EVENTO CIENTÍFICO
PSICOANÁLISIS 2020. REFLEXIONES
¡ELEIA CUMPLE 30 AÑOS!
EVENTO CIENTÍFICO
PSICOANÁLISIS 2020. REFLEXIONES
¡ELEIA CUMPLE 30 AÑOS!
Presentación
Compartimos con el mundo la incertidumbre, el dolor y la tristeza de estos tiempos.
Queremos transmitirles nuestros deseos de vivir y disfrutar de experiencias gratas con el evento que realizaremos el 21 de noviembre próximo, en que Centro Eleia cumple 30 años de trabajo continuo y fecundo en la enseñanza de la psicología, la psicoterapia y el psicoanálisis.
Esta reunión científica consistirá en la presentación y discusión de doce ponencias originales sobre temas actuales en psicoterapia y psicoanálisis. Serán presentadas por destacados maestros/as que trabajan en Eleia desde sus orígenes. Siguen dando clases en la actualidad, partícipes del clima ético y estimulante que compartimos todos, con la convicción de estudiar y aplicar las distintas teorías psicoanalíticas clásicas y actuales y con una gran amplitud de criterios teóricos y clínicos. Nos permite disponer de mejores instrumentos para abordar la comprensión de un fenómeno tan complejo como la mente humana.
Dra. Celia Leiberman

NOTA DE LOS FUNDADORES:
Noberto Bleichmar
Celia Leiberman
Reunión Científica
Psicoanálisis 2020. Reflexiones
¡Eleia cumple 30 años!
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NOTA DE LOS FUNDADORES:
Noberto Bleichmar
Celia Leiberman
Reunión Científica
Psicoanálisis 2020. Reflexiones
¡Eleia cumple 30 años!
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NOTA DE LOS FUNDADORES:
Noberto Bleichmar
Celia Leiberman
Reunión Científica
Psicoanálisis 2020. Reflexiones
¡Eleia cumple 30 años!
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NOTAS PONENTES















Nota de los fundadores:
Noberto Bleichmar
Celia Leiberman
Reunión científica
Psicoanálisis 2020. Reflexiones
¡Eleia cumple 30 años!
Es especialmente admirable que los filósofos griegos hayan comprendido cómo se debe emprender una educación genuina. La función del maestro es servir de guía, logrando que el alumno vea por sí mismo. Pero aprender a pensar de manera independiente no es una habilidad que pueda conseguirse de golpe. Debe ser adquirida a través del esfuerzo personal y con la ayuda de un mentor que pueda dirigir dichos esfuerzos. *
Bertrand Russell
Centro Eleia realizará el 21 de noviembre de 2020 una Reunión Científica para festejar que cumple 30 años.
Participarán en el evento doce ponentes. Expondrán ideas y temas en los que desarrollarán sus puntos de vista sobre cuestiones de interés para la psicología, la psicoterapia y el psicoanálisis.
Desde el comienzo de la creación de Eleia establecimos varios principios que persisten hasta la actualidad: un clima de enseñanza innovador en el que estimulamos la comprensión amplia de ideas, tratando de evitar cualquier planteamiento dogmático; libertad en la elección de conceptos y escuelas psicoanalíticas y de psicoterapia; búsqueda de la excelencia académica para lograr el mejor nivel científico posible; seriedad y ética en la enseñanza y el aprendizaje; una dedicación especial de los directores para crear un clima de libertad de pensamiento evitando pleitos grupales en los que predomine el narcisismo personal o la búsqueda de poder; programas de estudio donde se adquieran los conceptos básicos de estas disciplinas con el agregado de la bibliografía más actualizada; asimilar y discutir los conocimientos bajo el precepto de que no hay escuela de psicología, psicoterapia y psicoanálisis que contenga toda la verdad; si bien cada una de ellas nos enseña una parte de la verdad.
Cursaron miles de estudiantes en programas académicos de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Con un objetivo comunitario creamos una Clínica de atención a niños, adolescentes y adultos que, desde su inicio, atendió una enorme cantidad de pacientes. Desde hace más de veinte años consultan alrededor de cuatro mil personas por año.
En el Evento Científico del 21 de Noviembre de 2020, el grupo fundador estará representado por las maestras y maestros que con su interés y entusiasmo dieron origen a esta escuela universitaria diferente.
Para su creación tomamos en cuenta las mejores experiencias de muchas instituciones y autores previos. Elegimos de cada uno aquello que creímos más adecuado por sus características científicas, éticas y de buena organización.
Los programas de estudio, las sucesivas generaciones de alumnos, los encuentros científicos, Jornadas, talleres y diplomados, los 16 libros publicados por colegas de Eleia y nuestros, además de muchas otras actividades, permitieron crear una comunidad muy especial de maestras y maestros calificados. Treinta años sirvieron para estabilizar la calidez, el clima humano, la pasión por estudiar y enseñar.
El programa de este evento gratuito y, en esta oportunidad, en línea, puede ser consultado en la sección correspondiente.
Todos en Eleia estamos emocionados por cumplir treinta años de trabajo. Creemos haber logrado el respeto de la comunidad y de nuestros colegas presentes y futuros como un lugar que funciona con seriedad profesional y donde las actividades se realizan en un muy buen nivel científico y ético.
El psicoanálisis ha sido desde el comienzo un eje central. Actualmente existen muchos psicoanálisis, lo que ayuda a entender en profundidad la disciplina y brindar mejor asistencia a quienes lo necesitan.
Pensamos que adoctrinarse en una sola escuela es un proceso incompleto. Se pierden muchas ideas que pueden ser útiles. Estudiar y enseñar con pluralismo resulta muy bueno científicamente.
Cumplir 30 años es una satisfacción. Cuando se comienza una experiencia nueva, no se puede saber cómo continuará, qué sucederá con el correr de los años. En Eleia todo fue saliendo bastante bien. Hoy, a pesar de la pandemia, seguimos estudiando, enseñando y manteniendo un clima, una atmósfera, por decirlo así, lo más cercana posible al funcionamiento de una buena familia.
Agradecemos a México, a nuestros amigos y colegas, maestras y maestros, al equipo de colaboradores, siempre eficientes en ayudar al funcionamiento de la escuela, alumnas, alumnos y familiares de todos; les brindamos nuestro cariño por tan lindos años de trabajo.
Norberto Bleichmar
Celia Leiberman
_________________________________
*All the more is it to the credit of the philosophers of Greece that they should have grasped how genuine education must be pursued. The role of the teacher is one of guidance, of bringing the pupil to see for himself. But learning to think independently is not an ability that comes all o a piece. It must be acquired by dint of personal effort and with the help of a mentor who can direct these efforts.
Bertrand Russell (1959) Wisdom of the West, pp. 68. Crescent Books: New York. 1989 (La traducción es nuestra).

Nota de los fundadores:
Noberto Bleichmar
Celia Leiberman
Reunión científica
Psicoanálisis 2020. Reflexiones
¡Eleia cumple 30 años!
Es especialmente admirable que los filósofos griegos hayan comprendido cómo se debe emprender una educación genuina. La función del maestro es servir de guía, logrando que el alumno vea por sí mismo. Pero aprender a pensar de manera independiente no es una habilidad que pueda conseguirse de golpe. Debe ser adquirida a través del esfuerzo personal y con la ayuda de un mentor que pueda dirigir dichos esfuerzos. *
Bertrand Russell
Centro Eleia realizará el 21 de noviembre de 2020 una Reunión Científica para festejar que cumple 30 años.
Participarán en el evento doce ponentes. Expondrán ideas y temas en los que desarrollarán sus puntos de vista sobre cuestiones de interés para la psicología, la psicoterapia y el psicoanálisis.
Desde el comienzo de la creación de Eleia establecimos varios principios que persisten hasta la actualidad: un clima de enseñanza innovador en el que estimulamos la comprensión amplia de ideas, tratando de evitar cualquier planteamiento dogmático; libertad en la elección de conceptos y escuelas psicoanalíticas y de psicoterapia; búsqueda de la excelencia académica para lograr el mejor nivel científico posible; seriedad y ética en la enseñanza y el aprendizaje; una dedicación especial de los directores para crear un clima de libertad de pensamiento evitando pleitos grupales en los que predomine el narcisismo personal o la búsqueda de poder; programas de estudio donde se adquieran los conceptos básicos de estas disciplinas con el agregado de la bibliografía más actualizada; asimilar y discutir los conocimientos bajo el precepto de que no hay escuela de psicología, psicoterapia y psicoanálisis que contenga toda la verdad; si bien cada una de ellas nos enseña una parte de la verdad.
Cursaron miles de estudiantes en programas académicos de Licenciatura, Maestría y Doctorado. Con un objetivo comunitario creamos una Clínica de atención a niños, adolescentes y adultos que, desde su inicio, atendió una enorme cantidad de pacientes. Desde hace más de veinte años consultan alrededor de cuatro mil personas por año.
En el Evento Científico del 21 de Noviembre de 2020, el grupo fundador estará representado por las maestras y maestros que con su interés y entusiasmo dieron origen a esta escuela universitaria diferente.
Para su creación tomamos en cuenta las mejores experiencias de muchas instituciones y autores previos. Elegimos de cada uno aquello que creímos más adecuado por sus características científicas, éticas y de buena organización.
Los programas de estudio, las sucesivas generaciones de alumnos, los encuentros científicos, Jornadas, talleres y diplomados, los 16 libros publicados por colegas de Eleia y nuestros, además de muchas otras actividades, permitieron crear una comunidad muy especial de maestras y maestros calificados. Treinta años sirvieron para estabilizar la calidez, el clima humano, la pasión por estudiar y enseñar.
El programa de este evento gratuito y, en esta oportunidad, en línea, puede ser consultado en la sección correspondiente.
Todos en Eleia estamos emocionados por cumplir treinta años de trabajo. Creemos haber logrado el respeto de la comunidad y de nuestros colegas presentes y futuros como un lugar que funciona con seriedad profesional y donde las actividades se realizan en un muy buen nivel científico y ético.
El psicoanálisis ha sido desde el comienzo un eje central. Actualmente existen muchos psicoanálisis, lo que ayuda a entender en profundidad la disciplina y brindar mejor asistencia a quienes lo necesitan.
Pensamos que adoctrinarse en una sola escuela es un proceso incompleto. Se pierden muchas ideas que pueden ser útiles. Estudiar y enseñar con pluralismo resulta muy bueno científicamente.
Cumplir 30 años es una satisfacción. Cuando se comienza una experiencia nueva, no se puede saber cómo continuará, qué sucederá con el correr de los años. En Eleia todo fue saliendo bastante bien. Hoy, a pesar de la pandemia, seguimos estudiando, enseñando y manteniendo un clima, una atmósfera, por decirlo así, lo más cercana posible al funcionamiento de una buena familia.
Agradecemos a México, a nuestros amigos y colegas, maestras y maestros, al equipo de colaboradores, siempre eficientes en ayudar al funcionamiento de la escuela, alumnas, alumnos y familiares de todos; les brindamos nuestro cariño por tan lindos años de trabajo.
Norberto Bleichmar
Celia Leiberman
_________________________________
*All the more is it to the credit of the philosophers of Greece that they should have grasped how genuine education must be pursued. The role of the teacher is one of guidance, of bringing the pupil to see for himself. But learning to think independently is not an ability that comes all o a piece. It must be acquired by dint of personal effort and with the help of a mentor who can direct these efforts.
Bertrand Russell (1959) Wisdom of the West, pp. 68. Crescent Books: New York. 1989 (La traducción es nuestra).

Yolanda del Valle
Experiencias que se atesoran
Nos formamos en Sistemas como terapeutas familiares. Dedicábamos buena parte de nuestro tiempo a la práctica clínica en consultorio privado. Años después de haber terminado nuestra formación profesional, se derrumbó el impedimento para estudiar psicoanálisis a quienes no éramos médicos. La realidad terminó por imponerlo. Las instituciones no conseguían suficientes estudiantes mientras que a muchos alumnos potenciales se nos impedía el derecho al conocimiento y a la práctica analítica. Visitamos entonces los cuatro lugares de formación más reconocidos sin que ninguno de ellos nos convenciera. Coincidió entonces el hecho de que una pareja de psicoanalistas argentinos estaba por iniciar un proyecto de formación que daría a conocer en un hotel de Reforma. Asistimos. Escuchamos. Decidimos. Y unas semanas después fuimos entrevistadas por Norberto, Celia y Solange. Quedamos inscritas seis colegas con un firme interés por cursar la maestría en una Eleia sin garantía de reconocimiento oficial, pero que ofrecía la calidad y el nivel que buscábamos sin oponerse a que continuáramos nuestro análisis personal y sin imponernos ningún tipo de restricción en algo fundamental para nosotras.
El programa que Eleia nos ofrecía era muy completo. Nos acercaba a la obra de Freud sin regateos, por lo que pudimos estudiar la gran mayoría de sus textos desde la maestría. Conocimos algo de lo esencial en Klein, Hartman, Lacan y de un buen número de autores de diferentes escuelas. Por su parte, la clínica fue siempre personaje imprescindible que acaparaba un buen número de horas del programa. Y fue este conjunto de teoría y práctica lo que nos permitió ir haciendo la mudanza de nuestra actividad terapéutica. Poco a poco fuimos de la interpretación alrededor de las interacciones que establecía el paciente con los miembros del sistema de su referencia (diádico, familiar o grupal), hasta el trabajo analítico individual en la búsqueda de significados ocultos entre los pliegues más profundos del psiquismo con su carga de representaciones y afectos que solo podían ser descubiertos a través del psicoanálisis personal. Era la pesquisa de experiencias dolorosas guardadas cuidadosamente en los sótanos de la mente evitando con ello el dolor de saberlas, de pensarlas, de elaborarlas. Y si bien vivíamos la experiencia del análisis personal, acercarnos ahora al sillón del analista resultó ser una gran aventura y una enorme responsabilidad. El conocimiento surgía del engarce del propio análisis, la supervisión y la formación en manos de un equipo de maestros de calidad excepcional. Fue así que, sin darnos cuenta, formábamos parte de una generación sumamente afortunada.
La riqueza curricular del programa partía en gran medida de una plataforma epistemológica derivada de la continua actualización de los doctores Bleichmar y que puede descubrirse en sus publicaciones. En 1990 nos correspondió fundamentalmente la metáfora cubista. Para exponerla, Norberto descolgaba de la pared de su casa un cuadro representativo del cubismo y lo hacía rotar frente a nosotros para mostrarnos las diferentes perspectivas significando con ello las múltiples formas de acercamiento y comprensión del objeto.
Muchas reflexiones han pasado por mi mente al aproximarse el aniversario 30 de Eleia. Imposible mencionarlas todas. Pero he escogido el tema de la complejidad en la formación del analista como un difícil desafío a enfrentar. ¿Cómo conducir al alumno a ese saber que dista mucho de aprender teoría y supervisar la práctica clínica? ¿Cómo encaminarlo a lo central de una tarea que requiere del continuo ejercicio de razonamiento, así como del juicio crítico como requisito en la búsqueda de la Verdad? ¿De qué manera acompañarlo en el trayecto de una transformación personal a la que esta disciplina nos obliga? Y, ¿cómo favorecer el desarrollo del imperativo ético que exige entender al paciente como un fin en sí mismo y nunca como un medio para el propio provecho?
A lo largo de ese tiempo pasé de ser alumna a ser docente. En algún momento del trayecto me interesé por explorar aguas vecinas, a cierta distancia de las conocidas en mi formación. Celia y Beto mantuvieron un profundo respeto a mi libertad de pensamiento lo que coronó mi reconocimiento a sus personas ya que a través de los años he podido constatar que su genuino interés por la Verdad, su ética y su profundo compromiso con el psicoanálisis es la principal fuente de inspiración y “la materia” central en nuestra formación.

Yolanda del Valle
Experiencias que se atesoran
Nos formamos en Sistemas como terapeutas familiares. Dedicábamos buena parte de nuestro tiempo a la práctica clínica en consultorio privado. Años después de haber terminado nuestra formación profesional, se derrumbó el impedimento para estudiar psicoanálisis a quienes no éramos médicos. La realidad terminó por imponerlo. Las instituciones no conseguían suficientes estudiantes mientras que a muchos alumnos potenciales se nos impedía el derecho al conocimiento y a la práctica analítica. Visitamos entonces los cuatro lugares de formación más reconocidos sin que ninguno de ellos nos convenciera. Coincidió entonces el hecho de que una pareja de psicoanalistas argentinos estaba por iniciar un proyecto de formación que daría a conocer en un hotel de Reforma. Asistimos. Escuchamos. Decidimos. Y unas semanas después fuimos entrevistadas por Norberto, Celia y Solange. Quedamos inscritas seis colegas con un firme interés por cursar la maestría en una Eleia sin garantía de reconocimiento oficial, pero que ofrecía la calidad y el nivel que buscábamos sin oponerse a que continuáramos nuestro análisis personal y sin imponernos ningún tipo de restricción en algo fundamental para nosotras.
El programa que Eleia nos ofrecía era muy completo. Nos acercaba a la obra de Freud sin regateos, por lo que pudimos estudiar la gran mayoría de sus textos desde la maestría. Conocimos algo de lo esencial en Klein, Hartman, Lacan y de un buen número de autores de diferentes escuelas. Por su parte, la clínica fue siempre personaje imprescindible que acaparaba un buen número de horas del programa. Y fue este conjunto de teoría y práctica lo que nos permitió ir haciendo la mudanza de nuestra actividad terapéutica. Poco a poco fuimos de la interpretación alrededor de las interacciones que establecía el paciente con los miembros del sistema de su referencia (diádico, familiar o grupal), hasta el trabajo analítico individual en la búsqueda de significados ocultos entre los pliegues más profundos del psiquismo con su carga de representaciones y afectos que solo podían ser descubiertos a través del psicoanálisis personal. Era la pesquisa de experiencias dolorosas guardadas cuidadosamente en los sótanos de la mente evitando con ello el dolor de saberlas, de pensarlas, de elaborarlas. Y si bien vivíamos la experiencia del análisis personal, acercarnos ahora al sillón del analista resultó ser una gran aventura y una enorme responsabilidad. El conocimiento surgía del engarce del propio análisis, la supervisión y la formación en manos de un equipo de maestros de calidad excepcional. Fue así que, sin darnos cuenta, formábamos parte de una generación sumamente afortunada.
La riqueza curricular del programa partía en gran medida de una plataforma epistemológica derivada de la continua actualización de los doctores Bleichmar y que puede descubrirse en sus publicaciones. En 1990 nos correspondió fundamentalmente la metáfora cubista. Para exponerla, Norberto descolgaba de la pared de su casa un cuadro representativo del cubismo y lo hacía rotar frente a nosotros para mostrarnos las diferentes perspectivas significando con ello las múltiples formas de acercamiento y comprensión del objeto.
Muchas reflexiones han pasado por mi mente al aproximarse el aniversario 30 de Eleia. Imposible mencionarlas todas. Pero he escogido el tema de la complejidad en la formación del analista como un difícil desafío a enfrentar. ¿Cómo conducir al alumno a ese saber que dista mucho de aprender teoría y supervisar la práctica clínica? ¿Cómo encaminarlo a lo central de una tarea que requiere del continuo ejercicio de razonamiento, así como del juicio crítico como requisito en la búsqueda de la Verdad? ¿De qué manera acompañarlo en el trayecto de una transformación personal a la que esta disciplina nos obliga? Y, ¿cómo favorecer el desarrollo del imperativo ético que exige entender al paciente como un fin en sí mismo y nunca como un medio para el propio provecho?
A lo largo de ese tiempo pasé de ser alumna a ser docente. En algún momento del trayecto me interesé por explorar aguas vecinas, a cierta distancia de las conocidas en mi formación. Celia y Beto mantuvieron un profundo respeto a mi libertad de pensamiento lo que coronó mi reconocimiento a sus personas ya que a través de los años he podido constatar que su genuino interés por la Verdad, su ética y su profundo compromiso con el psicoanálisis es la principal fuente de inspiración y “la materia” central en nuestra formación.

Catherine Goestchy
La transmisión
Hace más de ciento veinte años, Freud inventó e instauró el psicoanálisis que es a la vez un proceso de investigación de la mente, una teoría acerca del funcionamiento de la psique construida a partir de descubrimientos en la clínica y un método de psicoterapia dirigido a pacientes neuróticos. Es una disciplina que combina la ciencia con el arte a la que muchos de nosotros nos dedicamos hoy.
Freud ha sido un pensador revolucionario por sus planteamientos, entre otros, entender que una gran parte de nuestros deseos y motivaciones escapaba de la conciencia, entrever el rol de la sexualidad en el desarrollo de la mente y crear un método terapéutico dirigido a un profundo conocimiento de sí. No se trata de idealizar al hombre que era Freud, un hombre con cualidades y defectos, con aciertos y errores, sino de admirar y respetar el camino que emprendió. En mi opinión, hoy en día varios aspectos de su teoría permanecen válidos y útiles en la clínica tales como la noción de inconsciente, la importancia de la sexualidad, el concepto de pulsión y la idea de transferencia. Sin embargo, lo más vigente de su legado podría precisamente ser su forma de pensar: una forma que se apoya en la capacidad de observar, indagar y escuchar; una forma que interroga tanto la patología como la normalidad; una forma atrevida que cuestiona las certezas y crea perspectivas nuevas; finalmente, una forma autocrítica, capaz de poner sus propias teorías en tela de juicio para modificarlas. Su obra constituye el fondo a partir del cual nació el movimiento psicoanalítico, es decir, todas las posteriores teorías psicoanalíticas. Algunas ampliaron el modelo freudiano, otras más desarrollaron ideas originales y distintas pero con el mismo objetivo: observar y pensar los estados emocionales.
Nuestra filiación siempre remonta a Freud, existe un lazo y una dependencia a ese origen. La noción de filiación se encuentra muy presente en la formación del terapeuta psicoanalítico. Los que trabajamos en ese campo hemos tenido un análisis, aprendimos de nuestros supervisores y nos enseñaron conocimientos teóricos.
Este mes de noviembre se celebran los 30 años de Eleia, la institución donde casi todos nosotros hemos aprendido a pensar psicoanalíticamente, ya sea en un programa docente, en un evento científico o en una actividad de educación continua. Sus fundadores, la Dra. Celia Leiberman y el Dr. Norberto Bleichmar nos transmitieron generosamente su experiencia y saber psicoanalíticos, también su visión acerca de la formación como personas y profesionistas, tan importante en nuestro oficio. Ellos mismos pertenecen a una generación que ha compartido lo que aprendió con otra. Nos toca seguir esa labor de transmisión, sin nunca dejar a un lado la capacidad para observar y aprender, sin nunca olvidar lo que recibimos en el camino.
ReferenciasFroté, P. (1998), Cent ans après. Editions Gallimard, Paris.
Leiberman, C. y Bleichmar, N. (2001), Las perspectivas del psicoanálisis, Ediciones Paidós, México.

Catherine Goestchy
La transmisión
Hace más de ciento veinte años, Freud inventó e instauró el psicoanálisis que es a la vez un proceso de investigación de la mente, una teoría acerca del funcionamiento de la psique construida a partir de descubrimientos en la clínica y un método de psicoterapia dirigido a pacientes neuróticos. Es una disciplina que combina la ciencia con el arte a la que muchos de nosotros nos dedicamos hoy.
Freud ha sido un pensador revolucionario por sus planteamientos, entre otros, entender que una gran parte de nuestros deseos y motivaciones escapaba de la conciencia, entrever el rol de la sexualidad en el desarrollo de la mente y crear un método terapéutico dirigido a un profundo conocimiento de sí. No se trata de idealizar al hombre que era Freud, un hombre con cualidades y defectos, con aciertos y errores, sino de admirar y respetar el camino que emprendió. En mi opinión, hoy en día varios aspectos de su teoría permanecen válidos y útiles en la clínica tales como la noción de inconsciente, la importancia de la sexualidad, el concepto de pulsión y la idea de transferencia. Sin embargo, lo más vigente de su legado podría precisamente ser su forma de pensar: una forma que se apoya en la capacidad de observar, indagar y escuchar; una forma que interroga tanto la patología como la normalidad; una forma atrevida que cuestiona las certezas y crea perspectivas nuevas; finalmente, una forma autocrítica, capaz de poner sus propias teorías en tela de juicio para modificarlas. Su obra constituye el fondo a partir del cual nació el movimiento psicoanalítico, es decir, todas las posteriores teorías psicoanalíticas. Algunas ampliaron el modelo freudiano, otras más desarrollaron ideas originales y distintas pero con el mismo objetivo: observar y pensar los estados emocionales.
Nuestra filiación siempre remonta a Freud, existe un lazo y una dependencia a ese origen. La noción de filiación se encuentra muy presente en la formación del terapeuta psicoanalítico. Los que trabajamos en ese campo hemos tenido un análisis, aprendimos de nuestros supervisores y nos enseñaron conocimientos teóricos.
Este mes de noviembre se celebran los 30 años de Eleia, la institución donde casi todos nosotros hemos aprendido a pensar psicoanalíticamente, ya sea en un programa docente, en un evento científico o en una actividad de educación continua. Sus fundadores, la Dra. Celia Leiberman y el Dr. Norberto Bleichmar nos transmitieron generosamente su experiencia y saber psicoanalíticos, también su visión acerca de la formación como personas y profesionistas, tan importante en nuestro oficio. Ellos mismos pertenecen a una generación que ha compartido lo que aprendió con otra. Nos toca seguir esa labor de transmisión, sin nunca dejar a un lado la capacidad para observar y aprender, sin nunca olvidar lo que recibimos en el camino.
ReferenciasFroté, P. (1998), Cent ans après. Editions Gallimard, Paris.
Leiberman, C. y Bleichmar, N. (2001), Las perspectivas del psicoanálisis, Ediciones Paidós, México.

Jorge Salazar
La (trans)formación psicoanalítica
Enseñar sin un grave temor, sin una atribulada reverencia por los riesgos que comporta, es una frivolidad. Hacerlo sin considerar cuáles puedan ser las consecuencias individuales y sociales es ceguera. Enseñar es despertar dudas en los alumnos, formar para la disconformidad. Es educar al discípulo para la marcha.
Georges Steiner, Lecciones de los maestros.
Como todo oficio, el psicoanálisis no se puede enseñar, pero se puede aprender. Se aprende mediante su puesta en práctica, a través de la experiencia que se adquiere en corroborar o refutar hipótesis, en comprobar o desechar teorías, en aplicar ideas y conceptos, inicialmente vacíos de sentido, a la compleja realidad humana para así dotarles de significación, siendo este aprendizaje la única manera posible en la que los conocimientos teóricos y abstractos se transforman en experiencias vividas, emocionalmente significativas que, a diferencia de aquellos, mutables y prescindibles, son indispensables y dejan una huella profunda e imborrable en el aprendiz.
El oficio se aprende observando con detenimiento al maestro en su taller, ocupado en su quehacer y mostrando a los estudiantes sus destrezas y habilidades desarrolladas a su vez en su propia práctica, ya sea que se encuentre resolviendo los problemas comunes y ordinarios de su labor, enfrentando diversos desafíos que requieren nuevas soluciones o creando ideas originales y perfeccionando las herramientas y técnicas que emplea en la realización de su trabajo. Así, el saber del maestro se transmite por medio de su experiencia, por el despliegue natural de su arte y su técnica —de su maestría en el dominio de su oficio—, por la exposición didáctica de sus capacidades y talentos ante la mirada atenta y curiosa de sus entrenados, tanto o más que por la comunicación de los conocimientos que posee sobre su materia.
El deseo del maestro por enseñar nace del anhelo de compartir su saber con los otros, sobre todo con los más jóvenes, al valorar la enseñanza como un medio para que el individuo alcance la realización personal. La educación y la formación son los pilares fundamentales sobre los que se asienta el desarrollo de la personalidad y constituyen firmes referentes para sostener la práctica de aquellas disciplinas que contribuyen a ennoblecer el espíritu. Guiado por el deseo de enseñar, el maestro se coloca como un eslabón de la cadena de transmisión que vincula a las nuevas generaciones con la tradición, al presente con el pasado, a lo moderno con lo ancestral, sin desestimar ni lo uno ni lo otro, sino conciliando la fascinación que despierta lo nuevo con el interés de preservar el legado en un diálogo permanente con la historia. El buen maestro orienta al alumno sin restringir, persuade sin coerción y fomenta valores sin imponerlos. Su enseñanza es testimonio de la coherencia con la que vive su propia vida y aplica sus convicciones en su persona antes que en los otros, de ahí que, como sabemos, sin dar un buen ejemplo de sí mismo, no hay enseñanza posible.
El alumno, por su parte, al seguir de cerca al maestro, paso a paso en la exposición de su saber, aprende de él en un inicio más por imitación que por comprensión. En efecto, el aprendizaje en sus primeras etapas es un proceso vinculado con los mecanismos de identificación en los niveles tempranos del desarrollo psíquico que darán pie, en etapas posteriores, a la posibilidad de comprensión con la participación de las propiedades maduras de la mente. La diferencia que media entre aprender como paso inicial y aprehender, en el sentido de capturar la esencia o de asirla como logro definitivo, consiste en la asimilación del saber en lo más íntimo del ser, quien así transforma un conocimiento meramente intelectual en una comprensión emocional, genuina, profunda y significativa. La persona que logra aprehender no permanece igual a sí misma puesto que se transforma mediante la influencia que ejerce el proceso de aprendizaje.
El oficio psicoanalítico no solo se debe aprender, sino que es preciso aprehenderlo. Para ello es necesario dedicar largas horas a su estudio, pero más todavía al entrenamiento y la práctica clínica. Conscientes de esta realidad y decididos a enfrentarla, hace treinta años Celia Leiberman y Norberto Bleichmar —Celia y Beto— crearon una escuela, para fortuna de quienes hemos sido sus alumnos, con las condiciones propicias para ofrecer una formación psicoanalítica de calidad, así como para brindar un espacio favorable para la discusión, transmisión y comprensión del pensamiento psicoanalítico. Con base en el modelo del taller, concibieron al Centro Eleia como una institución para albergar y difundir la enseñanza del psicoanálisis en forma diferente a los usos y costumbres de las organizaciones psicoanalíticas de entonces. Jóvenes aún, Celia y Beto habían visto ir y venir distintas modas psicoanalíticas, pero, sobre todo, instituciones académicas penosamente desgajadas por conflictos internos y desvirtuadas de sus propósitos formativos. Eleia no iba a repetir la misma historia, por lo que asumieron su dirección con firmeza y visión del futuro. Su enseñanza, sabia y generosa, sustentada en los principios que he descrito más arriba, no escatimó recursos ni tiempo para mostrar su vasta experiencia a través de la impartición de clases teóricas en las que la clínica es la principal protagonista, de supervisiones individuales y grupales y de numerosas publicaciones que contienen la esencia de su pensamiento. El énfasis de su enseñanza, junto con la pluralidad de perspectivas teóricas, recae en la horas de práctica que requiere el dominio del oficio psicoanalítico, lo cual llevó a que el Centro Eleia, desde su fundación, estableciera como fundamento de su misión educativa el que la experiencia personal del alumno obtenida en la clínica fuera la manera idónea de aprehender a pensar psicoanalíticamente.
Treinta años dedicados con éxito a la formación psicoanalítica, transformando vidas con invaluables lecciones, que felizmente celebramos en este aniversario, demuestran el acierto de la vocación pedagógica de nuestros maestros y la excepcionalidad de su enseñanza. ¡Felicitaciones, Centro Eleia!

Jorge Salazar
La (trans)formación psicoanalítica
Enseñar sin un grave temor, sin una atribulada reverencia por los riesgos que comporta, es una frivolidad. Hacerlo sin considerar cuáles puedan ser las consecuencias individuales y sociales es ceguera. Enseñar es despertar dudas en los alumnos, formar para la disconformidad. Es educar al discípulo para la marcha.
Georges Steiner, Lecciones de los maestros.
Como todo oficio, el psicoanálisis no se puede enseñar, pero se puede aprender. Se aprende mediante su puesta en práctica, a través de la experiencia que se adquiere en corroborar o refutar hipótesis, en comprobar o desechar teorías, en aplicar ideas y conceptos, inicialmente vacíos de sentido, a la compleja realidad humana para así dotarles de significación, siendo este aprendizaje la única manera posible en la que los conocimientos teóricos y abstractos se transforman en experiencias vividas, emocionalmente significativas que, a diferencia de aquellos, mutables y prescindibles, son indispensables y dejan una huella profunda e imborrable en el aprendiz.
El oficio se aprende observando con detenimiento al maestro en su taller, ocupado en su quehacer y mostrando a los estudiantes sus destrezas y habilidades desarrolladas a su vez en su propia práctica, ya sea que se encuentre resolviendo los problemas comunes y ordinarios de su labor, enfrentando diversos desafíos que requieren nuevas soluciones o creando ideas originales y perfeccionando las herramientas y técnicas que emplea en la realización de su trabajo. Así, el saber del maestro se transmite por medio de su experiencia, por el despliegue natural de su arte y su técnica —de su maestría en el dominio de su oficio—, por la exposición didáctica de sus capacidades y talentos ante la mirada atenta y curiosa de sus entrenados, tanto o más que por la comunicación de los conocimientos que posee sobre su materia.
El deseo del maestro por enseñar nace del anhelo de compartir su saber con los otros, sobre todo con los más jóvenes, al valorar la enseñanza como un medio para que el individuo alcance la realización personal. La educación y la formación son los pilares fundamentales sobre los que se asienta el desarrollo de la personalidad y constituyen firmes referentes para sostener la práctica de aquellas disciplinas que contribuyen a ennoblecer el espíritu. Guiado por el deseo de enseñar, el maestro se coloca como un eslabón de la cadena de transmisión que vincula a las nuevas generaciones con la tradición, al presente con el pasado, a lo moderno con lo ancestral, sin desestimar ni lo uno ni lo otro, sino conciliando la fascinación que despierta lo nuevo con el interés de preservar el legado en un diálogo permanente con la historia. El buen maestro orienta al alumno sin restringir, persuade sin coerción y fomenta valores sin imponerlos. Su enseñanza es testimonio de la coherencia con la que vive su propia vida y aplica sus convicciones en su persona antes que en los otros, de ahí que, como sabemos, sin dar un buen ejemplo de sí mismo, no hay enseñanza posible.
El alumno, por su parte, al seguir de cerca al maestro, paso a paso en la exposición de su saber, aprende de él en un inicio más por imitación que por comprensión. En efecto, el aprendizaje en sus primeras etapas es un proceso vinculado con los mecanismos de identificación en los niveles tempranos del desarrollo psíquico que darán pie, en etapas posteriores, a la posibilidad de comprensión con la participación de las propiedades maduras de la mente. La diferencia que media entre aprender como paso inicial y aprehender, en el sentido de capturar la esencia o de asirla como logro definitivo, consiste en la asimilación del saber en lo más íntimo del ser, quien así transforma un conocimiento meramente intelectual en una comprensión emocional, genuina, profunda y significativa. La persona que logra aprehender no permanece igual a sí misma puesto que se transforma mediante la influencia que ejerce el proceso de aprendizaje.
El oficio psicoanalítico no solo se debe aprender, sino que es preciso aprehenderlo. Para ello es necesario dedicar largas horas a su estudio, pero más todavía al entrenamiento y la práctica clínica. Conscientes de esta realidad y decididos a enfrentarla, hace treinta años Celia Leiberman y Norberto Bleichmar —Celia y Beto— crearon una escuela, para fortuna de quienes hemos sido sus alumnos, con las condiciones propicias para ofrecer una formación psicoanalítica de calidad, así como para brindar un espacio favorable para la discusión, transmisión y comprensión del pensamiento psicoanalítico. Con base en el modelo del taller, concibieron al Centro Eleia como una institución para albergar y difundir la enseñanza del psicoanálisis en forma diferente a los usos y costumbres de las organizaciones psicoanalíticas de entonces. Jóvenes aún, Celia y Beto habían visto ir y venir distintas modas psicoanalíticas, pero, sobre todo, instituciones académicas penosamente desgajadas por conflictos internos y desvirtuadas de sus propósitos formativos. Eleia no iba a repetir la misma historia, por lo que asumieron su dirección con firmeza y visión del futuro. Su enseñanza, sabia y generosa, sustentada en los principios que he descrito más arriba, no escatimó recursos ni tiempo para mostrar su vasta experiencia a través de la impartición de clases teóricas en las que la clínica es la principal protagonista, de supervisiones individuales y grupales y de numerosas publicaciones que contienen la esencia de su pensamiento. El énfasis de su enseñanza, junto con la pluralidad de perspectivas teóricas, recae en la horas de práctica que requiere el dominio del oficio psicoanalítico, lo cual llevó a que el Centro Eleia, desde su fundación, estableciera como fundamento de su misión educativa el que la experiencia personal del alumno obtenida en la clínica fuera la manera idónea de aprehender a pensar psicoanalíticamente.
Treinta años dedicados con éxito a la formación psicoanalítica, transformando vidas con invaluables lecciones, que felizmente celebramos en este aniversario, demuestran el acierto de la vocación pedagógica de nuestros maestros y la excepcionalidad de su enseñanza. ¡Felicitaciones, Centro Eleia!

Elena Ortiz
¡Eleia cumple 30 años!
Mi decisión por estudiar psicoanálisis estuvo en parte influida por la inquietud que se generó en mi carrera de psicología. En las materias clínicas, que eran las que más me interesaban, me encontré con un énfasis en lo conductual y una visión que, si bien optimista, me parecía parcial y con poca hondura.
Tuve la enorme fortuna de que, en esos momentos, cayera en mis manos un libro recién escrito: El psicoanálisis después de Freud. Me sorprendió el mundo que ahí se abría, la agudeza de las ideas y conceptos que aún estaba lejos de comprender pero que ya se vislumbraban como un acercamiento a la naturaleza humana de otra dimensión. Un universo de autores profundamente observadores, en los que la sensibilidad de su mirada se entretejía con un rigor penetrante y poco ingenuo. También, un libro balanceado, incluyente y simultáneamente crítico; un texto culto, cuidadoso, rico. Los autores, Norberto y Celia Bleichmar, estaban organizando una generación de personas interesadas en formarse en esta disciplina ¿cómo no agradecer por esta feliz coincidencia?
En mi ponencia para el festejo de los 30 años de la fundación de Eleia comento que?crecimos en una atmósfera de avanzada en cuánto lo científico, donde el valor de la pluralidad, no sólo como una idea, sino como una manera natural de concebir la disciplina nos fue transmitido; un espacio de libertad científica y epistemológica, de ética y entrega disciplinada hacia la tarea.
Hace un par de años leí una idea de Donald Meltzer donde decía que el psicoanálisis le había aportado una manera de comprender la vida, una vía donde el mundo cobra sentido. Me sentí identificada. Estudiar y practicar psicoanálisis es una experiencia fascinante. Es estar inmerso en una disciplina donde se refina la observación de uno mismo, de los otros, de los propios vínculos, de los conflictos, del desarrollo… y esto se entrelaza con el estudio del pensamiento de autores perspicaces, creativos y varios de ellos geniales.
Muchas veces, lo psicoanalítico también es lacerante. La mirada psicoanalítica nos coloca frente a aspectos que quisiéramos omitir: de uno mismo, de otros, de la humanidad. Pienso que la fortaleza que el psicoanálisis encuentra para mirar con una crudeza a veces desgarradora, está en su propia esencia que es el amor a la verdad y la ética de trabajar por su descubrimiento. Hay autores para quienes esto constituye el pilar de su teoría, como Wilfred Bion. El psicoanálisis a veces puede parecer implacable y duro, pero es en esta agudeza donde se encuentra una plataforma sólida para el crecimiento y la potencialidad para contruir un sentido en la vida.
Hoy, a 30 años de que esta aventura apasionante comenzó, me siento profundamente agradecida con mis maestros, con la entrega con la que Norberto y Celia Bleichmar se volcaron en la creación de Eleia.gógica de nuestros maestros y la excepcionalidad de su enseñanza. ¡Felicitaciones, Centro Eleia!
Tuvimos la suerte de contar con un espacio de formación excepcional; la fortuna de recibir no solo un entrenamiento profesional de primera, sino también de contar con un ambiente óptimo, saludable, ético, con grandes modelos... Ahora, tenemos una preciada herencia y el compromiso de preservar y transmitir un valioso legado.
¡Gracias Eleia! ¡Felicidades!

Elena Ortiz
¡Eleia cumple 30 años!
Mi decisión por estudiar psicoanálisis estuvo en parte influida por la inquietud que se generó en mi carrera de psicología. En las materias clínicas, que eran las que más me interesaban, me encontré con un énfasis en lo conductual y una visión que, si bien optimista, me parecía parcial y con poca hondura.
Tuve la enorme fortuna de que, en esos momentos, cayera en mis manos un libro recién escrito: El psicoanálisis después de Freud. Me sorprendió el mundo que ahí se abría, la agudeza de las ideas y conceptos que aún estaba lejos de comprender pero que ya se vislumbraban como un acercamiento a la naturaleza humana de otra dimensión. Un universo de autores profundamente observadores, en los que la sensibilidad de su mirada se entretejía con un rigor penetrante y poco ingenuo. También, un libro balanceado, incluyente y simultáneamente crítico; un texto culto, cuidadoso, rico. Los autores, Norberto y Celia Bleichmar, estaban organizando una generación de personas interesadas en formarse en esta disciplina ¿cómo no agradecer por esta feliz coincidencia?
En mi ponencia para el festejo de los 30 años de la fundación de Eleia comento que?crecimos en una atmósfera de avanzada en cuánto lo científico, donde el valor de la pluralidad, no sólo como una idea, sino como una manera natural de concebir la disciplina nos fue transmitido; un espacio de libertad científica y epistemológica, de ética y entrega disciplinada hacia la tarea.
Hace un par de años leí una idea de Donald Meltzer donde decía que el psicoanálisis le había aportado una manera de comprender la vida, una vía donde el mundo cobra sentido. Me sentí identificada. Estudiar y practicar psicoanálisis es una experiencia fascinante. Es estar inmerso en una disciplina donde se refina la observación de uno mismo, de los otros, de los propios vínculos, de los conflictos, del desarrollo… y esto se entrelaza con el estudio del pensamiento de autores perspicaces, creativos y varios de ellos geniales.
Muchas veces, lo psicoanalítico también es lacerante. La mirada psicoanalítica nos coloca frente a aspectos que quisiéramos omitir: de uno mismo, de otros, de la humanidad. Pienso que la fortaleza que el psicoanálisis encuentra para mirar con una crudeza a veces desgarradora, está en su propia esencia que es el amor a la verdad y la ética de trabajar por su descubrimiento. Hay autores para quienes esto constituye el pilar de su teoría, como Wilfred Bion. El psicoanálisis a veces puede parecer implacable y duro, pero es en esta agudeza donde se encuentra una plataforma sólida para el crecimiento y la potencialidad para contruir un sentido en la vida.
Hoy, a 30 años de que esta aventura apasionante comenzó, me siento profundamente agradecida con mis maestros, con la entrega con la que Norberto y Celia Bleichmar se volcaron en la creación de Eleia.gógica de nuestros maestros y la excepcionalidad de su enseñanza. ¡Felicitaciones, Centro Eleia!
Tuvimos la suerte de contar con un espacio de formación excepcional; la fortuna de recibir no solo un entrenamiento profesional de primera, sino también de contar con un ambiente óptimo, saludable, ético, con grandes modelos... Ahora, tenemos una preciada herencia y el compromiso de preservar y transmitir un valioso legado.
¡Gracias Eleia! ¡Felicidades!