre ellos, esto con el fin de hacerles ver que, a pesar de todos sus esfuerzos, nadie impedirá que la persona se suicide. En conclusión, no sólo es importante la intervención precisa de la realidad externa, sino también el mundo interno del sujeto y las emociones que predominen en él.

 

Referencias

Laufer, M. (1998). El adolescente suicida. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

Moguillansky, C. (2006). Conferencia sobre el suicidio. En Bleichmar, N.; Leiberman, C.; Ortiz, E. y Wiener, A.M. Diálogos clínicos en psicoanálisis. México: Centro Eleia.

Organización Mundial de la Salud. (2019). Prevención del suicidio: un imperativo global. Recuperado de https://www.who.int/mental_health/suicide-prevention/es/

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