¿Es peligroso hacer una sesión presencial?

Por Denise Block

 

Después de casi dos años de confinamiento, en las últimas semanas hemos presenciado una apertura muy significativa. Muchas personas están de vuelta al trabajo presencial en oficinas y la mayoría de los niños han regresado a las aulas. Aunque la pandemia sigue y seguirá, con sus altas y bajas, es claro que tenemos que aprender a vivir con ella durante los próximos años. Esto significa que debemos tomar varias precauciones.

 

En cuanto al trabajo en el consultorio, hace más de año y medio nos cuestionábamos cómo pasaríamos de lo presencial al trabajo en línea con nuestros pacientes. Hoy, para muchos de nosotros, el panorama es el inverso. Lo que ahora nos preocupa es cómo y cuándo volver a atender de manera presencial. Es importante señalar que también hay analistas que están trabajando con sus pacientes en el consultorio, desde hace varios meses, cuando completaron su esquema de vacunación, y que hay analistas de niños que han optado por recibir pacientes en sesiones presenciales, aunque estos no estén vacunados aún. La verdad es que no hay una sola receta. Volver o no al consultorio es una decisión personal. Sin embargo, si la decisión es regresar a las sesiones presenciales, hay algunas recomendaciones que vale la pena tomar en cuenta.

 

La primera es tener completo el esquema de vacunación: algunas personas recibieron vacunas de una sola dosis hace más de seis meses y se les ha sugerido reforzar con alguna otra vacuna; lo más conveniente es preguntarle a un experto para confirmar si este es tu caso. Otra recomendación es buscar la manera de mantener el consultorio ventilado: si no estás en una zona muy ruidosa, puedes dejar la ventana entreabierta durante las sesiones; una alternativa es conseguir un filtro de aire que ayude a purificar el ambiente, existen algunos que hacen poco ruido y son casi imperceptibles. Es recomendable, también, que desinfectes el diván y el ambiente cada vez que salga un paciente: hay muchos productos que te ayudarán a hacerlo de manera segura. Procura colocar el diván o la silla a una distancia considerable entre el paciente y tú. Hay terapeutas que incluso hicieron algunas modificaciones en el consultorio o montaron espacios privados, con acceso al aire libre, en los que pueden trabajar. En fin, para volver necesitamos ser flexibles y creativos. Por último, es importante que elijas con qué pacientes vas a regresar: con quienes más lo necesitan o con los que están menos expuestos a contagiarse. Quizá convenga esperar un poco más con los pacientes que, por sus circunstancias personales o laborales, se encuentran en una situación de alto riesgo.

 

Retomar las sesiones presenciales será una buena oportunidad para explorar las fantasías y resistencias que a cada paciente le provoca volver a vernos: hacer un esfuerzo para trasladarse al consultorio, pagar los honorarios en efectivo, recostarse en el diván y darle rienda suelta a la asociación libre. Es importante que nosotros contactemos con nuestras propias fantasías y temores al respecto, y lo canalicemos en la supervisión y en el propio análisis.

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