Rastreando la enfermedad de Alzheimer

Conforme la población de los Estados Unidos envejece en las próximas décadas, se espera que el número de estadounidenses diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer aumente.

Un estudio reciente calculó y predijo que para 2050, 15 millones de ellos vivirán con Alzheimer, comparado con los 6 millones que existen hoy en día.

Desafortunadamente, hasta ahora este tipo de pacientes no recibe un diagnóstico hasta que alcanzan los últimos estadios de la enfermedad, cuando ya es demasiado tarde para realizar una intervención exitosa.

Explica la Dra. Rhoda Au, neuropsicóloga del Centro de Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Boston.

Además, es poco probable que los síntomas precoces sutiles de esta enfermedad lleven a las personas a un médico para realizar las pruebas necesarias.

Incluso es posible que dichos síntomas no sean visibles en la evaluación neuropsicológica estándar que se realiza en la mayoría de los consultorios médicos.

Avances en la investigación del Alzheimer

Actualmente, la Dra. Au y otros investigadores exploran cómo las nuevas tecnologías (incluidas las plumas digitales que registran la escritura de los usuarios, rastreadores de actividad móviles y sensores inteligentes en casa) podrían capturar con mayor rapidez los cambios cognitivos y conductuales que indican los estadios más tempranos de demencia en adultos mayores.

Dichas innovaciones podrían permitir que los pacientes, médicos y familiares identifiquen la enfermedad de Alzheimer y otras demencias más pronto.

Esto daría a los pacientes más tiempo para intervenir su estilo de vida, utilizar medicamentos y elegir otros tratamientos.

También podrían permitir que los médicos hagan un mejor seguimiento del progreso de la enfermedad y el funcionamiento de los tratamientos.

De la pluma y papel a los dibujos digitales

Por ahora, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer depende, como la mayoría de los diagnósticos, de la información recogida por los médicos y otros proveedores de la salud.

Aquí es donde la tecnología podría ofrecer una mejoría a los métodos tradicionales; por ejemplo, durante décadas, un simple examen cognitivo se volvió un pilar para el diagnóstico de Alzheimer y otras discapacidades: la prueba de dibujo del reloj.

En esta prueba, un neuropsicólogo y otro evaluador piden al paciente que dibuje un reloj que muestre una hora determinada (por lo general, 10:11).

Los pacientes saludables pueden completar esta prueba sin problemas, pero aquellos con demencia tienen grandes dificultades para hacerlo: dibujan relojes con formas irregulares, espaciado desigual entre números y manecillas que apuntan a la hora incorrecta.

La prueba es fácil y útil, pero no es perfecta. Algunos estudios consideran que no es lo suficientemente sensible para identificar las discapacidades cognitivas leves que preceden a la demencia en estadio avanzado.

Usando nuevas tecnologías

Por ello, la Dra. Au y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston implementaron los avances de la era digital a la prueba por medio del trabajo desarrollado por investigadores del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de MIT.

En lugar de una simple pluma, los pacientes realizan la prueba con una pluma digital que registra sus movimientos y el tiempo que les toma dibujar el reloj, lo cual ofrece mucha más información que el dibujo terminado por sí solo.

En otra investigación, la Dra. Au estudia cómo los cambios en el lenguaje hablado de las personas podrían algún día funcionar como un “biomarcador cognitivo” temprano de la demencia.

En un estudio aún por publicar, la Dra. Au y el Dr. James Glass, un experto en aprendizaje automático del lenguaje de MIT, junto con otros investigadores de la empresa Evidation Health, analizaron años de grabaciones de 130 pacientes que cognitivamente estaban saludables cuando iniciaron el estudio, pero que posteriormente desarrollaron demencia.

Los investigadores encontraron que los cambios en la elección de vocabulario, tono vocal y velocidad de habla de los pacientes – todos ellos cambios previos a su diagnóstico de Alzheimer – podrían predecir quién desarrollará demencia con mayor exactitud que simplemente observar sus características demográficas.

Más allá del consultorio médico

Por ahora, la pluma digital y el análisis vocal podrían utilizarse para mejorar las evaluaciones cognitivas dentro del consultorio, pero éste es sólo uno de los cambios que Au y otros investigadores esperan lograr.

En general, les gustaría llevar la evaluación cognitiva más allá del consultorio médico por medio de plumas, teléfonos y sensores inteligentes en el hogar y otras nuevas herramientas para la recolección de datos que detecten de manera pasiva los signos precoces de demencia conforme las personas viven su día a día.

Desde 2004, el neurólogo Jeffrey Kaye y sus colegas han instalado elaborados sistemas de monitorización en los hogares de más de 500 adultos mayores (de 70 años en adelante) en el área de Portland.

Todos los adultos contaban con una buena salud cognitiva al momento de unirse al programa, pero estaban en riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer u otra demencia debido a su edad.

Los sistemas de monitorización en casa por lo general incluyeron sensores de movimiento que pueden medir la velocidad de caminata, los patrones de sueño y el tiempo que pasan en casa, entre otros aspectos.

Básculas inalámbricas que rastrean la composición corporal; dispensadores médicos que reportan la actividad de toma de medicamentos; software para dar seguimiento al uso de computadoras de los usuarios y más.

A lo largo de los años, Kaye y sus colegas han utilizado los datos recolectados por estos sistemas de sensores para identificar patrones de conducta que reflejen el declive cognitivo y han hallado evidencia de que la velocidad con la que los participantes se mueven dentro de sus casas, el momento en que toman sus medicamentos, sus comportamientos al volante, los patrones de sueño y otros factores están asociados con la discapacidad cognitiva.

¿Ayuda o intrusión?

Como muchas otras oportunidades, este tipo de sistemas de monitoreo tienen un costo y uno de los más evidentes es el de la privacidad, algo de lo que los investigadores están muy conscientes.

Los investigadores explicaron que antes de cada estudio les muestran a los pacientes los tipos de datos que se recogerán y quiénes tendrán acceso a ellos.

Sin embargo, en términos generales, afirman que muchos adultos mayores están dispuestos a sacrificar un poco de su privacidad con el fin de poder envejecer en sus propios hogares y ayudar a mantener sus habilidades cognitivas por tanto tiempo como les sea posible.

“Eventualmente, quizá podremos deshacernos de las pruebas por completo y encontrar un conjunto de métricas que sean comunes en todas las pruebas y que reflejen algún tipo de señal cognitiva”, concluye la Dra. Au.

“Nos tomará un poco de tiempo, así que, por ahora, mi estrategia es hacer lo que todos hacen en la clínica y al mismo tiempo intentar recolectar información de manera digital.

También estoy buscando maneras de captar información por medio de dispositivos portátiles para empezar a aterrizar lo que observo en el entorno natural. Es así como lograremos tener avances”.

Resumen y traducción: Natalia Equihua

Artículo original: “Tracking Alzheimer’s Disease” por Lea Winerman para Monitor on Psychology.

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