Notas sobre fantasía y sexualidad

Por Emmanuel Chilpa

Hay diversas formas de observar y entender el campo de la sexualidad; sin embargo, la manera más profunda y compleja de abordarlo es el psicoanálisis, ya que el problema de la vida sexual configura el eje de comprensión y del método psicoanalítico.

¿Cómo se articula fantasía y sexualidad en el campo de la clínica psicoanalítica? A lo largo de la historia del psicoanálisis, estos conceptos han devenido en controversias significativas, pues muchos elementos teóricos y técnicos se configuran a partir de la noción que se tiene de estos elementos.

Para fines prácticos, vale hacer una aclaración desde ahora: la sexualidad en psicoanálisis no es vista como sinónimo de coito, más bien es todo aquello que produce placer. Así, la sexualidad tiene que ver con un campo más basto y complejo desde la óptica psicoanalítica. Ya en Tres ensayos de teoría sexual (1905), Sigmund Freud vuelca sus reflexiones sobre el papel fundamental que la sexualidad tiene en el desarrollo del sujeto, más aún en los primeros años de vida. A partir de esta visión revolucionaria, su propuesta teórica tendrá un irrevocable impacto en toda la cultura y la ciencia, de ahí la importancia y la vigencia de este tema.

En un principio, Freud atendió a mujeres histéricas cuya principal característica era que padecían síntomas con alteraciones físicas; sin embargo, médicamente se encontraban sanas. Así postula que el origen de la histeria yace en la mente.

Su primera tentativa de explicación aludía al campo del trauma infantil. Más tarde abandonará este posicionamiento (“ya no creo más en mi neurótica”) para inaugurar una nueva manera de entender la mente en la que los recuerdos y las fantasías no se disciernen con claridad y hay una transición de la causalidad histórica a la causalidad de la realidad psíquica, es decir, el ser humano deforma su experiencia y recuerdo a partir de un impulso inconsciente.

A lo largo de su obra, Freud usa el término “fantasía” de diversas formas. Por ejemplo, el motor del psiquismo, para él, es el deseo inconsciente, y de éste resulta la fantasía en la que se satisface al menos parcialmente, mientras Klein pondrá mayor énfasis en la fantasía inconsciente.

Es destacable que, aun cuando ha transcurrido más de un siglo desde los escritos de Freud, éstos describen la misma problemática sexual de los hombres de la actualidad: El deseo por el amor prohibido (que representa a la madre); el temor de sentirse inferiores (ansiedades de castración); la fantasía de tener una erección omnipotente, ser superior al padre o matarlo (castrar al padre); temor a perder el amor de la madre, dar muerte a los hermanitos; deseo de mostrar la potencia (exhibicionismo); deseo por el padre del mismo sexo, entre otras fantasías.

Las fantasías sexuales pueden tener un amplio espectro de motivaciones. Elena Ortiz (2011) subraya que Freud utiliza la noción de fantasía en tres sentidos. El primero, como estructuras subyacentes a un contenido manifiesto, escenificación del deseo y el asiento de operaciones defensivas; la segunda connotación es la ensoñación, “soñar despierto”, y la tercera son las fantasías primordiales.

Estas últimas son de carácter universal e inconsciente, y organizan el psiquismo al funcionar como filtros de la experiencia humana: 1) escena primaria, en la que el niñito experimenta celos, exclusión, curiosidad a partir de la imagen mental de los padres teniendo relaciones sexuales; 2) castración (la sensación de perder algo valioso), que deviene en conflictos de rivalidad, comparación, sentimiento de inferioridad o superioridad; 3) vida intrauterina, y funcionar como un bebé dentro del vientre materno, haciendo de la comodidad y satisfacción inmediata y constante el funcionamiento principal; 4) seducción, como en el caso de pacientes histéricas.

Referencias

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas (pp. 109-224). Buenos Aires: Amorrortu, 2013.

Ortiz, E. (2011). La mente en desarrollo. Reflexiones sobre clínica psicoanalítica. México: Paidós.

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