La relación entre el cuerpo y la mente en la teoría psicoanalítica (freudiana)
Por Miguel Eduardo Torres Contreras
Uno de los temas clásicos en el pensamiento filosófico y científico occidental desde los orígenes de este, ha sido sobre la relación entre el soma (σῶμα) y la psique (ψυχή), entre el cuerpo y la mente. La respuesta a esta pregunta está estrechamente vinculada al filósofo o sistema filosófico del que se trate. Por ejemplo, es célebre la postura de Platón (427 – 347 a. E.) al respecto, pues propone un dualismo donde el cuerpo es una cárcel para el alma. Aristóteles (384 – 322 a. E.), discípulo de Platón, propone una unión sustancial entre el cuerpo y el alma. Descartes (1596 – 1650), en el siglo XVII d. E. propone nuevamente un dualismo: un alma pensante (res cogitans) y un cuerpo (res extensa), en el que el cuerpo es como una máquina que es movida por el alma pensante. Las posturas materialistas recientes sostienen la inexistencia de una psique; es decir, el ser humano es un organismo biológico semejante al de otros animales, en particular los animales superiores. Tal es el caso del conductismo de Skinner (1904 – 1990), quien afirma que todo el comportamiento humano, aun las conductas más sutiles y complejas, se pueden explicar mediante la relación estímulo y respuesta. Para esta postura, decir que hay una realidad psíquica en el ser humano y todo lo que de ello se deriva es una ficción explicativa.
Por su parte, el psicoanálisis afirma la existencia de una realidad psíquica, más aún, no sólo esto, sino que hay una realidad psíquica inconsciente. Todavía más, la genuina vida psíquica del ser humano es la vida psíquica inconsciente. Freud llega a afirmar que el núcleo de nuestro ser es el oscuro Ello. Afirmar la existencia de una realidad psíquica inconsciente es bastante audaz: no sólo contradice las filosofías y psicologías de la conciencia, sino que contradice las posturas materialistas, porque tal realidad psíquica inconsciente no es una realidad material, tangible, medible. Esto implica de fondo una postura epistemológica, sobre la cual no vamos a profundizar dado que es un asunto muy complejo, no hay espacio suficiente para ello y no es el objetivo de este texto.
Específicamente, en este texto abordaremos algunos planteamientos del psicoanálisis freudiano, porque, así como hay diferentes posturas en filosofía sobre la relación cuerpo-mente, también las hay dependiendo del autor o de la escuela psicoanalítica de la que se trate.
Aunque Freud no aborda de manera especifica la relación entre el cuerpo y la mente, sí se puede deducir su visión sobre esta relación a partir de sus escritos. En los inicios del psicoanálisis, Freud se interesó de manera preponderante en la histeria de conversión. En este padecimiento, resultaba bastante enigmático que las alteraciones del cuerpo como la parálisis del guante, la ceguera histérica, etc., no eran causadas por un daño orgánico. No hay que olvidar que a las mujeres histéricas en esa época se les llamaba, de forma despectiva, “simuladoras”. Incluso, una vez que morían, se realizaban autopsias para saber si había alguna afectación orgánica que no hubiera sido detectada cuando estaban con vida. La histeria de conversión planteaba de manera muy clara la enigmática relación entre el cuerpo y la mente. Desde la visión freudiana, el cuerpo se convierte en escenario del conflicto psíquico que no ha podido ser elaborado por la persona con este padecimiento. Es decir, el cuerpo, donde se da el síntoma conversivo, se convierte en el lugar concreto que posibilita la expresión de un conflicto psíquico.
Con la introducción del concepto de pulsión (Trieb en alemán) y la afirmación de que el ser humano tiene pulsiones y no instintos (Instinkt en alemán), Freud plantea la posibilidad de comprender una serie de comportamientos sexuales que hasta entonces no encontraban una explicación más allá de la mera descripción psiquiátrica o sexológica de la época, o, peor aún, una valoración de tinte moral o religioso. En Pulsiones y destinos de pulsión, Freud da una triple definición sobre lo que para él significa la pulsión: “1) un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático; 2) un representante psíquico de los estímulos que provienen del cuerpo y alcanzan el alma; 3) una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal” (Freud, 1915, p. 117). Como se puede notar, la pulsión es un concepto clave que permite la articulación entre lo somático y lo psíquico. Asimismo, la visión de Freud sobre el cuerpo y la mente no es una visión dualista, sino que ambas realidades están enlazadas y se influyen mutuamente: lo corporal encuentra expresión en lo psíquico, y lo psíquico puede expresarse en lo corporal, como en el síntoma conversivo.
En otro texto, escrito en el contexto del giro de los veinte de su obra, Freud aborda la importancia de lo corporal anatómico en la construcción de lo psíquico. Se trata del escrito Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925). En efecto, ya desde el título se expresa la importancia de lo anatómico corporal; tal es su importancia que incluso tiene consecuencias psíquicas. Freud dice “algunas”, no dice “todas” las consecuencias psíquicas. ¿Y qué es aquello que genera algunas consecuencias psíquicas? La diferencia anatómica entre los sexos. En otras palabras, no es lo mismo nacer teniendo un pene o nacer no teniéndolo; esto tendrá consecuencias en la formación del psiquismo. Sin embargo, Freud se encarga de precisar la centralidad de un sólo sexo, le llama la primacía del falo. Afirmación bastante polémica, y que ha generado mucho debate desde entonces. Dejando de lado esta polémica, lo que se puede deducir de este texto es que, en la visión freudiana, el desarrollo de la psicosexualidad y la conformación del psiquismo están ligados a la realidad y diferencia anatómico corporal de los sexos. Dicho de otra forma, no da lo mismo nacer con sexo de varón que nacer con sexo de mujer; esto tendrá consecuencias psíquicas.
En resumen, la postura de Freud respecto a la relación entre el cuerpo y la mente posee distintas aristas. Implícitamente sostiene que hay una relación entre ambos. Si bien el psicoanálisis no tiene como objeto de estudio lo corporal y lo orgánico, eso no quiere decir que se deje de lado el soma. El soma tiene repercusiones en lo psíquico. A la inversa, aunque el objeto de estudio del psicoanálisis es la mente inconsciente, lo que suceda en ésta es susceptible de expresarse en lo somático. Los autores postfreudianos ahondarán en esta compleja y enigmática relación cuerpo-mente.
Referencias:
Freud, S. (1917). 17ª conferencia. El sentido de los síntomas. Obras Completas. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1917). 20ª conferencia. La vida sexual de los seres humanos. Obras Completas. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. Obras Completas. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1925). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos. Obras Completas. Amorrortu Editores.