Brechas sociales y educación en línea

Por Nadezda Berjón M.

¿Me gustan o no las clases a distancia? Esta es una pregunta que gran parte de la población en México no puede responder en tanto surge primero la cuestión: ¿puedo o no tener clases a distancia? Es decir, para poder saber si algo me agrada o desagrada, se requiere acceso a tal situación u objeto. México es un país de contrastes y la pandemia deja al descubierto la desigualdad profunda que lo habita.

  1. Sobre los estudiantes

De acuerdo con la revista Forbes, la venta de muebles de oficina y equipos de cómputo aumentó significativamente a partir del inicio de la cuarentena. La oficina en casa y las clases en línea empujan a las familias a crear lo más cercano a un aula escolar, gastando miles de pesos en ello. De esta forma, el joven universitario o estudiante de los diversos niveles escolares tiene una mesa o escritorio de uso exclusivo para tomar las clases y hacer las tareas; una laptop, tableta o computadora para conectarse a las plataformas utilizadas por su institución; un módem con buen alcance; audífonos; silla de oficina; etcétera.

Algunas familias poseen o rentan casas para descansar en fin de semana, y desde ahí los estudiantes suelen tener facilidad para continuar con sus estudios en ambientes agradables y distintos que rompen con la monotonía del encierro. ¿Acaso no es así en todos los hogares?

¿En qué condiciones viven los jóvenes de nuestro país? ¿Poseen todos una recámara propia, un espacio adecuado para concentrarse en estudiar, además de electricidad e internet? Un medio local reporta que una joven yucateca acude al parque todos los días para hacer sus tareas, dado que en casa no tiene acceso a internet.

De acuerdo con Pressia Arifin-Cabo (Hernández, 2020), representante de Unicef México, la situación de la educación a distancia, forzada por la pandemia de SARS-CoV-2, pone en conflicto a gran parte de las familias en México, pues la mayoría no posee computadoras o acceso a internet. Si tomamos en cuenta la estadística del Inegi (2020), en 2018 solo el 52.86% de la población contó con acceso a internet en su hogar (que es alentador, si pensamos que en 2010 solo era el 22.19%). Asimismo, Arifin-Cabo expresa la preocupación de Unicef por los niños que, al no poder continuar con sus estudios a causa del cierre de escuelas, inician una vida laboral temprana que, a la larga, puede dificultar y desanimar el regreso a las aulas (cada año sin escuela merma la confianza del niño, que va distanciándose en edad y habilidades respecto a los compañeros de clase, lo que puede llevar a rechazar la reinserción escolar).

Además, la educación a distancia puede profundizar aún más la brecha social entre los jóvenes de nuestro país, ya que, por las razones mencionadas, muchos estudiantes quedarán al margen del progreso académico, perdiendo oportunidades de desarrollo profesional y económico. Por este motivo, conviene “aumentar la conectividad y hacer del internet un derecho y un bien público” (La Jornada, 2020).

  1. Los docentes

La brecha social y la educación en línea nos llevan a mirar hacia el profesorado, que hoy día tiene una aumentada carga de trabajo. En el mejor de los escenarios, se enfrenta a la continua necesidad de padres de familia que requieren de su apoyo, pues de la noche a la mañana se transformaron en tutores de sus hijos, sumado a sus labores profesionales y del hogar. Pero en una realidad menos favorecida, muchos docentes se suman a la población nacional que no posee equipos adecuados o planes telefónicos que permitan la comunicación continua con los alumnos en la impartición de clases o el espacio adecuado para ello. Se encuentran, pues, exigidos, pero sin los medios para solventar tales demandas.

  1. Efectos emocionales

Fácilmente, podemos considerar los efectos emocionales a corto y mediano plazo que producen estas limitaciones en la educación de muchos, en contraste con la de otros tantos. Estrés, desánimo, ideación suicida y violencia hacia el interior del hogar son algunos de los fenómenos que se disparan ante las frustraciones extremas. Sentirse productivos acorde a la edad y sentar las bases para un futuro como adultos independientes es un derecho para cualquier niño y adolescente. No puede levantarse el cierre de escuelas hasta que sea el momento pertinente, pero es de suma importancia estar al tanto de la salud mental de los alumnos. En este sentido, debemos brindar herramientas de detección y atención de trastornos de ansiedad y depresivos que pueden surgir ante el panorama actual. Si bien no se puede solucionar la cuestión logística, a los niños, jóvenes o sus familiares, así como a los docentes, puede brindarse un espacio de escucha y contención emocional.

Referencias

Hernández, B. (2020, lunes 3 de agosto). Los indicadores en educación y pobreza en México van a ser peores tras la pandemia. El País. Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2020/07/30/planeta_futuro/1596129163_367135.html

INEGI. (2020). INC. Series originales. Porcentaje de hogares con acceso a internet (LN) (Porcentaje). Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/app/buscador/default.html?q=acceso+a+internet#tabMCcollapse-Indicadores  

La Jornada. (2020, domingo 5 de julio). Expertos llaman a reducir brecha digital para la educación a distancia. Recuperado de https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/07/05/expertos-llaman-a-reducir-brecha-digital-para-la-educacion-a-distancia-796.html

 

 

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