Las compras en línea como defensa ante las limitaciones de la pandemia

Por Nadezda Berjón

Si no puedo salir a la calle ni planear un viaje, tampoco ir a cenar a mi lugar favorito o reunirme con mis conocidos, ¡al menos puedo visitar tiendas en línea y comprar sin límite!

Los catálogos de las diferentes tiendas y plataformas virtuales son infinitos (no así los fondos para pagar las tarjetas, pero ¿quién piensa en eso?). Además, con solo oprimir un botón, los deseos se vuelven realidad, ¿o no?

A partir de la pandemia, ¿se exacerbó el impulso de comprar? ¿Qué ansiedades disparan dicha acción compulsiva? ¿Qué es lo que se desea aliviar? ¿Realmente se logra la calma una vez que se concreta la transacción?

Por cierto, muchos son los que solo llenan el carrito de compras, pasan dos o tres horas diarias eligiendo objetos y, al final, desisten. ¿Es el deseo del deseo? Son varias las motivaciones que pueden ser la base de tal fenómeno. Pensemos en algunas de estas.

 

  1. El deseo como motor de la mente:

Con o sin pandemia, somos movilizados por el deseo. Freud (2013a) habla de la conexión que se establece, desde momentos muy tempranos de la vida, entre el deseo y la intervención de alguien que suprime el displacer. Siguiendo esta línea, McGowan (2016) comenta que la ausencia mantiene vivo el deseo y nos impulsa a alcanzarlo. Menciona la película “El ciudadano Kane” (Wells, 1941), en la que el protagonista quiere resolver el enigma de la palabra que lo obsesiona, rosebud. Al final del filme aparece un trineo de su infancia, con dicho nombre escrito. Para McGowan el trineo es una metáfora de la pérdida que anima la existencia del personaje, que busca objeto tras objeto (estatuas, cuadros, animales exóticos) para cubrir dicha falta sin lograrlo jamás. Es así como el autor observa que el deseo depende de lo inaccesible del objeto y que el sujeto se autosaboteará al momento de estar a punto de encontrarlo (por eso, llenar el carrito y no concretar la compra, o una vez concretada, volver a llenar el carrito con nuevas cosas). Es como si cada objeto nuevo fuera solo la sombra del original. Así que nada de lo que podamos comprar en un clic va a colmar el deseo. Una vez que se consiguen los zapatos ideales, se busca un nuevo objeto a desear.

En el cuento “Del paraíso a la perdición”, Lionel Shriver (2020) narra la huida de un estafador a un lugar paradisiaco en el que, con el dinero robado, puede vivir cómoda y anónimamente por el resto de sus días. Festines diarios, barra libre, masajes y descanso en playas cristalinas. Día tras día, semana tras semana, la misma abundancia. Al principio la disfruta, pero al cabo de algún tiempo, la ausencia de fricción, de carencias, lo enloquece.

  1. Fallas en la cohesión de la personalidad:

Kohut (1996) observa que los objetos pueden tapar los huecos en nuestro self. ¿No les ha pasado, con estas angustias de fin de mundo, evocar un suéter especial, suave y hermoso que los haga sentir que todo va a estar bien? ¿O colecciones de tacitas y de cobertores? Para algunos, las noticias y vivencias en tiempos de coronavirus remueven ansiedades previas, muy tempranas, de inicios de la vida. Posiblemente son personas con algunas carencias en los vínculos (crecieron con madres deprimidas o ausentes o en ambientes familiares poco protectores). En este sentido, el comprar compulsivo puede representar la búsqueda de un objeto que afiance y calme.

  1. Sentirse despojado de la libertad y la potencia:

Freud (2013b), nos habla del niño y sus complejos. Por ejemplo, el pequeño Hans se horroriza cuando, en el zoológico con su padre, mira a los grandes animales. ¿Por qué, pregunta su progenitor, acaso por comparar su pequeño miembro con el de los representantes de papá? El gran león, la gran jirafa. Es decir, desde pequeños, disfrutamos el cariño y atención de nuestros padres, pero también nos enfrentamos a la trágica, aunque inevitable, vivencia de pequeñez. Podemos unirlo a las limitaciones impuestas por los padres, como “no puedes comer galletas”, “ya tienes que dormir”, “no vas a ir a casa de tu amiguito”, etc. Así que no es sorpresa que, cuando el sentido común nos dice que no debemos salir, reunirnos, viajar y demás, nuestro aspecto infantil dice “pero puedo llenar mi carrito de compras y a veces dar clic en pagar”. Habrá quien elija comida, bebidas alcohólicas, pornografía, ropa, tecnología o incluso muebles. Estos objetos restauran la sensación de completud y potencia. ¡Ah!, pero de modo temporal. Además, después hay que pagar la tarjeta y retorna la sensación de castración y pequeñez.

  1. Comprar para compensar a otros:

Ante la distancia de los seres queridos, puede presentarse una fantasía inconsciente en la que hay riesgo de perder a los que queremos a causa de algo malo propio (ansiedades depresivas, Klein, 2008). Por ejemplo, el no visitar a un familiar para evitar ponerlo en riesgo puede producir dolor parecido a un duelo, como si la persona dejara de estar emocionalmente disponible. Tal vez en esta fantasía se trata de una persona joven que se percibe superior y fuerte al familiar de mayor edad y esto le genera culpa (inconsciente). O preocuparse por la propia seguridad y rechazar invitaciones festivas puede generar un sentimiento de aislamiento, como si se tratara de rechazar la compañía de otros y no de tomar medidas de prevención necesarias. Entonces se dispara la compra de regalos caros, canastas navideñas, bebidas y alimentos que provean el calor que la falta de contacto genera. Algo así como decir, a través del regalo, “no dejes de quererme, o no me odies por no verte”.

Conclusión:

La verdad es que son fechas difíciles y el esfuerzo que enfrentamos provoca un dolor profundo. La incertidumbre nos acompaña. Extrañamos a nuestros seres queridos y la vida tal como la conocíamos. Pero nada que compremos, ningún paquete a domicilio nos va a calmar de verdad; solo va a distraernos de algo que está inevitablemente marcando esta época de la historia.

A falta de todo lo que no está, ¿qué podemos crear o aprender?

 

Referencias

Freud, S. (2013a). Proyecto de psicología para neurólogos. En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu. (Obra original publicada en 1895).

Freud, S. (2013b). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (Pequeño Hans). En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo X. Buenos Aires: Amorrortu. (Obra original publicada en 1909).

Klein, M. (2008). Contribución a la psicogénesis de los estados maniacodepresivos. En Obras completas de Melanie Klein. Tomo I. Barcelona: Paidós. (Obra original publicada en 1935).

Kohut, H., Tolpin, P. y Toplin, M. (1996). Heinz Kohut: The Chicago Institute Lectures. Nueva Jersey: Analytic Press. (Obra original publicada en 1974-1975).

McGowan, T. (2016). Capitalism and Desire. The Psychic Cost of Free Markets. Nueva York: Columbia University Press.

Shriver, L. (2020). Del paraíso a la perdición. Propiedad privada. Barcelona: Anagrama.

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