En Centro Eleia las clases virtuales son cercanía

Por Karina Velasco Cota

La aparición del coronavirus ha venido a cambiar la forma como vivimos. Ha transformado la manera en la que hacemos nuestras actividades, desde ir al supermercado hasta nuestro modo de trabajo y de relacionamos. Ahora que el mundo se ha vuelto virtual y está en línea, nos hemos visto forzados a encontrar nuevas fórmulas para conservar lo que en verdad es importante.

Desde que inició el año, los científicos y médicos de todo el mundo están trabajando a marchas forzadas para entender el virus del SARS-CoV-2 y obtener una vacuna segura que nos ayude a recobrar un poco la normalidad. Sin embargo, sabemos que esto no sucederá en largo rato. Hoy en día incluso desconocemos si una vez contagiado el cuerpo humano crea inmunidad al virus, lo que genera un buen monto de incertidumbre sobre el futuro.

La realidad es que las cosas no volverán a ser las mismas, por lo menos, no en el corto o mediano plazo. Es momento, pues, de dar la bienvenida a otras alternativas para convivir, trabajar y estudiar, ya que la prioridad es resguardar nuestra salud, la de nuestras familias y la de nuestra comunidad. Esto implica evitar riesgos innecesarios y seguir las recomendaciones y sugerencias que nos dan las autoridades e instancias de salud.

Una de las áreas más afectadas ha sido el sector educativo. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que la vida escolar es uno de los espacios más significativos de la infancia y la juventud. Las universidades (las escuelas, en general) son un punto de encuentro, intercambio, desarrollo y vitalidad, y hoy más que nunca enfrentan enormes retos debido al confinamiento por la cuarentena. Por esta razón, Centro Eleia se ha dado a la tarea de construir una plataforma tecnológica y docente que permita continuar las clases de manera virtual sin comprometer el nivel científico y la calidez emocional que siempre han caracterizado nuestro modelo presencial.

En estos momentos, nuestros alumnos no pueden acudir a los planteles. Sin embargo, con el paso de las semanas se ha hecho evidente lo que ya sabíamos desde antes, que la enseñanza es un vínculo. La importancia de la escuela no radica en sus metros cuadrados, ni en su cafetería, ni en su biblioteca. Estos son sin duda recursos útiles, pero el verdadero valor de la experiencia educativa radica en la comunicación y la cercanía entre estudiantes y docentes. Centro Eleia cuenta con un nutrido grupo de maestros y maestras que, con responsabilidad y compromiso, aprovechan los recursos digitales para dar clases tan buenas como las presenciales y consiguen transmitir exitosamente su conocimiento y experiencia, a la vez que también usan estos recursos para mantener un excelente contacto personal con cada uno de sus alumnos.  

Además de echar a andar una plataforma para migrar a la enseñanza virtual y de la capacitación tecnológica que brindó a todo su personal, Centre Eleia también conformó un comité de docentes que, a través de llamadas telefónicas semanales, mantienen una comunicación personalizada, empática y puntual con cada alumno. En este espacio, los alumnos son escuchados y acompañados, se resuelven sus dudas y se busca ayudarlos en la medida de lo posible a comprender y hacer frente a los desafíos de la vida actual.

Nadie puede negar que vivimos la pandemia con una sensación de pérdida. ¿Por qué? Porque nos sentimos privados de personas y de tiempo. Porque renunciamos a nuestra rutina, a nuestros viejos hábitos, a la convivencia social, a la seguridad y las certezas. Vivimos una crisis mundial, que aunque está lejos de ser la primera de nuestra historia, si es la primera de muchos. Sin embargo, si prestamos atención a experiencias pasadas, es posible ver esta crisis también como un momento de creatividad y una oportunidad de reinvención.

En las redes circula un excelente video que expone la experiencia de ser estudiantes en tiempos de la COVID-19. En una parte del video se menciona la necesidad de una “nueva escuela” para un “nuevo mundo”.  Y, aunque no es algo realmente nuevo, pienso que quizá tenemos que recuperar y volver a poner sobre la mesa la importancia del vínculo entre maestros y alumnos. Yo misma me he descubierto conociendo mejor a mis alumnas y alumnos. Se más ahora de sus vidas personales y familiares que cuando compartíamos un mismo salón de clases y los pasillos de Centro Eleia. Cuando llegue el día de volver a las aulas, el reto para todos aquellos que estamos involucrados en el mundo de la enseñanza será cuidar y conservar esa sensación de camaradería que compartimos hoy en día con ellos.

El psicoanálisis, gestado en los albores de la Primer Guerra Mundial y la pandemia de influenza de 1918, nos ha enseñado que el espacio más relevante nunca es el mundo físico, sino el mundo interno. En este se juegan nuestras emociones, nuestras relaciones, nuestra capacidad para pensar y nuestra apreciación de la vida y la realidad. Esta es una premisa a la que nos comprometemos como terapeutas y ahora, con la pandemia, es un buen momento para recordarlo y cultivarlo en los salones de clase que aguardan por nosotros.

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