El papel del padre en el desarrollo psíquico del varón

Por Marta Bernat

 

Es conocida la importancia del papel de la madre en el desarrollo emocional del niño. Sin embargo, no es tan frecuente hablar del padre, quien también desempeña un rol relevante y estructurante en el desarrollo del psiquismo y la personalidad del hijo.

El primer vínculo de amor inicia con la madre: cuando el bebé succiona del pecho no sólo obtiene alimento, sino seguridad, confianza y, al mismo tiempo, un sentimiento de unidad y completud con ella. Estos primeros momentos son muy importantes para la construcción de los lazos de amor y confianza. El bebé se siente amado, a la vez que siente que tiene la capacidad para amar. Según Melanie Klein, este vínculo emocional va a ser el prototipo de todas las relaciones amorosas que se establezcan durante la vida.

El destete, por otro lado, es un momento fundamental en la vida del bebé, ya que significa la separación de la madre. Ésta tiene que aceptar que el hijo no es de su posesión y que su misión es ayudarlo a separarse, para que crezca y logre su independencia. Una de las funciones más relevantes del padre es hacer el corte en esta díada madre-bebé, con el fin de ayudar al niño a ubicarse en el lugar que le corresponde, es decir, como hijo de sus padres y no como la pareja de la madre. Es ahí donde se establece la barrera del incesto, que es primordial para la construcción del sujeto, la cultura y la aceptación de las normas éticas y sociales. Cuántas veces observamos hijos adultos que no han podido hacer una vida propia por no poder separarse psíquicamente de la madre.

Klein piensa que el destete es el detonador que hace que el niño realice una huida hacia el padre para que éste le dé lo que la madre le ha negado; esto da la entrada al complejo de Edipo temprano, lo que significa que el niño, en esta etapa, tiene que hacer todo un movimiento psíquico, es decir, hacer un pasaje del pecho al pene para identificarse con su fuerza, potencia y creatividad. En la vida adulta, esto implica tener acceso a una vida amorosa y genital con una mujer; adquirir el impulso al trabajo, la creatividad; y en algún momento, convertirse en padre y cuidar, junto con la madre, de sus criaturas.

La identificación del niño con el padre es muy importante para la adquisición de una posición masculina y una identidad sexual. Cabe aclarar que, para Klein, el amor hacia la madre se traslada al vínculo con el padre; si la rivalidad, la competencia y los celos no son extremos, se abre la posibilidad de afianzar este vínculo y los futuros. Además, sienta las bases para las amistades y asociaciones con otros de su mismo género. En cambio, si el odio y la envidia hacia la madre se trasladan al padre, éste se va a convertir en una figura vengativa, peligrosa, a quien se teme y se somete. El pene se vuelve un pene fecal peligroso, que daña y destruye. Este tipo de situaciones conlleva a distintos desenlaces en el crecimiento del niño, por ejemplo, una inhibición en su desarrollo. Esto lo llevaría a mantener la actitud de un bebé o un niño chiquito, en vez de comportarse como un adulto; a convertirse en una figura pasiva o sometida frente a los conflictos y diversas situaciones; a sentir terror a competir o rivalizar con sus pares, por miedo a un padre monstruoso; a vivir la sexualidad con mucho miedo, dando pie a trastornos de la identidad y de la sexualidad, como la impotencia, la eyaculación precoz, entre otros.

Donald Meltzer menciona que el padre tiene funciones importantes en la familia, como la de ser un proveedor y, además, contener a la madre en sus miedos y angustias (una madre tranquila puede atender de mejor manera los bebés). El padre cuida y protege a la madre, lo que los vuelve aliados en la crianza de los hijos. La madre necesita del padre para llevar a cabo sus funciones de alimentación y crianza. Así, ambos generan amor, promueven la esperanza, contienen el dolor y ayudan a desarrollar la capacidad de pensar.

A pesar de ello, si por distintas circunstancias el padre se encuentra ausente en la vida del hijo, puede estar presente, de forma simbólica, en la mente de la madre, quien le hablará de él y le transmitirá lo que significa para ella. Un padre simbólico presente evitará, por ejemplo, que el niño duerma con la madre y se convierta en su pareja. En conversaciones con sus familiares, el niño puede identificarse con los valores, las creencias, los intereses y las actividades del padre ausente. Así mismo, los abuelos, los tíos y los maestros se pueden convertir en objetos de identificación, lo que contribuye a la formación y enriquecimiento de la personalidad.

En conclusión, el padre va a tener un papel relevante en las distintas etapas del desarrollo del niño, ya que su participación no sólo se reduce a hacer un corte dentro de la conflictiva edípica, sino que, además, funciona como un modelo de identificación que promueve el desarrollo, el crecimiento y la creatividad.

 

 

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