Pedidos de consulta más frecuentes en la terapia con niños

Por Michelle Aymes

Hablar de diagnóstico es complejo en psicoanálisis y más aún si se trata de niños que están en pleno desarrollo y su constitución psíquica continúa en movimiento. Sin embargo, hoy en día podemos pensar en ciertas conflictivas por las que nos consultan frecuentemente a quienes atendemos niños en psicoterapia.

Por un lado, nos encontramos con aquellos padres que nos consultan porque el colegio se los ha pedido. Es común que sean niños que no atienden en la clase, que los describen como niños hiperactivos, con falta de límites y que no se han podido adaptar a ciertas condiciones en el colegio. Tanto maestros como directivos en ocasiones no encuentran más que hacer con estos alumnos.

Al llegar a nuestra consulta nos encontramos con niños que han sido poco escuchados, en ocasiones con un diagnóstico, por ejemplo, de trastorno de déficit de atención (TDA), y que al tratarlo en psicoterapia nos damos cuenta de que lo que le pasa a ese niño tiene relación con otras cosas; tal vez esté deprimido y lo manifiesta a través de una irritabilidad constante, o está sumamente ansioso y no puede detenerse para pensar, poner atención y aprender en la clase.

Carlos, de 11 años, diagnosticado con TDA, constantemente sale del salón diciendo que sus compañeros lo están molestando, no le parece lo que los maestros le dicen, los desafía, no puede poner atención en clase y está inquieto. En el colegio encuentran que Carlos es muy sensible a los comentarios de sus compañeros y que aquello que le dicen lo transforma en agresión. Al escucharlo, me encuentro con un chico sumamente ansioso, pues frecuentemente sentía que lo querían atacar, con una confusión significativa entre la fantasía y la realidad, y con rituales obsesivos que él armaba, por ejemplo, lavándose las manos y ordenando las cosas una y otra vez.

En los casos en los que los padres buscan psicoterapia para su hijo porque el colegio se los ha solicitado, nos encontramos con varias dificultades, una de ellas es que el pedido es de la escuela y no precisamente de quienes nos consultan; sin embargo, será importante en nuestro trabajo ir concientizando a los padres del porqué es importante que su hijo se atienda en una psicoterapia. Con el niño, nuestro paciente, será importante nuestra escucha, atención e interpretación del juego que irá desplegando en la sesión, mostrándonos así sus conflictos y emociones.

Es alentador cuando uno mira a niños que van encontrando en el espacio con nosotros un lugar valioso y que los ha beneficiado para resolver sus conflictos, a pesar de que ellos en un inicio no hayan pedido directamente una psicoterapia. Una niña me dice al mirar en su caja de juegos unos dibujos que había hecho cuando recién llego a tratamiento: “¡Cuánto tiempo ha pasado de que yo llegué aquí! Cuando vine por primera vez, yo no entendía por qué mis papás me traían contigo, pero ahora sé por qué vengo, soy muy celosa y eso me ha traído problemas”.

Otro de los pedidos más frecuentes en la psicoterapia con niños tiene que ver con pacientes que se encuentran detenidos en su desarrollo, no pueden aprender a leer o escribir, tienen dificultades para comunicarse por medio del lenguaje o no han adquirido el control de esfínteres o lo han perdido a una edad avanzada. También recibimos en algunos casos niños con miedos intensos e incapacitantes que no les permiten realizar actividades cotidianas, como podría ser ir al colegio.

Los conflictos familiares es otro de los motivos por los que llegan los niños a tratamiento, por ejemplo, cuando hay una pérdida o separación en la familia, cuando los padres se sienten culpables de que aquella separación dañe a su hijo. Si bien es algo importante, nos encontramos con que cada niño armará su propia historia y sus fantasías inconscientes al respecto.

Es poco frecuente que nos consulten por alguna afección psicosomática (enfermedades en las que el conflicto psicológico influye en el cuerpo y hay una alteración orgánica), pero que sea menos frecuente no quiere decir que no sea un motivo muy importante para pedir una psicoterapia. En ocasiones nos encontramos en el consultorio niños que padecen asma, dermatitis, estreñimiento, que tienen dolores de cabeza, que se enferman frecuentemente, que no duermen, etc…, pero el motivo por el cual llegaron con nosotros no fue ése. Su motivo de consulta pudo ser, por ejemplo, porque es rebelde y no hace caso o tiene problemas para socializar.

Estas afecciones en el cuerpo son de suma importancia, ya que muchas de las veces nos encontramos conflictivas emocionales significativas detrás de estos síntomas físicos, incluso con los niños más pequeñitos que aún no pueden hablar y que manifiestan sus conflictos a través del cuerpo; ante esto será indispensable solicitar una psicoterapia adecuada para ellos.

A continuación, sintetizo algunos de los conflictos psicológicos más frecuentes en niños y niñas, por los cuales nos consultan.

Problemas en el colegio:

Es distraído, no atiende lo que se le dice y no puede aprender.

Es muy difícil que se quede quieto en actividades que lo requieren, pues frecuentemente está moviéndose.

No hace caso a los profesores y rompe las reglas constantemente.

Tiene problemas con sus compañeros de clase, lo molestan, abusan y se burlan de él.

Tiene dificultad para relacionarse con otros niños, se aísla, está solo a la hora del recreo o en actividades grupales.

Tarda mucho en terminar sus trabajos escolares y tiene dificultad para comprender lo que se le pide.

Han bajado sus calificaciones considerablemente.

 

Situaciones de conflicto en la casa:

No obedece, no quiere hacer la tarea.

Se enoja si no hacemos lo que él quiere.

Es desafiante con las maestras y con los padres.

No tolera la frustración, si algo no le sale bien explota.

Siente que él lo sabe todo y quiere mandar.

Problemas de agresión:

Pelea con sus compañeros de la escuela.

Otros niños lo molestan con frecuencia y no sabe defenderse.

Está muy celoso de sus hermanos y pelea con ellos.

Es agresivo cuando se le pide que haga algo que no le gusta.

Hace berrinches sin control y puede llegar a golpearse.

Explota y grita cuando le pedimos que haga la tarea.

No logramos que permanezca en ninguna actividad extraescolar, porque se enoja si pierde o no le sale bien.

Compite con sus hermanos y compañeros.

Siempre está enojado, nada le parece bien.

Problemas de ansiedad:

Tiene problemas de sueño, no logra dormir hasta muy tarde o despierta en la madrugada.

Se queja de dolor de estómago o de cabeza con frecuencia.

Tiene problemas de alergias que se agudizan con las tensiones.

Tiene miedo a muchas cosas, pero sobretodo se asusta mucho en las noches, no podemos dejarlo solo.

Se angustia mucho de tener que enfrentarse a situaciones escolares como, por ejemplo, realizar un examen o un trabajo escolar, por lo cual pide no hacerlo.

Inestabilidad motriz:

Es inquieto, no puede quedarse sentado para ninguna actividad. Sus padres mencionan que no está todo el tiempo haciendo algo y habla sin parar.

No mide el riesgo y hace cosas que son peligrosas.

Se golpea con frecuencia y se ha lastimado fuertemente.

Todo el tiempo necesita estar en actividades físicas intensas.

No se concentra en las tareas que se le solicitan, pues no termina una cuando ya quiere hacer otra.

Síntomas psicosomáticos:

Tiene insomnio, no puede conciliar el sueño o se despierta constantemente en las noches, en ocasiones manifestando miedo por dormir solo o por tener pesadillas.

Come poco y alimentos limitados o, por el contrario, come compulsivamente y tiene problemas de sobrepeso.

Se hace pipí cuando ya controlaba los esfínteres.

Por traumatismos:

Divorcio de los padres.

Por el terremoto se puso muy miedoso.

Pérdida del padre, la madre o un hermano.

Enfermedades o accidentes en la familia.

 

 

 

Hacer un diagnóstico inicial nos ayudará a ubicarnos en el terreno en el que nos encontramos y a obtener un mejor pronóstico para el tratamiento; esto nos permitirá observar desde las primeras sesiones las conflictivas que están en juego. Por ejemplo, si nos encontramos con un niño neurótico (celoso, que hace berrinches, se compara con otros, rivaliza, se agranda y no tolera la espera y los límites) o nos encontramos con aspectos psicóticos (niños a los que se les dificulta distinguir entre la realidad y la fantasía, con mucha angustia, con sentimientos frecuentes de que algo o alguien les va a hacer daño, que tienen amigos imaginarios a una edad avanzada o que se sienten muy confundidos).

Estudiar la maestría en Eleia fue muy enriquecedor para mí, pues, gracias a que participé en la Clínica Comunitaria, a la que llegan muchos pacientes, pude atender adultos, adolescentes y niños, ampliando mis habilidades sobre el diagnóstico y la detección de los conflictos inconscientes. De igual forma pude obtener un amplio conocimiento sobre una técnica a partir de diferentes teorías y del método psicoanalítico estudiado en mi formación como psicoterapeuta.

Agradezco a la Dra. Alma Toledo y al Dr. Norberto Bleichmar su contribución a la preparación de esta nota.

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