El cuidado de nuestros padres y abuelos

Por Marta Bernat

En enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) notificó sobre el brote del coronavirus y dos meses después lo declaró como una emergencia de salud pública de importancia internacional. Se trata de una situación que nos ha tomado por sorpresa y nos ha obligado a actuar con rapidez para cambiar nuestra forma de vida, nuestras costumbres, la forma de relacionarnos, de comunicarnos, de cuidarnos y cuidar de nuestras familias adoptando nuevas medidas de higiene personal y limpieza en el hogar.

La pandemia, además de ocasionar un gran impacto en lo económico, lo social y lo cultural, ha afectado la salud física y emocional de la población general, con síntomas como gastritis, dolor de pecho, dolor de cabeza, depresión, trastornos del sueño, tristeza, angustia, ira, irritabilidad, terrores nocturnos y pánico.

Estamos frente a una situación sin precedente donde lo que predomina es la incertidumbre. No se sabe qué va a pasar, pues es una enfermedad a la cual todavía se está aprendiendo a combatir. Lo que sí tenemos claro, y esto es una buena noticia, es que hay una serie de medidas preventivas que, si seguimos con estricta regularidad, nos ayudarán a cuidarnos y a cuidar a los demás para evitar contraer la enfermedad.

Nadie está exento de enfermarse, pero hay un sector de la población que es más vulnerable: los adultos mayores de 60 años. El riesgo aumenta cuando se tienen enfermedades como diabetes, hipertensión u obesidad, entre otras. Por ello, el cuidado y confinamiento deben ser más estrictos en estos casos.

Todos tenemos la obligación de cuidarnos a nosotros mismos y a nuestros padres y abuelos. ¿De qué se trata este cuidado? Pues de evitar cosas como salir de la casa a menos que sea estrictamente necesario, usar el tapabocas, mantener la distancia con las demás personas, lavarse las manos regularmente con jabón o con un gel desinfectante, no tocarse la cara y evitar asistir a lugares concurridos.

Como toda situación de crisis, las personas están expuestas a un alto riesgo de afectación en su salud física y mental; los adultos mayores lo están aún más. Con el aislamiento, los padres y abuelos han tenido que enfrentar situaciones difíciles como depresión, tristeza, irritabilidad, pensamientos catastróficos, miedo o deseos de morir.

El hecho de que no se les pueda visitar no quiere decir que no se pueda mantener un contacto estrecho y cariñoso con ellos. A pesar de la distancia física, la tecnología es una herramienta que nos acerca ya sea a través del teléfono, la videollamada, redes sociales o distintas plataformas de internet que existen en el mercado.  Es importante hablar con ellos y preguntarles cómo se encuentran, escuchar cuáles son sus miedos y sus angustias o preocupaciones, tratar de comprenderlos y darles un sentido sobre lo que están expresando y que les pueda ayudar a aliviar esa carga, haciéndoles ver que todos estamos muy sensibles y afectados por lo que enfrentamos.

Podemos, por ejemplo, hablar con ellos mediante una videollamada y preguntarles por sus actividades. Hay que hacerles partícipes de los eventos familiares y que asistan, aunque sea a distancia, al cumpleaños de un hijo o nieto; procurar ayudarles a recordar vivencias agradables que han tenido juntos y conversar sobre las novedades que han ocurrido en la familia: quizás un nieto terminó la primaria o han decidido hacer un huerto en el jardín de la casa; incluso es importante pedirles algún consejo.

Es esencial recomendarles que traten de pasar buena parte de su tiempo en un lugar asoleado, que realicen alguna actividad física, que se alimenten en forma adecuada y que eviten saturarse de noticias negativas. Hay que motivarlos para que hagan actividades recreativas como leer, escuchar música, ver un programa de televisión, hacer manualidades, cantar, bailar, sumergirse en actividades que los diviertan y que les hagan pasar un rato agradable. Es bueno también alentarlos a que hablen con otros familiares y amigos.

Otra manera de ayudar es llevarles alimentos para que se los preparen, o bien, comida preparada, medicamentos y demás cosas indispensables para que no tengan que salir y correr el riesgo de contagiarse. Si tuvieran que salir, hay que recordarles la importancia de tomar las medidas necesarias.

Todo lo anterior es muy útil, pero quizás lo que más ayuda a los mayores es la cercanía con la familia y hacerles sentir que se les quiere y que a pesar de la distancia física están conectados y comunicados.

Cada uno de nosotros está viviendo sus propias angustias y duelos, pero, así como nuestros padres y abuelos han cuidado de nosotros, ahora nos toca, con amor y generosidad, ver por ellos y su bienestar.

Referencias

OMS (2020). Brote de enfermedad por coronavirus (COVID-19): orientaciones para el público. Recuperado de https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public.

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