El carácter desde la perspectiva psicoanalítica

Por Carmen Islas

En la clínica psicoanalítica es muy frecuente encontrar aspectos de la personalidad de los pacientes que no son reconocidos por ellos mismos de forma consciente. Acuden a pedir ayuda porque se sienten solos, están deprimidos, enojados, temerosos, ansiosos y con dificultades en sus relaciones cercanas. A menudo, dichos síntomas están en relación con la dificultad para enfrentar una pérdida, porque se encuentran insatisfechos en su trabajo, porque no pueden continuar con sus estudios o porque son incapaces de establecer una relación de pareja. Algunos presentan conductas destructivas que no pueden controlar, como beber, fumar, comer o apostar en exceso. Éstas se relacionan con un modo de ser que no puede ser identificado por ellos conscientemente.

Los aspectos de la personalidad que están detrás de estas manifestaciones son los que en psicoanálisis llamamos “rasgos de carácter”. Nuestra manera particular de comportarnos, vincularnos, enfrentar los problemas, son pautas repetitivas que determinan cómo actuamos; se trata de una parte de nosotros mismos que está en armonía con el yo, o sea, es egosintónica.

Por el contrario, los síntomas se experimentan como egodistónicos, como algo que nos hace sufrir, que nos incomoda y de los que nos queremos deshacer. El miedo a los perros, por ejemplo, puede ser inapropiado y convertirse en un síntoma; por otra parte, la conducta evasiva que se generaliza como un comportamiento automático es un rasgo de carácter que la persona tenderá a justificar de manera racional y será muy difícil de cambiar.

Ferenczi, en 1921, fue uno de los primeros discípulos de Freud que escribió sobre el predominio de los trastornos de carácter sobre los síntomas neuróticos y señaló que, por lo general, la persona carece de “conciencia de enfermedad”.

Wilhelm Reich introdujo el término “neurosis de carácter” en 1949 para explicar los casos donde los conflictos defensivos no producen síntomas, sino una estructura patológica de la personalidad. La definió como un aspecto de la personalidad que no implica ni salud ni patología y se puede observar en el comportamiento corporal (al caminar o hablar, por ejemplo), así como en las relaciones interpersonales.

Karl Abraham, uno de los amigos y colaboradores más brillantes de Freud, contribuyó a ampliar las teorías sobre el carácter oral y anal; describió rasgos de personalidad relacionados con las etapas psicosexuales, que pueden estar mezclados entre sí. Para este autor, las personas sumamente limpias, puntuales, ordenadas, ahorradoras, que se consideran a sí mismas como excepcionales y que muestran excesiva preocupación por el dinero y el tiempo, están repitiendo un comportamiento derivado del placer que experimentaron de niños en la etapa anal, cuando sus padres lo educaban en el control de esfínteres. Dichas conductas pueden contribuir al funcionamiento normal de una persona, pero cuando estos rasgos son extremadamente acentuados, forman parte de una patología clínica que llamó “carácter anal”.

Tal sería el caso de una persona que parece obedecer incondicionalmente a la autoridad, pero al mismo tiempo tiene sentimientos de enojo y desafío contra esas mismas figuras al grado de que lo pueden llevar a perder el control. En el extremo opuesto, podemos encontrar al individuo que pospone durante mucho tiempo tareas que podría terminar con facilidad.

Los trabajos de los autores mencionados son la base para la comprensión de los trastornos de carácter; gran parte de sus propuestas siguen vigentes y otras no, como la clasificación de Abraham en función de la etapas libidinales. Melanie Klein (1946), por ejemplo, considera que la patología del carácter tiene su origen en el desarrollo temprano, en la dificultad para incorporar al objeto bueno y poder reconocer gratitud hacia él. Más recientes son los desarrollos del psicoanalista americano Otto Kernberg (1984), quien llevó a cabo una detallada clasificación de los trastornos de carácter.

Actualmente, encontramos autores de diferentes escuelas de psicoanálisis, cuyas aportaciones en el campo de investigación del desarrollo temprano abren nuevas perspectivas para el estudio del comportamiento. El análisis del carácter debe tomar en cuenta deseos, fantasías, identificaciones y defensas, elementos que, a su vez, expresan múltiples motivaciones inconcientes.

La ampliación de conceptos técnicos como el de transferencia, contratransferencia, la interpretación de los sueños, la comprensión de los afectos, de los vínculos interpersonales, de los estados mentales y el origen del pensamiento, nos permiten contemplar de manera más compleja el desarrollo de la personalidad.

La forma de ser de cada persona puede favorecer el crecimiento o, por el contrario, limitar su desarrollo. Las experiencias adquieren un significado distinto dentro del contexto social, en el grupo de referencia.

El psicoanálisis contemporáneo busca un acercamiento a la comprensión de la mente, la realidad interna y la vida emocional del ser humano. El estudio, la observación y la experiencia clínica, nos pueden brindar la oportunidad de ampliar nuestra perspectiva sobre los problemas de carácter.

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