La función de los amigos imaginarios en la edad preescolar

Por Martha Zorrilla

 

Es frecuente escuchar a los niños hablar de un amigo que les dijo algo, o dibujarse junto a un amigo muy divertido, o tal vez animarse en un momento triste, después de haber tenido una conversación con ese amigo que resulta que no conocemos. Puede ser que tenga nombre o no, pero es alguien que solamente el niño puede ver y escuchar: es su amigo imaginario.

 

Sabemos que la imaginación en los niños de edad preescolar, además de ser divertida y estar presente en su día a día, también tiene una función importante en su desarrollo psicológico.

 

Ana Serrano (2004) habla de cómo la imaginación en los niños no sólo crea o recrea imágenes visuales, sino que también puede desplegar imágenes olfativas, táctiles o auditivas. Lo increíble del cerebro es que enciende los distintos centros sensoriales cuando es estimulado simplemente por la imaginación y la evocación.

 

Es por esto que los niños pueden tener amigos imaginarios que le dan una solución a su deseo de compañía, recreación y, a veces, tranquilidad ante conflictos y ansiedades. No todos los niños generan amigos con su imaginación, pero algunos, en algún momento de su infancia, los encuentran.

 

Para los adultos, la presencia de un amigo imaginario puede resultar incómoda y tal vez algo perturbadora, puesto que es como un personaje de cualquier juego que un niño inventa, producto absoluto de su fantasía. Por lo tanto, está impregnado de características del mundo interno que tal vez nos podrían sorprender. Por ejemplo: el amigo imaginario de un niño puede ser un personaje muy mandón y bien portado, que le recuerda los deberes y obligaciones. En este caso, si lo entendemos psicoanalíticamente, el amigo sería una proyección superyoica.

 

Si lo pensamos como un producto de la mente de los pequeños, la cual tiene como una de sus necesidades principales el jugar, podremos ver que el amigo que un niño encuentra en su imaginación puede serle de gran utilidad psíquica, ya que regularmente jugará con él. Antonino Ferro (1998) considera el juego como un medio utilizado por los niños para dramatizar, representar, comunicar y descargar sus propias fantasías inconscientes, así como para elaborar y modular la ansiedad y las angustias conectadas a estas fantasías. Entonces, podemos pensar que cuando un niño produce un amigo imaginario, proyecta en él algo de lo ya mencionado y tiene un personaje puesto afuera de su mente con el cual podrá interactuar, es decir, jugar.

 

Algunos padres comentan que los amigos imaginarios resultan benéficos en ciertos temas de la crianza; por ejemplo, una madre platicaba que los de su hija eran muy útiles al momento de vestirse, porque hacían carreritas para ver quién terminaba primero. Otros padres explican cómo sus hijos disfrutan crear y actuar escenas con sus amigos imaginarios, para después, escribir o dibujar historias. Estas son otras formas de jugar.

 

Karen Majors y Ed Baines (2017) hicieron un estudio a través de entrevistas a padres de niños con amigos imaginarios, el cual arroja información interesante relacionada con este recurso del psiquismo de los niños:

 

Ellos identificaron cinco propósitos principales de tener un amigo imaginario:

 

  • 1) Resolución de problemas y manejo de emociones
  • 2) Exploración de ideales
  • 3) Compañía para juegos de fantasía que lo requieren
  • 4) Superar ratos de soledad
  • 5) Explorar comportamientos y roles sociales

 

De acuerdo con las teorías del desarrollo del yo, de resolución de conflictos y de autorregulación, los amigos imaginarios se pueden entender como “mentores internos” que motivan al niño a internalizar las expectativas de comportamiento y a desarrollar la autonomía.

 

Algunos niños pequeños invitan a los padres a interactuar con el amigo imaginario.

Los expertos sugieren que los padres participen en el juego (sin dejar de hablar y manifestarse en tono lúdico) y que aprovechen el momento para motivar al niño a hacer algo que le esté costando trabajo en el momento. Observan también que, si los padres le hacen demasiado caso al amigo, es probable que desaparezca. Y proponen que saber más acerca de las características y género de este amigo, podría darnos información acerca del rol que puede tener en la vida del niño.

 

Llama la atención que la mayoría de los niños con amigos imaginarios son los hijos mayores de las familias o los hijos únicos, lo que podría sugerir que, en esos casos, una de las funciones principales del amigo es el manejo de la soledad.

 

Se puede concluir que los niños exploran a través de las experiencias directas, pero también a través de escenarios imaginarios, y que pueden usar el razonamiento y llegar a conclusiones creativas mediante este ejercicio.

 

La creatividad se apuntala en la imaginación. La posibilidad de pensar que un elefante protagonista de un cuento pueda volar a pedirle ayuda al águila para que salve a la princesa, por ejemplo, permite al niño albergar en la mente la existencia de las diversas soluciones a un problema. Un amigo imaginario, en la edad preescolar, es un personaje producto y vehículo de nuevas historias imaginativas.

 

El pensamiento creativo y la imaginación en esta edad son centrales para el funcionamiento de los niños. Es tarea nuestra no limitar la imaginación, sino favorecerla con espacios en donde los pequeños puedan explorar mundos y respuestas nuevas que serán, algún día, las nuevas respuestas de la ciencia, el arte y la tecnología.

 

 

Referencias

 

Ferro, A. (1998). Técnicas de psicoanálisis infantil. Biblioteca Nueva.

 

Majors, K. y Baines, E. (2017). Children’s play with their imaginary companions: parent experiences and perceptions of the characteristics of the imaginary companions and purposes served. Educational and Child Psychology, 34(3), pp. 37-56.

 

Serrano, A. (2004). Ayudando a Crecer. Producciones Educación Aplicada.

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