Depresión en edad avanzada

Por Dorothy Muñoz

 

 

En la actualidad, se habla mucho de la salud mental, de la importancia de sus tratamientos y de los múltiples beneficios que se obtienen al estar en un proceso terapéutico. A pesar de contar con especialistas y espacios para llevar a cabo este tipo de tratamientos, no es equiparable su oferta con la demanda. Por ejemplo, es común que se hable de la depresión, sin embargo, suele haber mucha resistencia a acudir con un profesional, ya sea psicoterapeuta o psiquiatra, para tratarla.

 

La depresión es una enfermedad silenciosa y, en general, se vive en soledad. Quienes la padecen muchas veces hacen esfuerzos por “pensar” en otra cosa, creyendo que las emociones se pueden controlar. Sabemos que es una enfermedad que no tiene límites en cuanto a edad y género. Se puede padecer en cualquiera de las etapas del ciclo vital: durante el embarazo, después del parto, en la edad infantil, en la adolescencia, en la adultez (adultos jóvenes, adultos) y en la vejez.

 

Para Freud (1905/1992), la edad era un factor importante para lograr un tratamiento favorable. Él creía que las personas que se acercaban a los 50 años (o más) solían carecer de plasticidad en los procesos anímicos, de la que depende la terapia. En la actualidad, sabemos que la psicoterapia es favorable para personas incluso mayores a esa edad. Esto se debe, en gran parte, a que la esperanza de vida ha aumentado. En México, la esperanza de vida promedio es de 75.4 años (INEGI, 2021); en las mujeres el promedio es de 78.2 años y en los hombres de 72.5 años. También se debe a que dichos pacientes han demostrado, durante su tratamiento psicoanalítico, resultados beneficiosos para su vida. Se puede afirmar que la posibilidad de un análisis o tratamiento beneficioso depende más de la actitud y disposición personal que de la edad.

 

Hoy en día, es común recibir pacientes de edad avanzada en psicoterapia. Las razones por las cuales inician un tratamiento son muy variadas, sin embargo, tienen en común la búsqueda de un mejor sentido a la vida, a sus emociones, a sus relaciones con los demás y con ellos mismos. Los beneficios de diagnosticar e intervenir en este grupo de edad son múltiples, por ejemplo, es posible dar sentido a ciertos síntomas; entender el origen de los conflictos, trabajarlos y tolerarlos; elaborar duelos por las diferentes pérdidas que se viven en esa etapa; y, sobre todo, tener un espacio seguro donde se sienten escuchados, contenidos y cuidados.

 

La depresión en los adultos mayores es cada vez más común. Los factores que desencadenan este padecimiento se conjugan con la estructura psíquica de cada individuo, a lo que se suman elementos constitucionales, orgánicos y sociales. Es decir, la depresión se genera de una manera compleja al estar motivada por diversas fuentes.

 

En las depresiones durante la vejez, resulta pertinente considerar tres grandes áreas en las que se presentan pérdidas: el cuerpo, la psique y lo social. En el cuerpo, hay disminución de capacidades, deterioro y/o enfermedades crónicas; esto se acompaña de ansiedades y fantasías que es necesario explorar y abordar junto con el paciente. En lo psíquico, surgen cambios que movilizan la ansiedad con respecto al natural deterioro de sus funciones, la adquisición de nuevas destrezas, los cambios en la rutina (tiempo y actividades), los cambios en la afectividad, las repercusiones por la muerte de alguien cercano, las consecuencias de alguna enfermedad crónica, las dificultades económicas, las confusiones, etcétera. En cuanto a lo social, hay pérdida de vínculos, pérdida de trabajo, problemas interpersonales, etcétera. Todos estos cambios tienen un impacto importante en el estado de ánimo; generan incertidumbre, entre otras emociones, y hacen referencia al paso del tiempo, a lo perdido y a la realidad que se vive.

 

Las personas que transitan por estos cambios suelen sufrir. Atravesar el duelo por la pérdida de la juventud les resulta doloroso. Una posible respuesta ante su dolor es la depresión. Sin embargo, existe también la posibilidad de que el adulto mayor elabore, poco a poco, sus pérdidas y que recuerde o identifique lo valioso de sus experiencias para poder afrontar con gratitud y esperanza esta etapa de la vida. El temor a la soledad y a la muerte coincide con la pérdida de la independencia que caracterizaba a su juventud. Un proceso psicoterapéutico les permite elaborar esos duelos y disminuir los síntomas depresivos.

 

En el diplomado Enfermedades depresivas exploraremos las diversas modalidades depresivas en esta etapa del ciclo vital, centrando la mirada en los elementos que permiten realizar un diagnóstico oportuno y ofrecer un tratamiento adecuado.

 

Referencias

 

Fernández, A. (2004). Psicoanálisis en la vejez: Cuando el cuerpo se hace biografía y narración. Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 99, pp. 169-182.

 

Abraham, K. (1980). La aplicabilidad del tratamiento psicoanalítico a los pacientes de edad avanzada. Psicoanálisis clínico. Hormé, pp. 238-243. (Obra original publicada en 1919).

 

Freud, S. (1992). Sobre psicoterapia. Obras completas. (vol. 8, pp. 243-257). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1905).

 

Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (2021). Esperanza de vida al nacimiento por entidad federativa según sexo, serie anual de 2010 a 2021. INEGI.  https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq=Mortalidad_Mortalidad_09_61312f04-e039-4659-8095-0ce2cd284415

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