Problemáticas contemporáneas de la clínica con adolescentes

Por Natalia Ortiz Sanabria

Es importante tener en cuenta que el proceso adolescente estará caracterizado, entre otras cosas, por un momento de crisis, donde la turbulencia emocional se hará presente, así como los cambios en el cuerpo, el abandono de la identidad infantil, entre otros. Esto marcará la pauta para que dicha vorágine afectiva emerja en esta etapa del desarrollo vital. Es aquí cuando algunos padres de familia acuden, alarmados, a pedir apoyo psicoterapéutico para sus hijos, y también, en muchas ocasiones, los jóvenes, por iniciativa propia, solicitan estar en un espacio terapéutico para entender qué es lo que les sucede en este periodo lleno de cambios que movilizan la vida emocional.

Existen diversas problemáticas que se presentan con mayor frecuencia en la actualidad, y muchas de ellas tienen que ver con algunos estados confusionales que el adolescente sufre durante este periodo de transición. Donald Meltzer (1998) describe algunos de ellos, entre los cuales se encuentran: la confusión entre lo público y lo privado, la confusión entre lo bueno y lo malo, la confusión entre lo adulto y lo infantil, la confusión entre lo interno y lo externo, la confusión entre lo masculino y lo femenino. Pueden manifestarse de manera moderada o, por otro lado, pueden llegar a interferir con el desarrollo, provocando mucho malestar y comprometiendo la integridad de los jóvenes.

 

Por ejemplo, es común que encontremos algunas conflictivas relacionadas con el uso de redes sociales, donde vemos expresada la confusión entre lo público y lo privado. Pensemos en los casos de dos chicas: una de ellas llegó a tratamiento porque su madre estaba preocupada, ya que se había enterado de que su hija le envió fotos semidesnuda a dos compañeros. Los chicos empezaron a proponerle que mantuvieran encuentros sexuales, lo cual a ella le asustó muchísimo, y no quiso ir a la escuela por algunos días.

 

La otra chica compartía sus fotos desnuda con una persona que había conocido en Facebook, y este personaje comenzó a extorsionarla, pidiéndole cada vez más fotos y diciéndole que quería conocerla en persona, y que si no lo hacía, terminaría por lastimar a su familia. El asunto terminó en una denuncia penal, donde las consecuencias, quizá, hubieran sido terribles de no haberse detectado oportunamente.

 

Otro motivo de consulta tiene que ver con los problemas de alimentación: una adolescente fue llevada a tratamiento por sus padres. Ellos se encontraban preocupados por ella, ya que su ingesta de comida había disminuido considerablemente y su peso estaba por debajo de la media. En las sesiones, expresó que tenía la fantasía de que, si comía, su cuerpo se desarrollaría más rápido, y le aterraba la idea de que este cambiara, que sus pechos crecieran, que la grasa se acumulara en sus caderas, y que eso provocara que fuera vista por los chicos de su escuela. Se pudo comprender con ella que, quizá, se encontraba aterrorizada por convertirse en una mujer que pudiera ser objeto de deseo de los demás, y asustada por tener un cuerpo sexuado, por aceptar la renuncia a ese cuerpo infantil. 

Asimismo, algunos cuestionamientos que rondan la mente adolescente giran en torno a preguntas como: ¿Qué significa ser un hombre? ¿Qué es ser una mujer? ¿Qué se tiene que hacer para llegar a ser o pertenecer a alguna de esas dos clasificaciones? ¿Qué pasa si, posiblemente, no se identifican con ninguna de estas opciones? Con ello, aparece el tema de la diversidad sexual, que es otra situación que, comúnmente, funge como motivo de consulta.

Pensemos que, ante la incertidumbre de ir explorando y descubriendo su orientación sexual, una joven puede sentir mucha culpa por fantasear con la idea de que le gusta su mejor amiga, por lo que se retrae un par de días y le da pena ver a la amiga por temor a ser descubierta. Puede que esa misma idea, a otra adolescente, le cause tal monto de ansiedad que la desborde y necesite cortarse los brazos para despojarse de la angustia que esta noción le genera.

De esto último se desprende otra solicitud de consulta: cuando los jóvenes lastiman su cuerpo. En este sentido, siempre será muy importante revisar la motivación individual en los adolescentes que recurren a esta práctica; si lo realizan por satisfacer una necesidad de pertenencia, por una fantasía de competir con los pares o si lo encuentran como su única salida de alivio emocional inmediato.

De la misma manera, podemos encontrar a muchos chicos que se encuentren inmersos en su situación familiar. Aquí podremos observar a jóvenes que aún están muy unidos a la dinámica de papá y mamá, que son muy bien portados, que no se rebelan, que comparten los mismos ideales y valores que los padres. Pareciera que toda la cuestión del cambio en el cuerpo no es algo que les genere incertidumbre y, además, no se encuentran insertados en algún grupo de amigos y no tienen ningún pasatiempo, como si prolongaran la vida infantil para irse librando del torbellino de emociones que se vive en la adolescencia. ¿Cuántas veces no hemos escuchado a algunos padres de familia decir que tienen muy buena suerte por tener hijos adolescentes tan bien portados y que no les den ningún tipo de problema? Es importante, entonces, notar que lo esperado tendrá que ver con la manifestación del caos, la confusión, la búsqueda de la identidad. Para algunos chicos, puede ser complicada esta separación, y tal inmovilidad puede acarrear problemas para el desarrollo futuro.

La mirada psicoanalítica pone el acento en poder generar un clima de mucha comprensión ante las posibles dificultades que se generan dentro de esta etapa del desarrollo. Es interesante escuchar en los adolescentes las diferentes fantasías que habitan su mundo interno y que dicho entendimiento posibilite el camino hacia la vida adulta, que conlleva nuevos retos para su mente.

Meltzer, D., y Harris, M. (1998). Adolescentes. Amorrortu editores.

 

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