El consumo de drogas en jóvenes

Por Magaly Vázquez

 

La mayor parte de los adolescentes probará, en algún momento, alguna sustancia tóxica, sea legal (como el alcohol o el tabaco) o ilegal (como los distintos tipos de drogas que existen). Por lo mismo, es importante distinguir entre la experimentación y una forma más grave de adicción.

 

La experimentación es parte del comportamiento adolescente esperable, en donde busca expresarse y vivir experiencias distintas con los amigos y lejos del núcleo familiar, como parte de la rebeldía. La adicción podemos definirla como el estado físico y psicológico que resulta del abuso de una sustancia. Este abuso hace que la persona sienta un deseo irresistible por consumirla para experimentar sus efectos y, a veces, para calmar el malestar por no tenerla; también puede provocarle tolerancia, síndrome de abstinencia y, en algunos casos, sobredosis.

 

Desde la perspectiva psicoanalítica, sin embargo, la diferencia y la gravedad de la situación no sólo radica en la frecuencia con la que se consumen ciertas sustancias, sino también en la forma en la que el adolescente las utiliza, la motivación y lo que representan en su mente.

 

El consumo de sustancias siempre es peligroso, incluso cuando está ligado a la experimentación, ya que el adolescente se muestra impulsivo, por momentos eufórico, y tiende a un pensamiento omnipotente y narcisista. Por ello, es común que tome decisiones que lo coloquen en riesgo, como manejar en un estado de intoxicación etílica o tener relaciones sexuales sin protección o sin consentimiento.

 

Aunque el riesgo siempre está presente, no es el mismo en adolescentes que experimentan por los motivos antes mencionados, que en los casos donde abusan del alcohol o desarrollan una adicción como la única forma que encuentran para lidiar (o no) con los cambios, los duelos y las emociones que implica la transición adolescente, y como una forma de lastimarse o lastimar a otros. En estos casos, más allá de los síntomas descritos previamente, lo que encontramos es la imposibilidad de hacerse cargo de los propios estados mentales, añadiendo aspectos autodestructivos muy intensos. Muchos de estos adolescentes se encuentran muy deprimidos y se lastiman como una forma de aliviar un sentimiento de culpa intenso.

 

Por otro lado, existen distintas teorías sobre lo que puede representar la sustancia dentro de la mente de cada uno. Esta puede utilizarse para desmentalizarse y anestesiar sentimientos intensos de angustia o de tristeza. En este caso, funciona como una defensa. En otros casos, la sustancia funciona como un objeto ideal que se encuentra siempre presente, que gratifica de forma inmediata, que no frustra y sí alivia al adolescente de tolerar, por ejemplo, la separación con los padres, aunque eso comprometa su salud. También, se confunde lo bueno con lo malo; es decir, se idealiza la sustancia y así no tiene que separarse de ella. Es así como se transfiere toda la dependencia que estaba colocada en los padres a la sustancia, por lo que ahora se les devalúa. El adolescente siente que puede prescindir de ellos y niega lo bueno que le ofrecen. La droga o el alcohol es su refugio y eterna protección.

 

Otras teorías apuntan a la relación erótica que el sujeto establece con la sustancia. Es decir, la sexualidad se vive a través de la adicción, como un objeto que se convierte, para el yo, en la fuente exclusiva de placer. Esto explicaría por qué algunas personas abandonan a su familia, sus amigos y sus relaciones amorosas, con tal de permanecer bajo la influencia de una sustancia.

 

Cada caso tendrá sus particularidades y dependerá de la estructura mental de cada adolescente. Algunos pueden reflexionar sobre su comportamiento, sentirse angustiados, darse cuenta de que el alcohol o la droga los daña, e incluso algunos pueden admitir que están fuera de control y que tienen un problema. Habrá otros que no, como aquellos que idealizan la sustancia.

 

¿Quiénes son más propensos a abusar de ciertas sustancias o desarrollar una adicción? Se piensa que existen antecedentes o factores de riesgo que se arrastran desde la infancia, como dificultades escolares o dificultad para verbalizar emociones, comunicarse y relacionarse con otros; en general, fueron niños dependientes, demandantes, con dificultades para separarse, con poco auto control, curiosos, impulsivos y con poca tolerancia a la frustración. Es decir, estos no lograron construir, dentro de su mente, los recursos para metabolizar sus propias emociones y transformarlas en algo distinto. Así mismo, corren más riesgo aquellos con padres consumidores o adictos, e inmersos en un medio familiar violento, sin límites y mala comunicación.

 

Referencias

Barrionuevo, J. (2007). Consumo de drogas y de bebidas alcohólicas, y adicciones en la adolescencia. En M. P. Vega, J. Barrionuevo y V. C. Vega. (eds.). Escritos psicoanalíticos sobre adolescencia (pp. 203-219). Eudeba.

Brusset, B. (1996). Anorexia mental y toxicomanía. Psicoanálisis. Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, 18(2), pp. 189- 221.

Puig, M. (2008). Adicción: evitación de la experiencia emocional. Sobre la adolescencia: perspectivas clásicas y actuales (pp. 147-154). [Tesis de doctorado, Centro Eleia].

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