Lo traumático de ser adolescente en la pandemia. Jornadas Clínicas Eleia 2021.

Por Nadezda Berjón M.

 

La juventud está encendida por la naturaleza

como los ebrios lo están con el vino.

Aristóteles

En las Jornadas Clínicas que tendrán lugar en junio del presente año se abordará el tema del trauma y sus diversos sentidos psíquicos y sociales.

Con la llegada de la pandemia a nuestro país en marzo de 2020 y con las resultantes restricciones de movilidad y socialización, varios de los grupos de edad sufren un posible trauma. En este texto me enfoco en aquellos adolescentes para los que esta situación resulta particularmente complicada (escuela en línea, pérdida de espacios de convivencia, encierro continuo con los padres). En este sentido, cada individuo tiene una experiencia particular que surge desde los aspectos de su personalidad.

 

  • Periodo adolescente

La adolescencia tiene una temporalidad amplia que va desde la llegada de la pubertad (10 a 13 años) hasta el inicio de la adultez (de acuerdo con estudios de imagenología, ¡el desarrollo neurobiológico continúa hasta los 25-30 años!).

En este sentido, aunque el cuerpo esté madurando, emocional y neuropsicológicamente el sujeto es inmaduro. Es decir, a pesar de que tu hijo o hija sea más alto que tú, tenga permiso de conducir, cocine o incluso haya iniciado su vida sexual en pareja, no significa que sea capaz de desarrollar estrategias, plantear metas, entender lo que le conviene y asumir sin malestar las restricciones por la pandemia.

Por esto, es comprensible que rompan reglas, estén irritados, deprimidos, con sensación de catástrofe y pérdida de un momento de vida rico e irrepetible.

  • La escuela y el grupo social limitados por el SARS-CoV-2

El joven de secundaria y preparatoria asiste al colegio para buscarse entre sus pares, socializar y encontrar una identidad definida y madura al finalizar su ciclo. Necesita distanciarse poco a poco de los padres para lograr la transición niño-adulto. Vive un vínculo ambivalente en casa, con deseos de alejarse y crear su propia personalidad, pero al mismo tiempo necesita su guía y protección. La escuela es la depositaria de todos esos conflictos, el lugar donde se desenvuelven los jóvenes durante más horas continuas.

A la escuela llegan rabiosos después de una pelea con el padre en torno a las posibles salidas del fin de semana, o excitados y con el cuerpo sexualmente maduro, hablando sin parar y riendo sin sentido, queriendo tocar y ser tocado. También son recibidos por los profesores a modo de forzados terapeutas que deben escuchar a estos corazones desbocados. Además, plantean el desafío del joven hacia sus maestros, blanco de toda la lucha adolescente por la libertad, y los confrontan, desobedecen, exigen y demandan con tanta pasión que la clase a impartirse queda en el olvido.

¿Qué sucede con la pandemia? Se pierde el espacio para escenificar estas batallas internas. La conexión se interrumpe, en lo concreto y en lo emocional, tanto con profesores como con compañeros. Los padres están siempre presentes: no hay un lugar en el que se pueda borrarlos. A esa edad es importante hacer; no basta con pensar. Es el momento de salir de la órbita familiar y enfrentar el mundo, conocerse en un ámbito amplio y vivir en grupo las ansiedades propias de la edad.  

  • Propuestas para transitar lo mejor posible la situación actual y evitar un trauma a largo plazo

De acuerdo con las teorías sobre el trauma psíquico, varios factores se ponen en marcha en la estructuración de un trauma: la intensidad de la vivencia, la forma en la que se vive desde cada sujeto y la respuesta del entorno a esta vivencia personal (aunque compartida). Además, la adolescencia en sí es impactante por el proceso de madurez sexual y psíquica que conlleva. Así que, con jóvenes adolescentes en casa durante este periodo, conviene:  tolerar sus estados afectivos; acompañarlo sin ser intrusivo; ser empático pero sin aparentar entender (a cada edad, una experiencia diferente); validar su experiencia sin forzar la adaptación; proveer un espacio de privacidad; aceptar que el espacio físico se ha cambiado por el espacio virtual y el joven pasa muchas horas socializando en las redes sociales, incluidos los videojuegos (poner atención a si está aislado o conviviendo).

Además de las características de cada joven (la pandemia no impacta igual a todos ni imprime una huella necesariamente traumática), este año escolar será un tanto distinto, puesto que parte del aprendizaje durante la adolescencia se da a nivel de grupo entre iguales y con la corporalidad en interacción (abrazos, bromas, deportes, miradas, tocamientos, experimentos, laboratorios, teatro). No es necesario desalentarse y caer en la desesperanza; sí hay aprendizaje, aunque matizado por las angustias, distancia y frustración.

En las próximas Jornadas Clínicas se presentarán trabajos en torno a la adolescencia y su relación con el trauma.

 

Lecturas recomendadas

Aberastury, A. y Knobel, M. (1997). La adolescencia normal. México: Paidós.

Aryan, A. y Moguillansky, C. (2009). Clínica de adolescentes. Buenos Aires: Teseo.

Meltzer, D. y Harris, M. (1998). Adolescentes. Buenos Aires: Spatia.

Puig, M. (2009). Sobre la adolescencia: perspectivas clásicas y actuales. Tesis de Doctorado. México: Centro Eleia Actividades Psicológicas.

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