Angustia de castración: Vigencia teórica y observaciones en la vida cotidiana

Por Kaori Ríos y Mariana Castillo

 

La angustia es parte de la vida emocional del ser humano. Nos acompaña desde los momentos más tempranos y, desde el psicoanálisis, se considera como un motor para el desarrollo cuando somos capaces de registrar, tolerar y elaborar las distintas modalidades de ansiedad que nos habitan. En el lenguaje psicoanalítico, angustia y ansiedad son sinónimos. Tanto en la observación clínica como en los desarrollos teóricos de Freud y sus seguidores, se reconoce la existencia de muchos tipos de ansiedades que acompañan el desarrollo del ser humano. Podemos hablar de un continuo que va desde ansiedades tempranas o primitivas hasta otras de carácter más neurótico, es decir, que se relacionan con conflictos psíquicos relacionados con la castración, la competencia, la comparación, entre otros.

 

Las ansiedades no desaparecen: en toda persona existen núcleos de funcionamiento o vestigios de incluso las ansiedades más primitivas, y éstas se expresan de maneras muy variadas y complejas, observables en la vida cotidiana de toda persona. Freud (1925/1992) pensó, en un segundo momento de su teoría, que la ansiedad moviliza la aparición de mecanismos que están destinados a contrarrestarla. Es natural, ya que lidiar con el dolor psíquico no es sencillo y elaborarlo no siempre es posible.

 

La angustia de castración es un concepto central en la teoría psicoanalítica, especialmente en la obra de Freud (1926/1992). Aunque su formulación inicial se centró en la diferencia anatómica de los sexos, con el tiempo el concepto ha sido ampliado y reformulado.

El concepto de angustia de castración nace dentro de la teoría del complejo de Edipo, una de las ideas fundamentales del psicoanálisis freudiano. Según Freud, el desarrollo psíquico infantil está marcado por una serie de conflictos y descubrimientos en torno al deseo, la autoridad y la diferencia anatómica de los sexos. En la infancia, el niño y la niña atraviesan un momento crucial al descubrir que existen diferencias anatómicas entre los cuerpos masculinos y femeninos. Freud plantea que este descubrimiento provoca un impacto emocional importante:

En el niño, la diferencia sexual lo lleva a formular la hipótesis de que a las niñas “les falta algo” (el pene). A partir de ahí, surge el temor inconsciente de que él mismo podría ser privado de su pene como castigo por sus deseos edípicos. En la niña, Freud sugiere que la percepción de esa diferencia se traduce en la fantasía de haber sido castrada. La niña, en esta teoría clásica, siente que le falta algo y experimenta lo que Freud llamó “envidia del pene”, un concepto que, hoy en día, ha sido ampliamente debatido y reformulado en el psicoanálisis contemporáneo.

Dentro del complejo de Edipo, el niño experimenta deseos amorosos hacia la madre y, al mismo tiempo, rivaliza con el padre. Pero este conflicto con el padre está cargado de un temor profundo: el miedo a ser castigado, a ser castrado en un sentido simbólico. El padre representa la ley, la autoridad que impone una prohibición sobre el deseo incestuoso. La angustia de castración, entonces, aparece como el miedo a perder algo valioso: el pene, que representa el poder, la virilidad y la identidad masculina, como consecuencia de un castigo por haber transgredido la norma edípica.

Ejemplos de ansiedades de castración las observamos todo el tiempo en la vida cotidiana. Entre ellos se encuentran los sentimientos de desventaja y comparación, como los varones que presumen sus coches: cuál es más rápido, cuál tiene el motor más grande, o cuál llega primero de 0 a 100 km/h. Estas son maneras de enaltecer la potencia como respuesta al temor a experimentar impotencia y castración. Las mujeres también compiten. Una mujer joven suele proyectar sus ansiedades de castración en los hombres con los que sale, utilizando sus imperfecciones físicas como motivos de desilusión. Les reclama ser demasiado chaparros, calvos o simplemente feos.

También se observan en acciones sintomáticas. Por ejemplo, un hombre joven que esta por casarse, al arreglar su nuevo departamento, se rompe el dedo del pie y llega a la boda cojeando. Freud nos enseñó a estar atentos a la causalidad psíquica; es decir, que este evento, que podría pensarse como un mero accidente, en realidad representa los temores que implica para él transformarse en un proveedor y, en la fantasía, competir con el padre de esta manera.

Por otro lado, una mujer llega a consulta con el dedo índice entablillado y relata que se lo lastimó de manera accidental mientras tendía la cama. Durante la sesión, cuenta un sueño en el que entra a un espacio oscuro, algo así como el fondo marino. A partir de esto, pueden abordarse sus deseos masturbatorios, la culpa inconsciente y el significado de aquel dedo entablillado, en el que se observan la prohibición y el deseo.

En los niños se presentan también las ansiedades de castración. Por ejemplo, ¿por qué resultaría tan traumático un corte de pelo? No duele, pero significa perder una parte valorada del cuerpo, al igual que perder los dientes. Una niñita de tres años, en plena etapa edípica, desarrolla un verdadero terror a ser peinada de chongo. Le pide a mamá que le haga una trenza muy larga para que los demás puedan ver que tiene el pelo muy largo. En el inconsciente, el pelo representa ese pene al que no puede renunciar.

En cualquier caso, la angustia de castración se transforma en el miedo a perder amor, estatus, poder, identidad o control sobre alguna situación de la vida. Comprender la angustia de castración nos ayuda a reconocer cómo operan nuestros miedos, cómo influyen en nuestras decisiones y, en última instancia, cómo podemos enfrentar la pérdida sin quedar atrapados en la angustia. Al final, la vida es un continuo proceso de pérdidas y transformaciones, y aprender a lidiar con la angustia de castración es parte esencial de nuestro crecimiento psíquico.

En el diplomado “Depresión y ansiedad. Psicoanálisis, psicoterapia y psicofármacos” exploraremos las diferentes modalidades de ansiedad para poder identificarlas y distinguirlas.

 

Referencias:

Freud, S. (1992). El sepultamiento del complejo de Edipo. Obras completas (Vol. 19, pp. 177–187). Amorrortu Editores. (Obra original publicada en 1924).

 

Freud, S. (1992). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos. Obras completas (Vol. 19, pp. 259–276). Amorrortu Editores. (Obra original publicada en 1925).

 

Freud, S. (1992). Inhibición, síntoma y angustia. Obras completas (Vol. 20, pp. 71-164). Amorrortu. (Obra original publicada en 1926).

 

 

 

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