Psicoanálisis, LGBTTTIQA+ y más

Por Muriel Wolowelski M. y Nadezda Berjón

 

El lugar que ocupa la sexualidad en la historia del psicoanálisis es bastante significativo. Lo esencial de la actividad humana tiene como telón de fondo el terreno fundamental del inconsciente, la realidad psíquica, el conflicto sexual y sus representaciones. El psicoanálisis freudiano concibe la sexualidad desde la perspectiva del deseo, Eros, libido, psique, pulsión, y en este sentido, se separa de la sexología, que cuenta con un enfoque exclusivamente anatómico, genital o biológico de la sexualidad.

 

Desde el psicoanálisis, el comportamiento sexual se ve como una expresión de conflictos inconscientes y experiencias de desarrollo vinculadas a las relaciones con los padres. Según Sigmund Freud, la pulsión sexual (libido) es la fuerza que impulsa el comportamiento humano, factor clave en el desarrollo de la personalidad.

 

Esta disciplina ofrece una perspectiva única sobre la compleja relación entre la sexualidad y la psicología humana. Enfatiza la importancia de explorar las fantasías inconscientes, las pasiones más intensas y la sexualidad infantil, destacada por la transgresión y los deseos incestuosos que son reprimidos. Hay una discontinuidad radical entre los factores inconscientes que influyen en el comportamiento e identidad sexual y el conocimiento consciente.

 

Los psicoanalistas han sugerido que durante la infancia, y en función de las primeras experiencias con las figuras parentales dentro de la dinámica familiar, se forma la identidad sexual. Más recientemente, el psicoanálisis ha explorado este concepto, así como el de género, y su influencia en el sentido de uno mismo.

 

El movimiento psicoanalítico tiene como protagonista a Freud, quien, después de la publicación de La interpretación de los sueños (1900) y de los Tres ensayos sobre teoría sexual (1905), provoca una revolución que propone, por primera vez, una concepción novedosa del inconsciente y la sexualidad.

 

Por su parte, el movimiento LGBTTTIQA+ en México se remonta a principios del siglo XX, cuando un pequeño grupo de artistas y escritores que se identificaban como homosexuales comenzaron a colaborar en proyectos literarios y artísticos. Este movimiento agrupa en sus filas diversas orientaciones sexuales e identidades de género; se ha convertido en uno de los temas sociales y culturales más controvertidos de nuestro tiempo. La abreviatura significa: Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transgéneros, Transexuales, Intersexuales, Queer y Asexuales. Al final, se suele añadir el símbolo ‘+’ para incluir todos los colectivos que no están representados en las siglas anteriores.

 

Parece ser que el intercambio de ideas entre el psicoanálisis y quienes teorizan sobre las diversidades sexuales se encuentra limitado por los prejuicios y miradas obtusas de ambos lados, que se distancian de establecer un diálogo más amplio y creativo. Un intento más reciente por establecer un pensamiento psicoanalítico más complejo ha invitado a varios autores a proponer ideas que iluminen el horizonte reflexivo con mayor optimismo (Glocer, 2015; Lemma, 2018; Evans, 2021; Perelberg, 2020; entre otros).

 

El punto de partida de muchos psicoanalistas fue los desafíos teóricos y clínicos que se presentan desde estas diversidades sexuales en el mundo contemporáneo. Leticia Glocer (2015) hace una revisión del concepto de diferencia sexual, junto al análisis de nuevas configuraciones familiares y los cambios en la posición femenina, manteniendo un marco conceptual psicoanalítico. Otros se interesan por las identidades transgénero (Lemma), los tratamientos que bloquean la pubertad para la atención de la disforia de género (Evans y Evans), las experiencias de excesos que remiten a la relación del cuerpo y la pulsión con la representación psíquica. La discusión entrelaza temas de cuerpo, sexualidad y exceso, ilustrando la centralidad de la psicosexualidad (Perelberg).

En ese tono, Glocer (2015) comenta que, hoy día, encontramos muchas mezclas y combinaciones sexuales y de género, que están presentes en los discursos y prácticas de las culturas y subculturas contemporáneas. Utiliza el término de sexualidades nómadas para describir el ejercicio de la sexualidad fuera de las normas aceptadas de lo heterosexual. Entonces, la migración sexual es una metáfora para mostrar o pensar en estos desplazamientos que fluyen y se mueven en itinerarios de deseo, más allá de la heteronormatividad. Muchos analistas piensan que vincular la identidad a los procesos sociales y a la elección consciente elimina la noción de su naturaleza, esencialmente conflictiva, y su íntima conexión con el deseo y la fantasía inconscientes.

Estos diálogos no buscan desvalorizar, discriminar, ni mucho menos anular los derechos de los seres humanos; se centran en encontrar una forma de comprender y responder al creciente número de personas que se identifican como LGBTTTIQA+. Sin duda, estas miradas imponen el desafío de mantener las preguntas en movimiento y resistir las tentaciones de la certeza inmediata.

 

Mediante la revisión de bibliografía actualizada, así como de conceptos esenciales del psicoanálisis, sumados a la presentación de ejemplos clínicos que muestran los retos al momento de trabajar la técnica, buscamos brindar un espacio de reflexión en el encuentro científico “Psicoanálisis y LGBTTTIQA+”, programado para el sábado 29 de abril de 2023, de 10:00 a 13:00 h, en modalidad en línea.

 

Referencias:

Evans, S. and Evans, M. (2021). Gender Dysphoria: A Therapeutic Model for Working with Children, Adolescents and Young Adults. Phoenix Publishing.

Glocer Fiorini, L. (2015). La diferencia sexual en debate. Lugar Editorial.

Lemma, A. (2022). Transgender Identities. A Contemporary Introduction. Routledge.

Perelberg, R. J. (ed) (2018). Psychic Bisexuality. Routledge.

 

 

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