Sabes qué es la envidia

Por Marta Bernat Fernández

La envidia es un término que se utiliza con mucha frecuencia en la vida cotidiana. Es común escuchar: “Qué envidia que te fuiste de vacaciones” o “no aguanto a mi cuñada, me tiene mucha envidia”. La envidia es un sentimiento universal que todo ser humano ha experimentado en algún momento de su vida. Implica el reconocimiento positivo de las cualidades y bondades que otra persona tiene, pero el sujeto que lo experimenta sufre mucho porque cree que él no las posee o que nunca lo hará.

La envidia es un tema ampliamente tratado en el psicoanálisis. Freud pensó que solamente la mujer tenía este sentimiento y lo llamó “envidia del pene”, se trata de una situación en donde la niña envidia el poder, la potencia y las ventajas que tiene el hombre. En la vida cotidiana podemos observar a algunas mujeres que compiten con los varones laboralmente, con un afán particular por superarlos y ser mejores que ellos; en ocasiones, incluso su arreglo personal no tiene muchas características femeninas y se muestran dispuestas a sacrificar su maternidad, con tal de no perder el lugar que han alcanzado.

Posteriormente Melanie Klein y sus seguidores ampliaron la propuesta teórica para este concepto. Consideran que la envidia es una emoción que afecta tanto a hombres como a mujeres, pero que se encuentra dirigida en esencia hacia la madre, como una metáfora de la capacidad fecunda, nutricia, creativa y generosa: el hombre puede envidiar a la mujer por sus cualidades y viceversa. A veces imaginar que el compañero tiene cualidades maravillosas, grandiosas, puede provocar muchos pleitos entre las parejas; asimismo, los hijos pueden envidiar las capacidades de los padres, su experiencia de vida, mientras que aquellos tal vez envidien los logros y la juventud de sus hijos.

Las posesiones materiales o las metas que ha alcanzado una persona no son los únicos objetos de envidia, también se pueden desear su buen carácter, su paz interior, su capacidad para relacionarse, para divertirse o la forma como enfrenta y resuelve sus problemas. En algunos casos, cuando este sentimiento es muy intenso, se busca restarle valor o desprestigiar a la persona envidiada, despojándola de sus cualidades admiradas y, así, eliminando lo que causa la envidia. Esta actitud tiene profundas consecuencias, pues, al despojar a la persona de sus cualidades, el sujeto se priva de recibir las bondades que ésta le puede ofrecer. Por ejemplo, cuando algún alumno desacredita a su maestro, se priva él mismo de recibir una buena clase y de tener un aprendizaje significativo. Leer un libro puede causar admiración y al mismo tiempo envidia hacia el autor, pues si alguien siente que no tiene esos conocimientos ni la capacidad para transmitirlos, quizá abandone la lectura argumentando que el libro le resulta aburrido. Esto mismo puede ocurrir con cualquier persona o situación que sea objeto de envidia, pues habrá quienes prefieran aislarse, no ver a sus amigos, no viajar, no leer, con el fin de evitar algún evento que los haga sentir de ese modo.

Como consecuencia, la persona, en vez de crecer y desarrollarse, se empobrece, se limita, generando sentimientos de frustración, al considerar que no tiene nada bueno adentro de sí mismo y tampoco los demás, por lo que puede permanecer en él un sentimiento de enojo, insatisfacción y desesperanza. Es posible también que el individuo sienta que la vida ha sido injusta con él, mientras que para los demás todo ha sido muy fácil. Por ejemplo, un sujeto envidia a un deportista famoso, creyendo que su vida de fama y riqueza la ha obtenido gracias a la suerte; el envidioso es incapaz de visualizar todo lo que hay detrás de ese éxito: las horas exhaustivas de entrenamiento, un tipo especial de alimentación, horas de sueño reguladas, por lo tanto, no puede comer lo que se le antoja, ni desvelarse; es decir, todo el esfuerzo personal dedicado a su carrera.

El amor es parte de las emociones presentes en los vínculos humanos, se interrelaciona con muchas otras, incluyendo la envidia. Melanie Klein propone que el amor y la gratitud que se siente hacia los padres, maestros, amigos, puede tener un gran impacto en la vida de las personas y convertirse en una fuente de inspiración para lograr las metas deseadas, contrarrestando así la envidia. Será posible envidiar al deportista, pero también se sentirá respeto y admiración por él. En la mente siempre ocurrirá esta lucha entre amor, envidia y gratitud. Así entonces, se experimenta amor por una persona, envidia porque tiene aquello que uno desea, pero también gratitud, pues en forma generosa nos comparte sus bondades. Si la persona es capaz de recibir del otro “ese alimento nutricio” de la misma forma como un bebé recibe la leche materna para crecer y desarrollarse, entonces adquiere una sensación de bienestar consigo mismo, siente que ama y puede ser amado, que tiene aspectos valiosos dentro de sí mismo y que puede reconocer a los demás. A pesar de su envidia, puede leer un libro, relacionarse con gente exitosa, aprender de ellos, viajar y admirar las bellezas del mundo.

La envidia no desaparece, es algo con lo que el sujeto tendrá que lidiar durante toda su vida; dependiendo de las emociones que predominen en su mente, ya sea la envidia o el amor en todos sus matices, tenderá a destruir o a valorar lo que otra persona tiene y puede ofrecer; ello, a su vez, se verá traducido en sentimientos de frustración y enojo permanentes, al considerar que no tiene algo importante que los demás sí poseen, o en una vida más plena y satisfactoria.

© (derechos reservados, Marta Bernat Fernández)

Referencias:

Joffe, Walter. (1969). “A Critical Review of the Status of the Envy Concept”, Int. J. Psycho-Anal., 50:533-545.

Joseph, Betty. (1989). “La envidia en la vida cotidiana”, Equilibrio psíquico y cambio psíquico. Madrid: Julian Yébenes.

Klein, Melanie. (1957). Envidia y gratitud. Barcelona: Paidós.

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